Enlace Judío México e Israel / Rab Shlomo Katz – El rey Salomón escribe en Mishlei (Eclesiastes) (13:9), “La luz de los justos se regocijará, pero la lámpara de los malvados se apagará”. Rabeinu Bahya ben Asher z “l (España; siglo XIV) explica: El Rey Salomón compara el alma de un tzadik (justo) con la luz porque el alma, como el concepto “luz”, es eterna y es independiente de la duración de la vida del cuerpo del tzadik. En contraste, el alma de un rasha (malvado) es como la luz de una lámpara; cuando la vela o la mecha se apaga, la luz desaparece. Así, también, cuando el cuerpo del rasha muere, no queda nada de él.

En realidad, continúa R’ Bahya, un alma nunca muere. Pero, el alma del malvado sufrirá un castigo eterno, que es un destino peor que la muerte. Esto se debe a que el rashá no persiguió la “luz” durante su vida. Por lo tanto, el Rey Salomón nos dice que la lámpara “parpadeará.” Quedará un débil recuerdo de la luz que pudo haber sido, pero no dará luz.

En contraste, “la luz de los justos se regocijará”. Este regocijo es la recompensa del tzadik, y se refiere a alcanzar niveles de comprensión de D-os que uno no podría alcanzar en su vida. Debido a que los tzadikim sirven a Hashem con alegría, se regocijan en el mundo venidero, porque el rasgo de la felicidad hace que el alma se alimente y exista para siempre.

R’ Bahya continúa: Otra razón por la que el alma se compara con la luz es que ambas fueron creadas en el primer día de la Creación. A diferencia del hombre, que enciende una vela de una llama existente, Hashem creó la luz de la nada. Sin embargo, aunque Él es “luz” y no necesita nuestra luz, nos ordenó encender una menorá en Su Templo para el honor de la Shejiná (la Presencia Divina), como se describe en nuestra parashá. (Beur Al Ha’Torah)

Fuente: Hamaayan