Enlace Judío México e Israel – Solo por el respeto que merecen las 77 mil muertes de mexicanas y mexicanos, nuestra discusión pública debería conducirse con la mayor dignidad y formalidad, dejar a un lado chascarrillos e improperios para que, en México, todo asunto relacionado con el covid-19 sea tratado con la mayor seriedad. Es grave, insisto, hablamos de 77 mil fallecimientos reconocidos.

Lamento que no sea el caso del vocero sanitario del gobierno federal. Él mismo, en conferencia y en alguna entrevista, se ha entretenido y ha despreciado el documento público “La gestión de la pandemia en México: análisis preliminar y recomendaciones urgentes” (https://es.scribd.com/document/475432014/La-gestion-de-la-pandemia-en-Mexico) en el que una ex secretaria y seis ex secretarios intentamos comprender los primeros cinco meses de la política gubernamental despegada para combatir la más grave crisis sanitaria en cuando menos un siglo. No estamos para bromas.

La de MILENIO es una entrevista oportuna y profesional, divulgada profusamente y, sin embargo, sin que mediara pregunta alguna, con tono derogatorio, el vocero López-Gatell dijo que los que firmamos el documento “nunca se familiarizaron con el funcionamiento del sistema de vigilancia que ellos mismos regían” y subrayó: “Se afirma que el sistema de vigilancia que hemos utilizado se restringe al sistema Centinela, que recaba información de 475 unidades de atención medica. Falso. Afirmo enfáticamente que esto es una falsedad”.

Sazonó con unos cuantos epítetos más, que no voy a repetir, pero es necesario que el público y la sociedad conozcan cuáles son las fallas del gobierno mexicano en esa crucial política pública.

¿Cuáles son los señalamientos precisos que hacemos en el documento? Que el modelo Centinela fue insuficiente, que la selección de las clínicas, centros, hospitales en donde se hacen pruebas no fue aleatoria, no tuvo validez estadística; durante demasiado tiempo dependió de “los casos que iban llegando” sin ir en busca de los casos que ocurren en el terreno y que al final, el mismo Centinela fue sustituido por otro “modelo” que otorga un lugar estelar al indicador de “hospitalización” y sigue sin reconocer los contagios que realmente suceden, allá en la calle.

Eso es lo que decimos y es la crítica a la que la honestidad intelectual debía responder. No lo hizo. Por lo demás, las 475 unidades a las que se refiere son una instrucción del Comité Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Conave), emitida el 24 de marzo, mediante oficio número 02595.

Por esa información tan pobre y poco representativa, ha sido tan difícil estimar la magnitud del fenómeno, documentar su distribución, su propagación regional, su tasa de contagio y letalidad real. Y por eso no ha sido posible elaborar planes ni estrategias precisas, más allá́ de anuncios genéricos en forma de cuadros, gráficos, semáforos. De allí también que todas las estimaciones, previsiones y pronósticos oficiales, hayan fallado rotundamente. No me alegro, pero es la verdad.

La mala calidad de la información para combatir la pandemia es uno de los fundamentos de nuestra discusión, pero no es la parte central, pues la respuesta oficial al nuevo coronavirus ha provocado situaciones graves que no debieron ocurrir nunca: la gente no está acudiendo o está llegando muy tarde al sistema de salud (79 por ciento ha muerto sin recibir cuidados intensivos) pues no se ha mandado el mensaje adecuado, la instrucción fue “quédate en casa”; México tiene el récord funesto de mayor número de muertos entre su personal médico y de salud (mil 320 hasta mediados de julio). El personal sanitario ya trabaja en condiciones de extenuación y malestar general provocando una oleada de protestas, como no se había visto en décadas (más de 230 manifestaciones documentadas en toda la República); somos un país cuya política no está haciendo caso de las recomendaciones de la OMS (especialmente la realización de 127 mil pruebas a la semana como mandarían los protocolos internacionales), y por supuesto el hecho de ubicarnos ya, mucho más allá del escenario catastrófico vaticinado por las propias autoridades.

Ahora bien, creo que aparte del diagnóstico que presentamos, el valor que tiene nuestro informe es el de proponer los cambios puntuales que necesita la política contra la pandemia. Se trata de propuestas que se toman en serio las lecciones que nos arrojan diferentes países. 14 cambios que son practicables de manera rápida para que la tragedia y el dolor no sigan creciendo.

Ayer el planeta testificó el millón de muertes por este nuevo mal, y los datos que nos llegan desde los mejores centros de investigación (Universidad de Washington) son más lúgubres: en 2020 morirán 2.8 millones por covid-19 de ellos, 1.9 millones, la mayor parte, ocurrirán entre septiembre y diciembre de este año. Gran parte de la desgracia se vivirá especialmente en India, pero también en los países grandes y densamente poblados que nunca pudimos controlar a la pandemia.

Creo que este es el que este es el objetivo, el tono y el contenido de la discusión necesaria, la discusión ante el problema más grave que enfrenta la nación.

Las evasivas, las malas lecturas, juzgar por intenciones, es lo último que esperamos de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de vida (o muerte) de muchos más mexicanos.

Aunque sea solo por eso, esperamos dignidad.

* El autor es profesor del CIDE y secretario de Salud entre 2011 y 2012

Fuente: Milenio.


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