Querido Enlace Judío

MAY SAMRA PARA ENLACE JUDÍO

Un gran rabino alguna vez dijo que no amamos a quienes más nos dan, sino a quienes más damos y nos entregamos. Un ejemplo es el de los hijos, que amamos más cuando más trabajo nos demandan. Esta parábola del rabino se puede aplicar en mi caso a Enlace Judío, construido desde cero y uno más de mis hijos.

Enlace Judío, te llevé en brazos cuando naciste pero más adelante, me llevaste de la mano hacia aventuras que, sin ti, jamás hubiera soñado vivir. Tu nombre resultó ser profético: tu surgimiento unió a comunidades judías, a filosemitas de clóset y a amantes desconocidos de Israel en una comunidad gigante de millones de personas que confían en ti y te aprecian.

Te debo el haber cambiado de vida, el haber superado mis complejos, entre ellos una timidez patológica: Enlace Judío merecía periodistas intrépidos, incluso temerarios, y con una chispa de “jutzpá”. Me forzaste a utilizar todos mis recursos, mis contactos, mis talentos y despertaste en mí la adrenalina enterrada en mi pasado de ama de casa. Por cierto, nunca más la pude volver a sepultar.

Además, y como todos los hijos, empezaste a tener vida propia. Ayer, hablando con un lector, me comentó que Enlace Judío es un “medio con alma”. Una alma que se hizo respetar. Un concepto completo que abrazó el judaísmo con desbocada pasión, integrando a Israel, filosofía, ritual, sociedad, gastronomía y miles de aristas más.

Nuestras andanzas

Recuerdo una de nuestras primeras aventuras.

En 2013, Elena Bialostocky y yo fuimos a grabar, el una universidad de la Ciudad de México, un evento anti israelí, el cual se volvió de pronto un evento antisemita cuando grabamos a una mujer de cabello rojo declaró: “… Si fuera cierto lo del Holocausto y hubieran matado así a millones de judíos, ya tuviéramos la suerte de que no hubieran más judíos en este planeta…” Al ser publicado el artículo, Bela Braun, un joven escritor, alejado de la Comunidad pero hijo de un sobreviviente del Holocausto, tomó el metro, entró a COPRED, Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación del entonces DF, y presentó una denuncia. Fue el primer caso de este organismo nacional. La grabación antisemita dio la vuelta a México , apareció en la prensa nacional y llegó a la Cámara de Diputados. México había cambiado: ya no guardaría silencio ante expresiones de odio antisemita.

La aventura siguió cuando grabamos otra conferencia antisemita, la de Salvador Borrego, un escritor que decía que “los judíos son el lado oscuro de la humanidad”. O cuando recibimos amenazas de muerte por denunciar una red de seudo- sinagogas que no eran lugares de culto, sino un jugoso negocio que desfalcaba a muchos aspirantes a la conversión.

¿Y qué decir, Enlace Judío, del artículo “El amor de mi visa”, en el cual Mark Achar y yo mostrábamos  cómo varones musulmanes sirios, palestinos  egipcios y de otros países árabes , seducían a través de Facebook a mujeres mexicanas, las cuales se desvivían para conseguirles visas y traerlos a México?  Recuerdo que tuvimos que pixelear la cara de la mujer que dio su testimonio y cambiarle la voz, porque temía por su familia.

“El amor de mi visa” se ha vuelto un blog en del cual mujeres mexicanas se consultan acerca de sus pretendientes virtuales del Medio Oriente. Y muchas veces, varias han reconocido a su acosador serial en los comentarios de otras…

Feliz décimo cumpleaños

Pero la odisea que más quiero agradecerte, Enlace, son los dos días en los que conviví con los rescatistas israelíes en el marco caótico del sismo de septiembre 2017 en México. Por ti, pretendí ser traductora del ejército israelí y pude grabar en vivo la actuación de estos héroes en nuestras calles, lo cual brindó 80,000 seguidores en un solo día a tu página de Facebook.  Al día siguiente, fungí de facto como traductora en el derrumbe de Álvaro Obregon 286 y escribí una de mis mejores crónicas.

Este sinfín de aventuras se ha traducido en palabras, imágenes y videos, en tus páginas, Enlace Judío. En programas en vivo por Facebook. En imágenes por Pinterest. Sólo me queda reconocer la labor gigantesca del equipo que te conforma y a mi socio en esta odisea, Nathan Shteremberg, quien creyó en el proyecto, se lanzó en él con la misma pasión, y no siempre recibió felicitaciones por ello.

¡Feliz cumpleaños, hijo!  A tus diez años, has logrado mucho: