Enlace Judío – En el sitio de Nueva Sion en su edición del 24 de noviembre pasado el periodista Roberto Frankenthal analiza con profundidad el desarrollo y situación de la comunidad judía de Alemania para la que plantea un futuro incierto. Frankenthal es un periodista judío argentino residente hace más de 3 décadas en Alemania.

Unos 200 mil judíos viven hoy en Alemania, la mayoría de ellos llegados en las últimas tres décadas desde la ex Unión Soviética. De esta cantidad total, poco menos de la mitad tiene una participación en una institución judaica. En esta nota abordamos la evolución comunitaria, su crecimiento en los 90 y sus transformaciones en las últimas décadas, y advertimos sobre el crecimiento del fenómeno antisemita, tanto a nivel de la representación política como en la vida cotidiana: expresiones filonazis en público o ataques verbales contra minorías están penadas por la legislación, pero las condenas por estos hechos por ahora no surten efecto disuasorio en los perpetradores.

Con anterioridad a la caída del Muro de Berlín y la reunificación germana, la presencia judía en Alemania era estadísticamente insignificante. En el territorio occidental se habían afincado unos 30,000 judíos y del lado oriental su número no superaba los 1,400, todo esto dentro de una población total (sumando las dos Alemanias) de más de 80 millones de habitantes. Con esta realidad como punto de partida, la situación actual solo se puede describir como pujante y exitosa.

Actualmente unas 200,000 personas que viven en Alemania se consideran a sí mismos como judíos. De esta suma total, solo un poco menos de la mitad tiene una participación en una institución comunitaria. La representación política de la comunidad  la ejerce el Zentralrat der Juden in Deutschland (Consejo Central de los Judíos en Alemania), que representa a unas 100 comunidades (ortodoxas, conservadoras y liberales) con unos 97,000 miembros. Paralelamente existe una Union Progressiver Juden (Unión de Judíos Progresistas) con unas 25 comunidades y casi 5,000 miembros. También Jabad Lubawitsch funciona en Alemania con unos 27 rabinos en activo. Detrás de las comunidades históricas de Francia y el Reino Unido, la de Alemania se ha convertido en la tercera de Europa, y la que claramente ha tenido el mayor crecimiento poblacional en las últimas décadas.

La mayoría de estas personas inmigraron en las últimas tres décadas de los países de la ex Unión Soviética. Una segunda minoría, que se ha asentado principalmente en las grandes ciudades (p. ej. Berlín), son provenientes del Estado de Israel. En la capital de Alemania están registrados más de 6,000 ciudadanos israelíes y se calcula que su número distribuido por el resto del país, llega a alrededor de 10,000 personas. Este flujo de inmigrantes israelíes también comenzó en la década del 90. El flujo inmigratorio desde la ex Unión Soviética prácticamente ha cesado, ya que las autoridades alemanas endurecieron los requisitos para inmigrar legalmente al país en los últimos años.

La década del 90 y la primera posterior al cambio de siglo fueron de muchísima actividad para las comunidades judías en Alemania. Debieron cumplir con una doble función: por un lado contener a los recién llegados y ayudarlos a integrarse a la sociedad alemana, y por el otro transmitir conocimientos básicos de judaísmo a los inmigrantes, ya que muchos de ellos habían vivido décadas enteras en la ex Unión Soviética sin contacto con las tradiciones o instituciones judías.  

Un rol fundamental en esta tarea de integración cumplió la Zentrale Wohlfahrtsstelle der Juden in Deutschland (Oficina Central de Bienestar de los Judíos en Alemania), que administró los cuantiosos fondos provenientes del Estado para integrar a los nuevos inmigrantes. Del centenar de sinagogas con las que cuenta este país en la actualidad, más de 40 han sido inauguradas después de 1990. Esta actividad edilicia también solo fue posible por el cuantioso apoyo financiero de las diferentes instancias comunales, provinciales y federales. Uno de los talones de Aquiles de ese desarrollo descomunal, fue que durante las últimas décadas, los presupuestos de las comunidades judías dependían hasta en un 90% de los aportes del Estado alemán. Esa tarea ya ha finalizado y las comunidades han ingresado en una nueva etapa, donde deben encontrar nuevas fuentes de financiación, a pesar de que siguen recibiendo fondos estatales.

En la última década también se ha ido reduciendo paulatinamente el número de judíos ligados a instituciones comunitarias. A partir de 2007 la cantidad de miembros comunitarios ha ido decreciendo en aproximadamente 1,000 personas por año. Las causas de esta situación son varias: 

a) el arriba mencionado fin de la inmigración masiva y 

b) la estructura de edad de los miembros de las comunidades (más del 35% con 60 o más años)

Los cambios ocurridos en las últimas décadas han sido muchos y esto también se ve reflejado en las autoridades comunitarias. 

Aproximadamente la mitad de las comunidades judías hoy son dirigidas por personas que han inmigrado de la ex Unión Soviética. En el nivel máximo de representación, el Consejo Central de los Judíos en Alemania, solo uno de los miembros de la Comisión Directiva es un inmigrante de la ex Unión Soviética. El actual presidente Josef Schuster y el anterior Dieter Graumann nacieron en Israel en la posguerra y regresaron con sus respectivas familias en los 50 a Alemania. El Consejo Central, consciente de estos cambios, ha organizado un relevamiento digital sobre la situación de sus representados. Una empresa especializada viene realizando una encuentra online, de la cual saldrá un barómetro comunitario, que se espera, refleje los intereses y las expectativas de una buena cantidad de judíos en Alemania. Los resultados de esta encuesta se esperaban para finales de julio del 2020.

El peligro del antisemitismo

Frente a estos problemas estructurales la comunidad judía de Alemania, debe enfrentarse a una situación extracomunitaria excepcional desde el final del Holocausto. Existe una fuerza política con representación parlamentaria a nivel comunal, provincial y nacional, la Alternativa para Alemania (AFD) con un claro y marcado discurso antisemita. Con 89 bancas en el parlamento federal, forman la principal bancada de oposición al actual gobierno federal (Coalición CDU-SPD democratacristianos y socialdemócratas). 

Mientras a nivel nacional el discurso de la AFD se limita a relativizar el nazismo o glorificar a los soldados alemanes de ambas guerras, en los niveles provinciales y comunales no se priva de propagar las tesis de los Protocolos de los sabios de Sión y otras teorías conspirativas antisemitas. A todos los niveles existen profusos contactos con fuerzas extraparlamentarias de inspiración neonazi. También es de destacar que el discurso relativizador del nazismo o la glorificación del militarismo alemán pasado, se extiende a círculos mucho más allá de la AFD, encontrándose casos parecidos en las Fuerzas Armadas, de seguridad o en la justicia de Alemania.

El otro gran problema de la comunidad es la aparición de un antisemitismo callejero protagonizado principalmente por jóvenes de ascendencia turca y/o árabe que viven en Alemania, educados muchas veces en ambientes cerradamente musulmanes o provenientes de países árabes con políticas de Estado antisemitas que se sienten provocados por cualquier persona que camine por las calles alemanas con una Kipá puesta o una Estrella de David visible.

Expresiones filonazis en público o ataques verbales contra minorías están penadas por la legislación alemana, pero las condenas por estos hechos por ahora no surten efecto disuasorio en los perpetradores de este ataque. Esta problemática es conocida a nivel oficial y ha tomado tal dimensión, que tanto a nivel nacional como provincial se han nombrado a funcionarios solamente encargados de actuar sobre el tema del antisemitismo.

El discurso estatal sobre el tema es univoco, pero pareciera ser que ya no representa al total de la sociedad alemana. Una de las normas no escritas pero aceptadas por el establishment político alemán es la responsabilidad de Alemania de que el Estado de Israel puede existir dentro de fronteras seguras.


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