Enlace Judío México e Israel – Uno de los temas que más me han interesado en los últimos años es el de la justicia. ¿Qué hace a una cosa ser justa o injusta? ¿En base a qué medida se juzgan las acciones de los hombres? y ¿Cuál es la base moral de los sistemas legales, religiosos o ideológicos que nos rodean? ¿Por qué escoger uno sobre el otro? Son preguntas que el ser humano se ha hecho a lo largo de los siglos y que en el mundo judío suele estudiarse cuando Rosh Hashaá se acerca.

En está fecha se nos pide aceptar a D-os como el Creador del mundo y “coronarlo como Rey.” Se piensa que es el día en que D-os juzga al hombre y en base a ese juicio decide darle vida o muerte durante el año siguiente. Ello por necesidad nos lleva a preguntarnos cómo es que D-os juzga y a qué nos referimos cuando hablamos de justicia. Para ello exploraremos las concepciones de justicia que se han desarrollado en el mundo judío y el mundo occidental a lo largo de los milenios. Entendiendo ambos podemos acercarnos a lo que la Torá nos dice cuando habla de justicia. Esperamos les guste.

Tres términos para referirse a justicia en la Torá

En la Torá existen tres palabras que se refieren a cómo los hombres y D-os juzgan y que pueden ser traducidas como justicia o juicio. Son: “Mishpat” “Tzédek” (a veces “tzedaká”) y “Din.”

Mishpat son las leyes que D-os dio al hombre con respecto a cómo debe comportarse frente al prójimo. También son las enseñanzas de como hacer juicios, dirimir entre dos partes y el cuerpo legal que con el tiempo surgió a raíz de esas acciones. Es la justicia llevada a través del juicio entre partes.

Din es la intervención de D-os en el mundo a través de un juicio. Bajo la concepción judía, todo lo que existe proviene de D-os; Él es el origen y la fuente continua de vida. Cuando da bendición al mundo la vida se mantiene y florece sin embargo, cuando el hombre actúa en contra de los principios básicos divinos que mantienen esa vida D-os retira su bendición y eso generalmente se entiende como “justicia” o Din. Como si D-os hubiese hecho un juicio sobre el hombre y sobre la tierra. Por ejemplo, la característica divina de Din se ve muy presente en el evento del Diluvio, los contemporáneos de Noé habían trasgredido tanto el principio básico moral bajo el cual D-os creó el mundo que la vida humana ya no era posible sobre la faz de la tierra, ergo la vida fue destruida. Se muestra claramente la característica de Din.

Tzédek es la justicia vista desde la voluntad de D-os. En el judaísmo se piensa que D-os hizo al hombre y al mundo para que el hombre fuera un agente de bendición sobre la tierra al igual que D-os lo es. Se habla de tzedaká cuando ese objetivo último se cumple sobre la tierra, cuando la voluntad del hombre es acorde a la de D-os. Es una justicia vista en que las cosas deben ser de esa forma, porque D-os quiere que así las sean, pero es el hombre quien concreta la acción, que actúa en sintonía con los deseos divinos. Dar caridad se le llama “tzedaká” porque uno tiene conciencia que la riqueza propia llegó a sus manos por voluntad de D-os y que la recibió para poder hacer cumplir esa voluntad. Uno debe dar porque está cumpliendo con una voluntad y un orden moral superior al suyo. Tzédek y tzédaka hablan de hacia donde debe dirigirse el mundo y esa es bajo estos términos la justicia.

Sin importar a cuál de los tres términos nos refiramos la figura de D-os se hace presente en ellos; pues la idea de una justicia separada de D-os es impensable en los textos judíos. Es D-os Quien marca el sentido hacia el cual se dirige el mundo, la forma en que los hombres deben dimitir sus conflictos (hay una explicación extensa de ello en capítulo de Shoftim en el Éxodo y en la gran mayoría de los tratados del Talmud) y de D-os surge el orden natural bajo el cual se miden las acciones de los hombres. Otro aspecto que es esencial mencionar si uno quiere entender el pensamiento judío es que en todos los casos la Torá, la ley de D-os, es el parámetro bajo el cual se miden dichas acciones.

En el judaísmo se cree que la voluntad de D-os, la historia de Su relación con el hombre y el orden natural de las cosas fueron reveladas en la Torá. Ésta es vista como una ley divina que mantiene con vida y en orden el universo y debe regir las acciones del pueblo judío en una primera etapa y posteriormente del ser humano, en la época mesiánica. Es el eje central en el cual recae la justicia.

La justicia como ley

La idea anterior es bastante común a varios pueblos. La justicia casi para cualquier filosofía es inseparable de la ley. No se puede pensar en justicia sin ley, ni en leyes sin pensar en lo que es justo.

Las culturas han definido la justicia y la ley desde distintos términos dependiendo de su historia, ideales y valores. Sin embargo, la justicia generalmente se entiende como un orden moral máximo al cual las acciones del hombre deberían dirigirse. La ley como un cuerpo de mandatos y prohibiciones que el hombre crea para gobernar sus propias sociedades. Suele considerarse la expresión humana de la justicia (aquel orden moral eterno).

Hay muchas formas de ver la interacción entre ambas. Para algunos, la ley es justa únicamente si nace de la razón pura, no puede estar escrita puesto que la ley humana, cambiante tiende hacia la tiranía (la injusticia ejercida a través del poder). Para otros la ley debe provenir de un monarca o un grupo de gente capacitada para decidir sobre el resto de las personas y dirigirlas hacia la justicia que es esa voluntad. Mientras que algunos, la ley jamás podrá alcanzar la justicia plenamente pues esta última es un orden racional máximo del cual el hombre por esencia está separado.

Como mencionamos antes, en el caso judío la justicia y la ley son inseparables pues D-os se reveló al pueblo judío y les dio Su ley. El orden moral máximo y eterno que permanece a lo largo del tiempo es la Torá misma. El monarca capacitado para dictaminar leyes y ejercer su voluntad sobre sus seguidores es D-os mismo. En cuanto a la dicotomía entre ley divina y ley humana, para el judaísmo clásico es inexistente pues la Torá fue revelada al hombre y mientras el hombre se ciña a ella no habrá diferencia.