Enlace Judío México e Israel – Nos encontramos en el mes de elul y las preparaciones para Rosh Hashaná y Yom Kippur empezaron con el mes. Durante este tiempo se habla mucho de cambiar, corregir los errores del pasado, fortalecer el carácter y crecer internamente. Entre una de las cualidades que se destacan es la habilidad de perdonar fácilmente. ¿Por qué es así? ¿Por qué el perdón ha sido una de las cualidades básicas de la cultura en que vivimos? La respuesta es que a través de nuestra habilidad de perdonar podemos entender la forma en que nos relacionamos con el mundo, el lugar que le damos a nuestras emociones, la perspectiva que tenemos de nosotros mismos y la facilidad que tenemos para dejar nuestro ego y sentir compasión por el prójimo. Finalmente el perdón es la base para construir un futuro nuevo. Hablaremos de ello a continuación.

¿Por qué no vengarse? El origen del resentimiento

Cuando la Torá nos pide perdonar lo hace a través de dos enunciados uno exige no vengarse y el otro pide no guardar resentimiento contra la persona que nos ha ofendido. Amabas exigen que la persona tenga dominio sobre sus emociones y específicamente sobre su enojo. Castigar al otro por lo que ha hecho o vengarse es materializar la ira que uno siente en una acción por el otro lado sentir odio hacia la persona que nos ha lastimado o mantenerse ofendido por un tiempo largo es aferrarse a seguir sintiendo enojo. Esas dos acciones nos imposibilitan perdonar.

La ira no es mala en sí misma, es una reacción natural que tenemos como seres humanos, y un sentimiento que no podemos dejar de sentir. El Jofetz Jaim solía rezar a D-os para que eliminara en su cuerpo ese sentimiento, sin embargo, siempre reconoció que aunque no actuaba en base a él, lo sentía. Uno no puede controlar el sentimiento en sí mismo, pero sí puede controlar la respuesta frente a él, el error no es sentir la ira, sino actuar en base a ella o prolongarla en nuestro interior.

Sin embargo hay una razón por la que tenemos ese sentimiento y no es solamente para sobreponernos a él. El enojo o la ira nos ayuda a actuar rápidamente en una situación de peligro, nos ayuda a prevenir un posible daño y defendernos cuando nos han lastimado. Nos fue dada para protegernos, para no permitir que otra gente u otros seres pasen por encima de nosotros. Para poder controlarla en realidad tenemos que estar consientes de que la estamos sintiendo. Porque si simplemente la ignoramos se acumula en nuestro interior y sale hacia otras áreas de nuestra vida. Entender y asumir ese sentimiento nos permite no actuar en base a él y cambiar la situación que nos lo produce.

¿Cómo perdonar? La historia de Yosef

Una de las razones por las cuales a veces nos negamos a perdonar y nos aferramos al enojo es porque creemos que de esa forma restablecemos la injusticia que nos fue hecha o que la persona a la que perdonamos no nos. De esto el rey Salomón escribe: “el enojo descansa en el seno de los tontos” (7:9). Sobre la cita rab Twerski agrega: “Este enunciado [nunca lo perdonaré, no merece ser perdonado] se basa en el supuesto de que al perdonarlo le estás dando un regalo que no merece. Esto es una falacia común … cuando perdonas no le estás dando a alguien más un regalo, te estás dando a ti mismo un regalo” … “Quizás una persona no puede evitar sentir enojo, sin embargo, si permite que la ira permanezca en él es sin duda un tonto. La tontería radica en que uno se está castigando a sí mismo por el error de otra persona.”

Sin embargo, el perdón llega incluso a una profundidad mayor pues para perdonar tenemos que cambiar nosotros también; en cierta forma es una manera de tashuvá. Implica cambiar la perspectiva de lo que pasó y cómo vemos el mundo que nos rodea. Romper la imagen o los roles de víctima y opresor; salirse de ellos y cambiar la situación colocando las cosas en su lugar. Para ello necesitamos dejar de ver lo que sucedió como una injusticia.

Varias perspectivas religiosas judías nos dicen que para poder perdonar debemos aprender a ver a quien nos ofendió como un agente de D-os y no como alguien que nos afectó personalmente, al final todo ocurre para bien y ocurre porque D-os lo quiere de esa forma. Esta interpretación se basa en el personaje de Yosef.

En la Torá, Yosef fue el primer hombre al que vemos otorgar perdón. Pudo hacerlo precisamente porque vio la mano de D-os en las acciones de sus hermanos. Cuando ellos le piden perdón y le ruegan que no se vengue, él contesta: “¿Acaso yo tengo prioridad sobre de D-os? En efecto ustedes intentaron hacer el mal, pero D-os lo convirtió en bondad, para que exista lo que tenemos hoy, para mantener a nuestro pueblo vivo. No teman. Cuidaré de ustedes y sus hijos.”

Yosef pudo contestar de esta forma porque tenía fe en que el que dirige el mundo es D-os y que el dolor que sintió tenía un sentido y una enseñanza. No se regodeo en su papel de víctima, supo ver que había superado al joven vendido como esclavo por sus hermanos y que en ese momento ya era visir de Egipto. También, supo ver que sus hermanos habían crecido y cambiado (por eso los pone a prueba con Benjamín) y además supo compadecerse de ellos. Perdonar para él implicó hacer la paz con su pasado, su presente; tener la habilidad de ver a D-os en su historia personal y agradecerlo profundamente. Requirió de mucha madurez.