Enlace Judío- Esta festividad es celebrada durante 8 días, Janucá data de la época de la hegemonía helénica en Israel, que comienza con las conquistas de Alejandro Magno, quien liberó al pueblo judío de la opresión de Persia, ya que el regímen griego pretendió alejar a los judíos del judaísmo, con la esperanza de asimilarlos a la cultura griega, sin embargo el pueblo judío entró a Jerusalén y encontraron el Templo Sagrado en ruinas y profanado con ídolos.

Los Macabeos hicieron una restauración, y lo reinauguraron el 25 de Kislev, cuando llegó el momento de reencender la Menorá, hicieron una inspección en el Templo, y sólo encontraron una vasija de aceite puro que llevaba el sello del Cohen, pero no había más aceite con que encender la menorá para los siguientes días y sucedió el milagro ya que esa pequeña vasija de aceite logró que durante 8 días estuviera encendido el fuego y a partir de entonces, es por eso que observamos la festividad durante 8 días.

Además de recordar el acontecimiento de aquella época, Janucá también podemos adaptarla a nuestros tiempos debido que algunos de nosotros todavía vivimos fuera de Israel y lo que nos hace seguir un desafío pues luchamos con las costumbres locales que pueden tentarnos a olvidar nuestro ser judío, nuestras raíces y sentirnos más nacionalistas.

Por lo que Janucá es una señal para seguir manteniendo nuestras raíces, nuestro judaísmo porque así como ocurrió con los griegos, puede ocurrir con las naciones actuales, por lo que Janucá es el momento idóneo donde tenemos que recordarnos a nosotros mismos y que si bien el mundo físico es insignificante como un fin en sí mismo, es increíblemente significativo como un medio para conectarnos con Hashem y con el reino espiritual.

La batalla de Janucá, en términos del enfrentamiento entre los valores griegos y judíos, es tan relevante hoy como lo fue hace 2,000 años atrás. Por cierto no es coincidencia que Janucá tenga lugar cada año exactamente cuando los valores físicos del mundo occidental nos rodean con mayor prominencia.

Tal como el pueblo judío resultó victorioso tanto físicamente como espiritualmente en el momento del milagro original de Janucá, ahora esperemos que Hashem nos ayude a continuar ganando en la actualidad las batallas espirituales, pero también poner un granito de arena por parte de nosotros para el mantenimiento en la conexión con nuestra herencia y con los valores judíos, y a poder transmitirlos a las futuras generaciones y así mantener e intensificando el espíritu de Janucá durante todo el año.

Jag Janucá Sameaj


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