Enlace Judío – A principios de mes, el jeque Hamad bin Khalifa al Nahyan, un empresario de los Emiratos Árabes Unidos, compró la mitad de las participaciones del equipo de fútbol Beitar Jerusalem. La importancia de este movimiento no puede ser subestimada.

El club de la capital se ha distinguido a lo largo de su historia por ser el más racista de Israel. En sus 74 años de historia no ha firmado a ningún jugador de la comunidad palestina-israelí. Hubo dos instancias en las que contaron con jugadores musulmanes dentro de sus filas: en 2006, contrataron a Ndala Ibrahim, quien dejó al Beitar después de cuatro partidos debido al acoso por parte de los aficionados del equipo.

Además, en 2013 firmaron a Zaur Sadayev y Dzhabrail Kadiyev, quienes fueron recibidos con cánticos racistas y pancartas que decían “Beitar siempre puro”. A causa de su presencia en el equipo, dos hooligans prendieron fuego a las instalaciones del club. El documental Forever pure, ganador de un premio Emmy, relata los acontecimientos posteriores al ingreso de Sadayev y Kadiyev al equipo. 

La porra de ultras aficionados del equipo, conocida como La Familia”, se identifica con la extrema derecha y ha sido protagonista de varios escándalos. Tanto en 2015 como en 2007, mientras se guardaba un minuto de silencio recordando al primer ministro izquierdista Itzhak Rabin, los ultras abuchearon y corearon el nombre de su asesino: Yigal Amir.

Asimismo, dentro de su gama de cánticos en días de partidos, figuran algunos como  “muerte a los árabes”, “somos el equipo más racista de Israel” o “Mahoma es homosexual”. Los incidentes violentos tampoco se han hecho faltar. A lo largo del tiempo, múltiples trabajadores árabes en los alrededores del estadio han reportado haber sido atacados por los aficionados del equipo

En los últimos años, el club se ha tratado de distanciar de los incidentes discriminatorios a manos de sus aficionados. En 2019, Moshe Hogeg, quien compró al Beitar en agosto de ese año, decidió multar con un millón de dólares a cada aficionado que entonara cánticos discriminatorios. Desde ese momento, la asistencia de miembros de “La Familia” al estadio disminuyó gradualmente. 

En ese contexto, cuando Al-Nahyan adquirió 50% del equipo a principios de diciembre dijo que la puerta estaría abierta para contratar jugadores árabes. En una conferencia junto con Hogeg, se explicó que querían “demostrar que los judíos y musulmanes pueden trabajar juntos” y se refirieron a los ultras de La Familia como “gente ignorante que ha sido lavada del cerebro” a quienes había que mostrarles la luz. 

Algunos aficionados de La Familia no recibieron bien la compra del equipo, ya que  escribieron vituperios sobre Al-Nahyan y su país en la pared del estadio del club. Además, fueron a las instalaciones de entrenamiento a entonar cánticos discriminatorios. 

Sin embargo, es fundamental notar que más de una centena de aficionados del Beitar celebraron la compra y le dieron la bienvenida al nuevo dueño. Personalmente, eso me emociona. A pesar de las múltiples instancias de discriminación en el futbol tanto en Israel como en el mundo, creo que el juego debe de servir para unir a la gente.

Espero que el Beitar Jerusalem se torne en un ejemplo de coexistencia entre árabes y judíos, haciendo recapacitar a miembros de La Familia y representando una luz después de la oscuridad en el deporte israelí.

 


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