Finalmente llegamos al final de una campaña electoral en Estados Unidos que se caracterizó por su negativismo y el ataque de un candidato al otro y no por una descripción propositiva de los cambios y políticas que piensan seguir.

Estoy escribiendo esta carta antes de que se cierren los comicios y desconozco que va a pasar. Las encuestas hacen suponer que va a ganar Joe Biden, pero no se excluye una sorpresa como en 2016.

Es interesante que al encuestar al pueblo sobre por quien votaría, el candidato demócrata salía adelante por 7% pero al preguntar por quien votaría el vecino del encuestado el margen se redujo a 3%. Esto se debe a que mucha gente no quiere reconocer que va a votar por Trump, un individuo grosero, ególatra y vanidoso que obtuvo buenos resultados en la economía y en la política externa y con quien se sienten cómodos.

Por otro lado, Joe Biden es una buena persona que no ha envejecido bien y tiene un problema serio de memoria y de concentración. La preocupación es que, si es presidente será influenciado demasiado por el ala izquierda del Partido Demócrata representada por los senadores Warren y Sanders y la diputada Ocasio-Cortez, socialistas exagerados que le han declarado la guerra a los empresarios y al capital, probablemente crecerían mucho el déficit, y por consecuencia, los impuestos.

La economía en Estados Unidos ha tenido una recuperación impresionante, pero aún está lejos de llegar a los niveles pre-COVID-19.

El tercer trimestre del año tuvo un incremento anualizado del PIB de 38% después de una caída del 33% en el segundo. Esto suena muy espectacular hasta que uno hace los números, ya que 100-33=67 y si eso aumenta 38% da 92.7 ó sea una caída de 7.3% sobre los números de marzo 31 que ya no eran muy buenos, pues la contracción por la pandemia empezó a partir del 13 de marzo y ya afectó los números de ese primer trimestre. De los empleos perdidos por el virus quedan aún 9 millones de gentes sin trabajo y mientras en Washington se pelean los políticos y no logran ponerse de acuerdo sobre el segundo programa de ayuda, hay mucha gente que no tiene dinero para comer o pagar la renta.

Este segundo paquete de rescate va a ser de cerca de 2 trillones de dólares (casi 2 veces el PIB anual de México) y no creo que se distribuya antes de enero, independiente del resultado de las elecciones.

Las estadísticas económicas reflejan números bastante buenos, aunque a veces contradictorios. La venta de casas en los suburbios se ha disparado, sobre todo las que tienen más recamaras que se pueden usar como oficina, pero las ventas a aquellos adquirentes que van a comprar casa por primera vez se a desplomado, indicador de una situación difícil para las parejas jóvenes que apenas empiezan.

La producción industrial se ha recuperado, pero no del todo y los números mes a mes van hacia arriba, pero los comparativos con el año anterior siguen deprimidos.

El consumo ha crecido poco y el ahorro ha subido, bajando los saldos en tarjetas de crédito, pero por otro lado el déficit comercial ha llegado a su máximo histórico, lo que indica que las exportaciones han aumentado menos que las importaciones dado que las economías de otros países no han rebotado tanto como la de Estados Unidos.

No cabe duda que la economía se enfrenta a vientos en contra como son:

  • a) Las elecciones y la incertidumbre de si el perdedor aceptará sin pleito el resultado
  • b) Sería muy importante que persista el balance que genera que el Senado y Presidencia estén en partidos opuestos
  • c) El resurgimiento de la cantidad de infectados por COVID-19
  • d) La gran cantidad de empleos perdidos
  • e) La crisis continua de todo lo relativo a hospitalidad (hoteles, aviones, restaurants, cruceros, cines, etc.) y el comercio al menudeo donde ha habido muchísimas quiebras de empresas que tenían años en el mercado (JP Penney, Neiman Marcus, Men’s Warehouse, etc).

La situación en México sigue muy grave, ya que el gobierno ha continuado con la política del avestruz que entierra la cabeza en el suelo y no ve a su alrededor y donde no han querido reconocer la gravedad de la crisis medica o económica.

El asociar al sector empresarial con prácticas corruptas que en el pasado fueron prevalentes y por tanto automáticamente suponer que continúan iguales, ha llevado a una confrontación seria entre el sector privado y el Ejecutivo que no es conducente a nada bueno.

El robo sigue imperante y aunque el presidente no lo quiera reconocer, la corrupción a niveles medios y en la calle sigue a un ritmo similar o peor que en sexenios anteriores.

La afirmación del secretario Herrera que el presupuesto austero no se va a modificar a pesar de los estragos del COVID-19 (que oficialmente ha provocado más de 90,000 muertes y tal vez más, pues los números del gobierno no necesariamente son verídicos), es una muestra clara de que la crisis económica y social va a continuar por un tiempo largo.

Siento que la extinción de los fideicomisos que aseguraban que obras de beneficencia, las artes y la investigación hace que todo esto esté en riesgo de desaparecer y acaba con un gran proyecto de nación que garantizaba su existencia sin importar quien ocupaba el palacio nacional.

El continuar con obras de gran costo y beneficio relativamente bajo como la refinería de Dos Bocas, el tren maya o el aeropuerto de Santa Lucia, me hacen pensar que intereses particulares de algunos grupos están por encima de las necesidades de las masas.

Se ha desatado un terrorismo fiscal basado en interpretaciones unilaterales del código fiscal que rayan en chantaje, lo que me preocupa pues envía el mensaje equivocado a los inversionistas potenciales que piensan en instalarse en México y solo los detiene el no estar seguros que van a encontrar un Estado de derecho.

Israel está pasando por un buen momento al empezar a normalizarse la relación con los países árabes, pero trata de recuperarse tras la segunda ola de COVID-19 que cerró al país.

La economía se ha detenido un poco al desplomarse el turismo, pero el desarrollo tecnológico sigue viento en popa, sobre todo por todo lo que han desarrollado empresas israelíes en seguridad cibernética, trabajo desde casa, integración de sistemas y desarrollo de inteligencia artificial.

En lo referente a los mercados, octubre fue un mes malo para las acciones, sobre todo la última semana del mes que tuvo una caída de casi 5%. La pérdida mayor estuvo en las empresas tecnológicas que habían subido muchísimo, ignorado los problemas de la pandemia y a pesar de reportar resultados mucho mejores que los proyectados, tanto en ventas como en utilidades, sus precios se cayeron hasta 10% (Apple, Amazon, Netflix, etc.)

Los bonos tampoco tuvieron un buen mes con la tasa del bono de Tesorería de 10 años subiendo 0.12%, cifra que no suena como mucho, pero es un incremento del 15% mientras que en Alemania, donde todo el continente está combatiendo la segunda oleada de la pandemia, la tasa del bono de 10 años se situó en –0.63%, el punto más bajo histórico, es decir que para que le devuelvan 1000 euros al inversionista en 10 años tiene que depositar 1088 euros el día de hoy. ¡Ridículo!

Los bonos de países emergentes tuvieron un comportamiento decente con un pequeño resultado positivo y los bonos chatarra llevaban buen mes, pero la última semana devolvieron toda la ganancia.

El oro bajó de $1,900.00 y al no haber inflación no hay mucho interés en comprarlo, aunque el argumento de costo de oportunidad es menos válido cuando el dinero esta tan barato.

Espero que sigan ustedes sanos y cuídense mucho pues este virus es muy traicionero.

Como siempre les mando un muy afectuoso saludo.