Enlace Judío México e Israel – Desaparecieron los abrazos, los besos, los apretones de manos, desapareció la cercanía, apareció la distancia, cuando ves una serie no te preguntas: ¿se abrazan? ¿se dan la mano?, ¿no te sientes extraño? ¿A poco eso lo hacíamos nosotros antes?

Después de 9 meses y con ganas de observar que ha cambiado, veo muchas cosas que desaparecieron:

Los viajes, los turistas no visitan mas esos lugares saturados, recuerdo haber estado en Europa en 2018 y vi una revista TIME en el aeropuerto de Heathrow que hablaba de la plaga del turismo, de las ciudades que estaban poniendo reglas muy claras sobre los visitantes de sus ciudades, recuerdo Louvre un día de verano donde contabilizaron mas de 50,000 visitantes, el calor y humedad de esa cantidad de gente podría estropear las obras de arte. Pero se esfumaron.

Desaparecieron los museos, las convenciones, los estadios pararon, volvieron solo como escenarios, desaparecieron los maratones, las olimpiadas, las ferias, los bazares, , pararon los tráficos, los guías turísticos, los recorridos históricos, las experiencias sensoriales, la ultima y nos vamos se pide a las 6:30 pm.

Las noches, salir después de las 8 pm es casi salir de madrugada, no hay actividad, no hay fiesta, no hay alcoholímetro, no hay bares, no hay vestidos de fiesta, nadie sale arreglado fuera de su casa, cero conciertos, la música se oye en audífonos, no hay cine, se terminaron las visitas a la gran pantalla, parece que los estrenos también han desaparecido, solo se produce con un IPhone y los cortometrajes son largos comparados con un tik tok.

Desaparece la rutina infernal de prisa, aparece la rutina sosa, lenta, incumplida, informal, vacía, desapareció la agenda de ir a casa de papa, de ver a mama, de visitar a los abuelos de celebrar con todos los hermanos, desapareció la critica familiar la cambiamos por la critica a los que no se quedan en casa, a los que viajan, a los que van a trabajar.

Los nuevos templos los hospitales, los lugares de culto cerrados, restringidos en capacidad, temerosos del encuentro fraternal, separados por la sana distancia y la molesta compañía, se reza por la ciencia, se invoca de los cielos la capacidad humana de una cura, se cimbra la vida con la muerte diaria.

El mundo cambio por completo y cambio la inercia que lo movía, no hay prisa, sobran las horas, cambian las agendas, hay gente disponible, no hay familia mas allá de la que duerme en el mismo techo, se alejan los amigos, se extrañan las conquistas, se prohíben las bodas, los cumpleaños se minimizan a un pastel con velitas.

La gente no sale, acusan si ve movimiento, se alejan de la muchedumbre, se denuncia la convivencia, se incrementa la soledad, inclusive dentro de casa cada uno su Instagram, cada persona al ritmo de su Serie.

Desapareció la ambición, cerraron negocios, otros no saben si sobrevivirán, unos no saben si alguna vez abrirán, desaparecieron los planes, se sobrevive con los víveres que nos venden los supermercados en línea, se ansia la compra del Marketplace que te promete su llegada en menos de 24 horas, ese momento puede convertirse en el momento mas ansiado del día, de la semana… en lugar de tocar las telas o las texturas, acariciamos el mouse, apretamos la tecla.

Educación suena a palabra vieja, asistir a un colegio, graduarte de la universidad, viajar a una maestría, inscribirte a un curso ejecutivo, pelear con el trafico para llegar a la hora de la clase, del congreso, de la conferencia, absorbemos material de YouTube, ya aprendimos a subir videos, y a bajar nuestro ego por los títulos universitarios.

Se diluye la fuerza del pasado, te separas de los que veías a diario, se reduce tu visión de ellos a una pantalla de diagonal de 13 pulgadas o 15 si eres mas visionario, se encierra nuestro universo a nuestros metros cuadrados, al lujo de una maseta, de un patio o de un jardín.

Devora el encierro, sucumbe la rutina, espanta la soledad, molesta la indiferencia, absorbemos noticias, discutimos por texto, reenviamos en multitud videos, pistas, consejos que enseñen la salida del laberinto del virus.

Abundan los perros del Covid, los cachorros de abril ya tienen tamaño y edad adulta, acompañan a los solos, unen a los dispersos en casas sin contexto o contención, desaparecen las parejas de la mano, se rompen los frágiles matrimonios, se vacían los departamentos de los amantes, las casas de los nómadas, de los ejecutivos que visitaban la ciudad por trabajo y ahora trabajan por una conexión mas rápida que su vida. Los hoteles cierran, las casas se viven, se llenan, se desgastan y se arreglan las paredes.

La pregunta molesta, es casi blasfemia, ¿hacia falta que pasara? ¿Es di-s el que quiso que esto pare? ¿Veníamos mal? ¿No lo podíamos ver? ¿Qué quiere di-s de nosotros? ¿Es malo lo que pasa? ¿Es que la humanidad necesitaba visualizar un bien común, una salida del acertijo? ¿Es uno el que tiene el problema o somos nosotros mismos la solución?

El tiempo va a pasar y muy probablemente lo olvidaremos ¿o no? Lo que es seguro es que muchas cosas van a seguir desapareciendo… como desaparece 2020 sin saber en que momento nos pausamos de existir.

Si estás leyendo esto, es que no desapareciste, solo se te ha regalado una nueva forma de aparecer, aparece con ganas, aparece con fuerza, aparece con actitud, con empatía con luz, con imaginación, con originalidad con ganas de estar vivo de no desaparecer.

Aparece con intención de que haya valido la pena, aparece con empuje, liderazgo, emoción. Aparece la emoción de crear.

Aparece de la obscuridad y sorprende a quien puedas, por lo menos a ti mismo.

Aparece con ímpetu, con amor, con vibra, con visión, con nuevos ojos, con días de intensidad y con noches de descanso.

Aparece a la vida como el día que naciste, sin prejuicios, con las manos abiertas, desaprende lo mal aprendido, aparece con mas amor y desaparece la indiferencia, desaparece es la rutina, aparece la emoción de crear y de amar.

Desapareció un año, aparece otro nuevo, has que aparezca con la lección aprendida.

Ojala que lo único que haya desparecido sea esta pesadilla y aparezca el sueño de vivir una vida que valga la pena.


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