Enlace Judío México e Israel – Israel, un pequeño país del Medio Oriente con una superficie de solo 22,070 kilómetros cuadrados y una población de poco más de 9.2 millones, es desde hace algunos días uno de los países con más nuevos casos diarios per cápita a nivel mundial.

A partir de inicios de esta semana se han documentado más de 3,000 casos diarios, un marcado contraste con los primeros meses de la pandemia. Ciertamente, a principio de marzo, las autoridades tomaron severas medidas: los vuelos hacia el extranjero fueron cancelados casi en su totalidad; los comercios no esenciales cerraron y la población fue confinada varias semanas.

La reducción de los contagios, al igual que en países de la Unión Europea, permitió al gobierno acelerar el desconfinamiento, con la reapertura de bares, restaurantes y cafés, lugares de culto y la autorización de bodas y otros eventos, manteniendo el uso obligatorio de mascarillas. Sin embargo, desde julio los contagios se multiplicaron por cinco. El rebrote de la pandemia es atribuido a un desconfinamiento precoz, combinado con medidas limitadas de ayuda económica para los más afectados, incluso se ha registrado hambre en algunos grupos de trabajadores y empleados que fueron despedidos sin ninguna indemnización. 

Asimismo, el repunte de la pandemia está vinculado a la desobediencia de grupos religiosos ultraortodoxos y árabes israelíes del distanciamiento social y el uso de mascarillas; también de israelíes jóvenes con una actitud irresponsable de no acatar las restricciones y concurrir sitios de recreo. Hay quien también achaca el rebrote “a un desorganizado sistema sanitario”.

En este contexto, Israel experimenta cotidianamente manifestaciones, cada vez más violentas contra la mala gestión de la crisis sanitaria y económica del primer ministro Benjamín Netanyahu, a quien acusan de estar más preocupado “de salvar su pellejo” ante las acusaciones que enfrenta por corrupción.

Para limitar la propagación de la pandemia, las autoridades dividieron recientemente en cuatro categorías a las localidades a lo largo del país: rojas, anaranjadas, amarillas y verdes, según la tasa de infección. Así, se decidió imponer un toque de queda nocturno en cuarenta localidades y barrios del país por una semana. El Ejército respaldará a la Policía con múltiples tropas en esas localidades

En general, las nuevas restricciones que se imponen serán similares a las de la ola de Covid-19 de marzo, aunque más severas. Se limita el movimiento de personas a las proximidades de su domicilio, se impone el cierre de negocios que no sean esenciales y el cierre de los centros educativos, salvo algunas excepciones. Una fuente israelí que no se identificó declaró a un grupo reducido de periodistas que el estricto confinamiento intenta evitar la “pérdida completa del control; las próximas semanas serán críticas”.

Existe temor en particular de que los judíos ultraortodoxos, “semillero del coronavirus junto a los árabes israelíes no cumplan con el cierre de sinagogas en vísperas de fiestas judías de Rosh Hashaná y Yom Kipur del 18 al 29 de septiembre”. Las autoridades de Israel han informado que en el presente más de 108,000 personas han superado el virus, mientras que la cifra de fallecidos es ligeramente mayor a 1,000.

Un oficial de la Policía precisó que quien viole la restricción de movimiento de hasta 500 metros recibirá una multa de aproximadamente 147 dólares, quien se niegue a dispersarse de una congregación no permitida tendrá un multa de 294 dólares y quien abra un negocio no esencial 589 dólares. En este ámbito, el alcalde de Beitar lllit, una ciudad ultraortodoxa de 60,000 habitantes en el sur de Judea y Samaria, señaló que su comunidad no cumpliría con las reglas y acusó al gobierno de discriminar a las ciudades ultraortodoxas, como la suya.

A pesar de que el entorno del COVID-19 en Israel es muy complejo, existe confianza en las autoridades de que los ciudadanos retomen un concepto básico del ser judío: el valor de la vida. “Una persona vale todo, vale movilizar a la nación y eso se ha visto con la historia”. Paralelamente, es fundamental que el gobierno de Israel instrumente un plan de economía viable y se apoye a todos los sectores de la economía.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) contempla una caída del PIB de Israel de 6.3 por ciento este año, una reducción sin precedentes en las últimas 4 décadas. El Ministerio de Salud espera que la crisis sanitaria dure alrededor de seis meses más. La cultura de la innovación existente en Israel representa un elemento vital para que el país se adapte a la nueva realidad que surgirá cuando aminoren los impactos más severos de la pandemia.

Israel, como el resto del mundo, lucha contra una crisis inusualmente compleja. Necesita un liderazgo responsable, inteligente y valiente.

 


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