Enlace Judío – La Reforma protestante, el movimiento religioso cristiano iniciado en Alemania en el siglo XVI por Martín Lutero, llevó a un cisma de la Iglesia católica en Europa Occidental para dar origen a numerosas iglesias agrupadas bajo la denominación del protestantismo.

Las principales causas que originaron la Reforma se vinculan a “numerosas acciones de corrupción eclesiástica y falta de piedad religiosa”. Fue la venta de indulgencias para financiar la Basílica de San Pedro en Roma el motivo que determinó el momento de inicio de la Reforma protestante.

Es de destacar que la denominación de protestante comenzó a ser utilizado a partir de 1529 cuando varios príncipes alemanes firmaron la protesta de Espira, un documento en el que manifestaron su disconformidad por los intentos del emperador Carlos V de someterlos a la autoridad del Papa. También irrumpieron otros reformistas: el alemán Thomas Müntzer, el suizo Ulrico Zuinglio, el francés Juan Calvino y el escoces John Knox.

La Reforma buscó un cambio profundo y generalizado de la Iglesia católica, además de negar la jurisdicción del Papa sobre la cristiandad. Así surgió la Iglesia anglicana y varias iglesias protestantes: el luteranismo, el calvinismo, y el presbiterianismo. La Reforma empezó en Wittenberg; su impulsor fue el monje y teólogo alemán Martin Lutero (1483-1546), quien el 31 de octubre de 1517 clavó las 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg.

En ese documento de su autoría critica diversas prácticas de la Iglesia católica, entre ellas, las consideradas previamente indulgencias y la acumulación de bienes materiales y el retorno de los valores cristianos primitivos; asimismo, entre otros cambios, redujo los sacramentos a solo dos: el bautismo y la eucaristía y no acepta la veneración de imágenes y el purgatorio.

En este contexto, la actitud de Lutero hacia los judíos se modificó con el tiempo. En 1536 expresó gran preocupación por su situación prevaleciente en Europa y manifestó su idea de convertirlos al cristianismo a través de una reforma evangélica. 

En su juventud Lutero habría sido más amistoso con el pueblo judío. En su tratado de 1523 dijo que Jesucristo nació como judío y recordó “que los judíos son el linaje de Cristo”; además, pidió un mejor trato a los judíos del que habían recibido de los papas. En este sentido surge la pregunta ¿Cómo alguien que hizo tanto para glorificar a Jesús, podría desobedecerlo en esta área?

Se considera que el factor principal que condujo a Lutero hacia el antisemitismo fue su anhelo por una sociedad protestante unificada, quería que las dos ramas de la Iglesia y el Estado fueran una comunidad que aplastara o desterrara a todos los grupos amenazantes. Lutero de ninguna manera quería ver subvertido el orden civil, político y teológico, y por eso “se agotó” su paciencia y ya no pudo soportar la presencia de los judíos en el territorio protestante.            

Más tarde denunció al pueblo judío y alentó a sus compatriotas en su persecución. En este sentido realizó una campaña exitosa contra los judíos en Sajonia, Brandemburgo y Silesia. En agosto de 1436 el príncipe elector de Sajonia, Juan Federico, emitió un mandato que prohibía a los judíos habitar, participar en negocios, e incluso atravesar su reino.

Josel de Rosheim, quien intentó ayudar a los judíos de Sajonia escribió en sus memorias que su difícil situación era debido “a que el sacerdote llamado Martin Lutero escribió y publicó muchos libros heréticos en los que dijo que todo el que ayudara a los judíos estaría condenado a la perdición”. 

Las principales obras de Lutero sobre los judíos, su tratado Sobre los judíos y sus mentiras, de 65,000 palabras, y Del nombre incognoscible y las generaciones de Cristo, reimpreso varias veces en la vida del autor, fueron escritas en 1543, tres años antes de su muerte. Se cree que Lutero se vio influenciado por el libro La Creencia Judía al Completo de Antón Margaritha, un converso al cristianismo. Este autor publicó en 1530 su libro antisemita que fue leído por Lutero en 1539.

En 1543 Lutero publicó sobre Sobre los judíos y sus mentiras, obra en la que llega a afirmaciones como las que los judíos son un pueblo abyecto y despiadado, es decir, no un pueblo de Dios, y su jactancia de linaje, su circuncisión y su ley deben considerarse sucios, están manchados por las heces del diablo, en las que se revuelcan como cerdos.

La sinagoga es una impura, una ramera incorregible, una mujerzuela impía. Lutero propugnaba que las sinagogas y escuelas rabínicas fueran pacto del fuego, sus libros de oración destruidos, que se prohíba a los rabinos predicar, que sus casas fueran arrasadas y sus propiedades y dineros confiscados. No se les debía mostrar ninguna piedad ni misericordia, no facilitarles protección legal alguna, y esos infectos gusanos venenosos deberían prepararse para el trabajo forzado o la expulsión definitiva. Uno sería culpable de no destruirlos.

Poco antes de su muerte, ocurrida el 18 de febrero de 1546, Lutero predicó cuatro sermones en Eisleben, al penúltimo añadió lo que él llamó su última advertencia contra los judíos. El punto principal de este breve trabajo es que las autoridades con las prerrogativas de expulsar a los judíos de sus tierras debían de hacerlo si estos rehusaban convertirse al cristianismo. De no hacerlo así, las autoridades se harían por si mismas socios en los pecados de otros. Sin embargo, si se convierten, abandonan su usura y recibirían a Cristo como su señor, entonces de buena gana los considerarían hermanos.

Lutero expresó otras acusaciones contra los judíos, considerándolos sus principales enemigos que no dejaban de blasfemar de Cristo, tratando a la Virgen María de puta, a Cristo de bastardo y a los cristianos de imbéciles. Si ellos pudieran acabar con ellos, lo harían de agrado. Según él, ya lo hacían a menudo, especialmente aquellos que se hacían pasar por médicos, aunque a veces ayudan, porque el diablo también ayuda a terminar la faena. Para Lutero solían ejercer la medicina como en la Suiza francesa. Administraban veneno a personas, que morían en una hora, un mes, un año, o en diez o veinte años, por lo que los veía como muy duchos en ese arte. 

Según Robert Michael, escritor, la obra de Lutero adquirió categoría de norma bíblica en Alemania, lo que lo convirtió en el autor más leído de su generación. Es de destacar que los tratados de Lutero contra los judíos fueron reimpresos de nuevo a principios del siglo XVII en Dortmund, donde quedaron incautados por el emperador.

En 1613 y 1617 se publicaron en Fráncfort del Meno en apoyo a la expulsión de los judíos de esa ciudad y Worms. En 1614 se registraron numerosos disturbios en Fráncfort que dieron lugar a la muerte de más de 3,000 judíos y a la expulsión del resto de la comarca.

Lutero y el nazismo     

La opinión predominante entre los historiadores es que la retórica antijudía de Lutero contribuyó significativamente al desarrollo del antisemitismo en Alemania y en las décadas de 1930 y 1940 proporcionó una base ideal para los ataques del partido nazi contra los judíos. Casi todos los libros antijudíos impresos en el Tercer Reich contenían referencias y citas de Lutero. 

El panfleto Sobre los judíos y sus mentiras de 1543 encerraba un plan maestro para la Noche de los Cristales Rotos o Kristallnacht que hace referencia a una serie de actos violentos contra los judíos llevados a cabo en Alemania y algunas zonas de Austria y la República Checa entre el 9 y 10 de noviembre de 1938. Heinrich Himmler un oficial de alto rango en la Alemania nazi, ministro del Interior del Reich y jefe de la Policía alemana incluida la Gestapo, escribió con admiración en 1941 acerca de los escritos y sermones de Lutero sobre los judíos.

El 17 de diciembre de 1941, siete confederaciones regionales de la Iglesia luterana difundieron una declaración el acuerdo con la política de obligar a los judíos a llevar el distintivo amarillo. 

En este ámbito, Franklin Sherman, editor del volumen 47 de la edición americana de las obras de Lutero, que recoge entre otros Sobre los judíos y sus mentiras, rebate la afirmación de que la antipatía de Lutero hacia los judíos era de índole religiosa y no racista. Sus escritos se ven repletos de rabia y odio contra un grupo humano identificable y no solo en contra de un punto de vista religioso. Lutero no puede considerarse distanciado por completo de los antisemitas modernos. A su vez el filósofo alemán Karl Jaspers escribió: “En Lutero tenemos ya el programa nazi completo”.

En este contexto resulta evidente la influencia del antisemitismo no racista de los nazis. Cuatrocientos años después que Lutero escribió sus manifestaciones antisemitas el partido nazi las reimprimió. Tanto Luterano como Hitler “estaban obsesionados con un universo demonologizado habitado por judíos”. La similitud entre los escritos antijudíos de Lutero y el antisemitismo moderno no son mera coincidencia, ya que derivan de una historia común del Judenhass (antisemitismo alemán). Aunque el antisemitismo moderno tiene sus raíces en el nacionalismo alemán, también las tiene en el antisemitismo cristiano. Al igual que los nazis, Lutero mitificó a los judíos como el mal.

Las ideas de Lutero tuvieron amplia repercusión en la Alemania de los años 30, sobre todo dentro del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. En el periódico oficial del partido nazi, El observador del pueblo, recogió la siguiente afirmación del Ministro de Educación de Hitler, Bernhard Rust: “Desde que desapareció Martin Lutero no ha aparecido un hombre igual en nuestro pueblo, pero se ha tomado la decisión de que vamos a ser los primeros en presentar su reaparición”.

Es de destacar que desde 1980, varios grupos eclesiásticos luteranos en el mundo han denunciado formalmente y se han desligado de los escritos de Lutero sobre los judíos y han expresado “que debemos purificarnos de cualquier odio contra los judíos y de enseñanza contra los mismos”.

Asimismo, en 1994 el Consejo Eclesial de la Iglesia Evangélica Luterana de América rechazó públicamente los escritos antisemitas de Lutero. “Nosotros hemos de reconocer con dolor las diatribas antijudías contenidas en los escritos últimos de Lutero. Rechazamos esas violentas inventivas al igual que muchos de sus compañeros del siglo XVI, y nos sentimos motivados a una profunda y constante lamentación por sus trágicos efectos sobre las generaciones posteriores de judíos”. Más tarde, se registraron otras declaraciones similares sobre los judíos.

Si bien el desligue de las iglesias evangélicas luteranas en el pernicioso contenido de los escritos de Lutero representa una actitud loable y digna, el impacto de la furia antisemita de Lutero al igual que el Holocausto, tienen que estar presentes en el mundo judío y no judío para que no se repitan. Nunca jamás.     

 


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