Enlace Judío México e Israel – El miedo es, desde la perspectiva de la Kabalá, nuestro peor enemigo en tiempos de pandemia. Así lo piensa Abraham Askenazi, instructor de Kabalá, quien compartió con nosotros, en exclusiva, su visión sobre cómo debemos enfrentar esta amenaza invisible. 

Para algunas personas, la pandemia que vive el mundo es una suerte de castigo. Otros ven en ella la admonición que adelanta un final funesto para nuestra civilización. El fin del mundo. El fin de los tiempos. Sin embargo, los cabalistas encuentran otros significados, otras explicaciones y otras luces que pueden orientar a quien se anime a transitar por ese complejo universo conceptual y espiritual.

Abraham Askenazi, instructor de kabalá desde 2004, conversó con Enlace Judío para arrojar dichas luces. En su opinión, hay que entender cómo funciona el mundo de acuerdo a la Kabalá. “Hay una ley primordial que es ‘ojo por ojo y diente por diente’, que es realmente la ley de causa y efecto: a toda acción hay una reacción de igual magnitud y en sentido contrario. Número dos: Dios es el infinito deseo de dar y compartir. Dios no castiga y a lo mejor eso puede sonar sorprendente para mucha gente.”

En este sentido, “todo lo que vemos en el plano físico es creado por el hombre, es un efecto de sus actos, puesto que somos “cocreadores con Dios. Venimos aquí a terminar la obra de Dios, somos socios de él en esa creación.”

Ungidos con esta nueva visión, “tenemos que leer a la vida, qué es lo que nos está diciendo la vida, y entender que esto no es un castigo”, sino que “la fuerza creadora ha instalado un sistema tal que constantemente nos está llevando hacia la corrección.”

No a todos les afecta igual, la realidad que cada uno va a vivir es un reflejo de la consciencia de cada persona, dice Askenazi. “Yo puedo estar por encima de la situación, siempre y cuando mi consciencia esté vibrando a un nivel alto, siempre que mi energía esté vibrando en un lugar donde no me toque todo aquello que vibra bajo.”

Según esta forma de ver el mundo, “todas las enfermedades vibran muy densamente. Todo lo malo vibra muy bajo. En la medida que nosotros estamos en un estado de amor, en un estado de empatía, de tolerancia y, sobre todo, lo que dice Isaac Luria, el gran cabalista del siglo XVI, ‘en época de pandemia, prohibido tener miedo’.”

Según Askenazi, el miedo “nos baja el nivel de vibración. Nos lleva a un plano en donde entonces sí somos vulnerables. Entonces, yo les diría: traten detener certidumbre, traten de estar alegres, traten de no preocuparse y traten, en estos momentos difíciles, de aplicarse en dar tzedaká, en ayudar al prójimo, en tener empatía. Eso nos sube nuestro nivel energético y nos protege de cualquier situación baja.”

Si bien no es un castigo, desde la visión cabalística la epidemia sería la consecuencia de lo que hemos hecho en el planeta. Y, como buen cabalista, Askenazi apunta al significado oculto en el texto. En este caso, en la propia palabra con que reconocemos al mal: “Covid, al revés, es Dibuk (pronúnciese ‘dibok’). Dibuk es una energía muy densa.” Esta interpretación surge de leer la palabra ‘covid’ como se hace en hebreo, de derecha a izquierda.

“La energía que más nos paraliza y que más nos pone en riesgo es el miedo. Entonces, muy importante, estar tranquilos, estar con certidumbre y abocarnos a hacer un trabajo espiritual.”

Pero ¿cómo se evita el miedo?

“A partir del conocimiento. En el judaísmo no existe la fe ciega. Ese concepto es muy ajeno al judaísmo y, para nosotros, la fe es certidumbre y certidumbre es conocimiento. En la medida que yo conozco más cómo funciona el mundo, tengo más herramientas para no tener miedo, porque entiendo ciertas leyes cósmicas que existen y que están escritas en el Zohar.”

El Zohar es, dice Askenazi, “es el decodificador de la Torá”, el documento que los cabalistas usan para interpretar las escrituras sagradas y darles un nuevo sentido. “En la medida que tú te clavas en el conocimiento y lo haces tuyo y lo vives, cambia tu realidad”, por eso extiende una invitación “a estudiar, a enterarse, a saber los secretos profundos que rigen este mundo.”

El conocimiento nos hace libres, de acuerdo al pensamiento cabalístico. “Si yo actúo de acuerdo a ese conocimiento, yo sé, no creo, yo sé que estoy protegido.”

Acceder a ese conocimiento puede ser menos complicado que lo que cabría suponer. Según Askenazi, el estudio de la Torá a través de la Kabalá implica conocer ciertas “bases prácticas” que “son maravillosas, son simples, cualquier persona las puede entender y eso cambia tu vida.”

Una de esas bases importantes tiene que ver con la libertad, con el libre albedrío, que se limita a nuestras acciones y a cómo reaccionamos ante los eventos que nos ocurren y que están fuera de nuestro control. Es decir, no podemos evitar cruzarnos con ciertas personas ni que nos ocurran ciertas circunstancias pero sí podemos decidir cómo enfrentarnos o cómo reaccionar ante ellas.

“Lo que queremos ser es nuestra mejor versión, constantemente, en cada situación, no importa qué”, dice Askenazi, quien dice que esa es la base que guía su vida. “Tenemos que entender qué son las emociones”, agrega, “y eso te lo enseña la Kabalá: el manejo de las emociones como parte primordial de tu iluminación.”

Tikún o mejoramiento personal

Una de las ideas que rige el pensamiento cabalístico es que tenemos un propósito. Nuestra existencia no es un simple producto del azar sino que hemos encarnado para cumplir un propósito. Este propósito es personal y tiene que ver con lo que hemos hecho mal, con el daño que hemos causado.

“Desde el momento que estamos vivos en esta tierra, quiere decir que venimos a corregir situaciones que hemos causado en otras vidas o en esta misma vida. Entonces, ¿qué es Tikún? No es Karma, es corrección (…), volver a tener la oportunidad y hacerlo de forma luminosa.”

Por ejemplo, si una persona tiene impulsos agresivos, “la vida le va a seguir mandando oportunidades de agredir o no, y en el momento en que hace consciencia y deja de ser agresiva cambia su película de vida.”

Tenemos que identificar las oportunidades que la vida nos pone enfrente. “Vas cambiando tu vida a partir de ir superando las pruebas que te suceden.” Conocer o reconocer el Tikún personal es importante para los cabalistas. Según Askenazi, existen dos formas de conocer nuestro Tikún. Una es la astrología cabalista y otra, la lectura de mano.

En esta última herramienta, Askenazi se dice experto, y agrega que, cuando termine la contingencia sanitaria, se pone a disposición de quienquiera que busque una lectura para conocer su Tikún.

Entender cómo una influencia astral nos empuja a ser nuestra peor versión es fundamental para elevarse por encima de ella, ir en sentido contrario a dicha influencia. “Todos corregimos por dos vías: o el esfuerzo o el dolor.” No hacer el trabajo correspondiente hace que la vida “nos empuje” y que el dolor sobrevenga.

“Dios es amor. La energía más poderosa que existe en este universo es el amor. Si todos vibráramos a ese nivel, no veríamos caos.” Y de vuelta a las palabras, Askenazi recuerda que ‘corona’ (como se le conoce a este coronavirus en muchos países) es ‘keter’, la sefirá más importante y que está relacionada con la humildad.

“El hecho de que este virus se llame corona, nos habla de que a lo mejor nos falta humildad y realmente tenemos que echarnos un clavado y tenemos que hacernos responsables de lo que está pasando. Nadie es víctima. La palabra víctima es una palabra prohibida en la Kabalá. No existe en el diccionario.

El encierro, el confinamiento puede ser una oportunidad para estudiar, para “subir nuestra conciencia” y “conectar con esas verdades maravillosas”. El conocimiento de la Kabalá no es exclusivo para los judíos, pues la misión de mejorar el mundo, de alcanzar la iluminación por medio del conocimiento profundo de nuestro camino para lograrlo, es para todas las personas.

La idea de la reencarnación, que muchos piensan exclusiva del pensamiento oriental, es central en el mundo de la Kabalá. Según esta tradición, al morir nuestra alma se eleva y hace una reflexión. Si hay aspectos que mejorar, vuelve. Esto le ocurre a todos. No hay buenos ni malos sino seres perfectibles. “No venimos a ser buenos: venimos a ser mejores.”

Te invitamos a disfrutar la entrevista completa en el video adjunto.

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