Enlace Judío México e Israel – A más de seis meses de iniciada la pandemia seguimos en la espera de un tratamiento efectivo para COVID-19. La creatividad de los científicos del mundo entero se ha enfocado en resolver este reto a través de dos estrategias principales. La primera y más deseada, es el uso para esta nueva enfermedad de un medicamento aprobado para algún otro mal. Las ventajas de ello es que el compuesto estaría ya disponible en los sistemas de salud y que sus posibles efectos secundarios son ya conocidos y estudiados, solo quedaría probar su efectividad ante el coronavirus. No por nada tanta esperanza se depositó en los compuestos antimalaria cloroquina e hidroxicloroquina. 

La otra estrategia, una que sería más efectiva pero llevará más tiempo, es el diseño de una molécula específica, nueva, para aniquilar a este virus. Un proceso que conlleva varios meses de pruebas en animales de laboratorio, y de ensayos clínicos en humanos, para garantizar su seguridad, determinar la dosis, y confirmar efectividad. Y ya después, producir a escala masiva suficientes dosis para cubrir la demanda mundial. Muchos grupos de investigación están tras ello. Este es el mecanismo habitual que sigue la industria farmacéutica para diseñar, patentar y distribuir nuevos compuestos. 

El mundo entero tiene la expectativa por hallar medicamentos de la primera opción sin dejar de lado las investigaciones de la segunda.

Sobre ello, esta semana se hicieron públicas dos alternativas: una que busca usar un compuesto conocido, mientras que la otra busca desarrollar una idea completamente nueva. 

Sovaldi de Gilead

El propuesto uso de la sustancia sofosbuvir, llamado comercialmente Sovaldi y fabricado por Gilead Sciences para tratar hepatitis C, fue explorado en un artículo publicado en la prestigiosa revista científica Nature por el investigador y científico mexicano de la UNAM Antonio Lazcano y colaboradores. En su artículo encontraron una gran similitud entre la estructura de la enzima polimerasa del virus SARS-CoV-2 y la del virus de Hepatitis C, indicando que este compuesto podría inhibir la replicación del coronavirus al igual que lo hace con la hepatitis C. El análisis se hizo in silico, es decir, con modelaje tridimensional en computadoras. Sin embargo, esta idea, que coincide con la recién hipótesis de Abdo Elfiku de la Universidad del Cairo en Egipto, y con las investigaciones del Dr. David Ho y Alex Chavez en la Universidad de Columbia, podría ser buena noticia. 

Los rodillos engañadores

La investigadora Lola Eniola-Adefeso, química y bioingeniera de la Universidad de Michigan, publicó esta semana en la revista Science Advances, que los neutrófilos, células inespecíficas del sistema inmunológico causantes de la tormenta de citosinas que agrava a los pacientes críticos con COVID-19, pueden ser distraídos con partículas en forma de minirodillos. En su laboratorio confirmó que introducir alguna forma artificial de cilindros, hace que estas células blancas dejen de enfocarse en la invasión del coronavirus, se distraigan, y comiencen a “comer” con atención estos rodillos. De lograr engañar específicamente a los neutrófilos, podría mantenerse menos agresiva la secreción de citosinas que provoca los severos síntomas de la enfermedad. Un hallazgo aún en experimentación, pero que sin duda podría ser sumamente efectivo para controlar enfermedades como COVID-19, que involucran inflamaciones agudas causadas por estos neutrófilos.

Y en otras ideas de tratamientos

Aun prematuro, pero el antiácido famotodina, conocido comercialmente como Facidex, Duratex y Pepcid, pudiera tener un efecto terapéutico en casos leves de COVID-19. Se requieren mayores estudios, pero este bloqueador de H2, que reduce la cantidad de ácido producida por el estómago, logró buenos resultados en un pequeño estudio de diez pacientes no hospitalizados, publicado en la revista Gut. Si bien este hallazgo podría ser anecdótico, es alentador.

Así el reporte de esta semana sobre algunas nuevas ideas respecto a posibles tratamientos. Sin duda, pronto tendremos los resultados de los más de 900 ensayos clínicos que se están siguiendo en el mundo entero, junto con el protocolo de “solidaridad” de la OMS. Esperemos con ellos poder ir preparándonos justo a tiempo para la posible ola esperada hacia otoño.

Mientras tanto, importante mencionar, que lo que sí puedes ir haciendo, es convencerte de una vez que este es el año adecuado para sí ponerte la vacuna contra influenza. Si lo haces año con año será parte de la antigua normalidad. Pero si no, definitivamente es de considerarse. Los síntomas de influenza son similares a COVID-19, vendrán de forma concomitante, vale la pena estar protegido al menos para uno de ellos.

Si sabes que lo más probable es que va a llover y también a nevar, y no tenemos aún las botas de nieve listas, al menos saca las de agua. Que no nos vuelva a agarrar el coronavirus usando solo unas chanclas.

 


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