Enlace Judío México e Israel – A poco menos de dos meses de concluir su gestión al frente de la Comunidad Sefaradí, David Sarfati conversó con nosotros sobre los retos que enfrentó, sus logros y sobre cómo la pandemia fortaleció a esta importante institución. 

David Sarfati, presidente de la Comunidad Sefaradí de México, asumió su puesto con importantes retos en la mira: darle continuidad a los planes que ya existían, integrar un buen equipo de colaboradores, mejorar y modernizar el Colegio Hebreo Sefaradí, renovar al equipo que se encarga de llevar a cabo el rito, y que encabeza el joven rabino Moisés Chicurel…

Lo que nunca imaginó Sarfati es que, además, enfrentaría, como el resto del mundo, a la peor crisis sanitaria de la historia reciente: la pandemia de covid-19.

“La pandemia implicó un reto multidimensional. No solamente un reto sanitario (…). Tuvimos que adoptar medidas muy fuertes para (…) prevenir contagios, salvaguardar la salud”, dice en entrevista exclusiva con Enlace Judío, a poco menos de dos meses de concluir su gestión.

El segundo reto que supuso la pandemia “fue mantener la vinculación con nuestros socios a distancia; tuvimos que reinventarnos en los medios de comunicación, en los medios de vinculación (…) y mantener los servicios esenciales en funcionamiento.”

La comunidad tuvo que darle continuidad a los servicios que no pudieron aplazarse, como algunas bodas o bar mitzvá, que se realizaron con un mínimo de asistentes y extremando medidas de seguridad sanitaria.

La educación a distancia, como en el resto de los colegios de la red judía y del país, tuvo que implantarse para darle continuidad a la educación de los niños de la comunidad, pese a que el Colegio Hebreo Sefaradí no estaba preparado para ello. “Entonces, se reinventó la manera. Los maestros (han estado) haciendo un enorme esfuerzo hasta la fecha, y mi reconocimiento al cuerpo de maestros, no solamente del Colegio Hebreo Sefaradí: de toda la red escolar judía y de toda la red del país, porque de veras, también son héroes de la educación.”

El covid-19 también implantó “un reto económico muy fuerte porque a nuestros socios la pandemia también les ha afectado en sus ingresos, en sus negocios, en sus profesiones, y eso a su vez, pues trae un retardo en la recuperación de cobranza, retardo en el pago de obligaciones de los socios, retardo en el pago de donativos ofrecidos, y entonces, institucionalmente, tuvimos que adoptar todo un plan anticrisis desde el punto de vista financiero.”

Salir fortalecidos

“Dicen por ahí que las crisis son buenas consejeras”, recuerda David Sarfati, en cuya mirada serena y tono asertivo puede advertirse la tranquilidad de quien sabe que ha cumplido con su trabajo. “Si algo tenías que haber hecho antes, bueno, ahora lo tienes que hacer porque estás obligado a hacerlo.”

Así, la pandemia obligó a la comunidad a “ser más eficientes con menos recursos. En ese sentido sí (nos fortalecimos). La otra es que en la vida a veces damos valores por sentado. Por ejemplo, la salud. Es un valor dado. ¿Cuándo te das cuenta del valor de la salud? Cuando te falta la salud. Lo mismo en la comunidad, la vida comunitaria y todo lo que la comunidad hace por todos los socios, también es un valor dado. La gente dice ‘¿pero qué me da mi comunidad? ¿Por qué pago mi cuota?’ Y no se da cuenta hasta ahora que falta. Y ahora que falta, todo mundo ha redimensionado el valor de la comunidad” Sefaradí, y de la Comunidad Judía de México en su totalidad.

Tras meses de incertidumbre, “la comunidad sigue viva, está vibrante”

Otro aspecto en que la comunidad se ha visto fortalecida tiene que ver con la mayor asistencia a los eventos que, ahora en formato virtual, han convocado incluso a más gente que cuando se realizaban presencialmente.

Hoy, tras meses de incertidumbre, “la comunidad sigue viva, está vibrante, estamos muy activos. Los socios, interesados en muchas de las cosas que hacemos, y la gente, recibiendo todos los servicios que necesita de la comunidad.”

También la comunicación de la comunidad se ha fortalecido, dice Sarfati. La incorporación, apenas en enero, de Patty Saltiel y Gina Labán como voluntarias derivó, entre otras cosas, en un cambio en el logotipo y el slogan de la comunidad: “somos parte de algo más grande.”

“A veces estamos muy metidos cada uno en su vida, en sus cosas, en sus ocupaciones, y esto te da la oportunidad de reflexionar y valorar que no es tu familia nuclear sino es tu familia extendida, que no es nada más tu profesión sino que eres un gremio (…), que no es nada más la Comunidad Sefaradí per se, o nosotros como un miembro de la comunidad, sino somos partes de una comunidad (la Comunidad Judía de México) que a su vez es parte de todo un mundo, el mundo judío (…),  que ahora estamos más vinculados que antes, con los medios digitales.”

Para Sarfati, en el nuevo slogan de la comunidad hay no sólo un mensaje de motivación por pertenecer a ese algo más grande, sino la invitación “a cada uno de nosotros, a dar más de nosotros mismos hacia los demás.”

Los logros

Como si haber armonizado a la comunidad y haberla mantenido a flote durante la dura crisis causada por la pandemia de covid-19 no fuera suficiente, la administración de Sarfati puede presumir varios logros concretos.

Entre ellos se encuentra la ampliación del Kolel, que es “el lugar donde se estudia la Torá dentro de nuestra comunidad; (además) tuvimos la oportunidad de hacer el ingreso de un nuevo Séfer Torá en nuestro templo, Shaar Hashamaim; tuvimos la oportunidad de remodelar y reinaugurar la tevilá de mujeres, la tevilá de hombres, y ahora estamos por inaugurar la nueva Rejitzá, que es para el lavado ritual de las personas fallecidas, en nuestro Bet Hajaim, que es el panteón de la Comunidad Sefaradí. También la remodelación del Midrash, que es donde se hacen los rezos diarios.”

Un nuevo presidente

El próximo presidente de la Comunidad Sefaradí será el ingeniero David Litchi, quien es miembro del equipo de Sarfati. Esta lógica de continuidad no es nueva. “Nuestra mesa directiva actual viene de la mesa directiva anterior”, recuerda Sarfati. “Nosotros ya trabajábamos para la institución y habemos gente que hemos trabajado por décadas para la institución. Entonces, somos gente que sí tenemos la experiencia y el conocimiento de lo que es la comunidad, de lo que la comunidad necesita pero siempre incorporar nuevos elementos, nuevos voluntarios y nuevos profesionales tiene otro punto de vista.”

Cuando habla sobre su sucesor, Sarfati proyecta tranquilidad y confianza en que deja la institución en muy buenas manos. “Es una persona con muy alto perfil. Es una persona con mucha experiencia institucional, además de su experiencia empresarial y organizacional. Es una persona que tiene mucho conocimiento de la Comunidad Judía de México. Él es parte integral del CAE, que es el Comité de Análisis Estratégico de la CJM, y él es presidente hasta la fecha de Fundación Activa, que él ha venido a revolucionar, además, a modernizar. Ha cambiado totalmente la oferta y el enfoque de Fundación Activa, precisamente por esta capacidad y esta visión que él tiene.”

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