Enlace Judío México e Israel – Uno de los aciertos más grandes del judaísmo es que ve a la familia como el centro del la espiritualidad y la continuidad de la historia en el tiempo. Todo el libro del Génesis habla sobre cómo el aprendizaje espiritual que los individuos viven en su relación con D-os se traduce a sus familias. La construcción de un legado, de una nación de un futuro precisamente depende de que el padre sea capaz de trasmitir sus enseñanzas al hijo. Si Isaac no hubiera aceptado subir al Moriá el pueblo de Israel no existiría y la herencia de Abraham se hubiera perdido con el tiempo.

Los tres patriarcas nos muestran cómo el aprendizaje de D-os al hombre empieza en el individuo y se vuelca a la familia. La historia de cada uno de ellos nos trae un aprendizaje nuevo sobre el funcionamiento de D-os en el mundo y algunas respuestas que como seres humanos tenemos frente a ello. También resaltan algunos aspectos de la paternidad que la Torá y el judaísmo fomentan. En honor al Día del padre que se celebra este domingo, me gustaría reflexionar sobre el legado que cada uno de los patriarcas nos heredó y cómo ello afecto su labor como padre.

Abraham, padre del monoteísmo

Una de las mayores virtudes de Abraham y que se le reconoce en todos los textos judíos fue el poder ver la realidad como expresión de D-os y la voluntad divina. Fue el primer hombre en descubrir el monoteísmo y difundirlo por el mundo. Esa enseñanza en base a la cual dirigió su vida y que lo acercó a D-os al nivel de hablar uno a uno con Él fue la que heredó a sus hijos. Como padre guió tanto a Isaac como Ishmael, como a los hijos que tuvo con Ketura hacia el servicio a D-os.

En el caso de Ishmael se vio en la penosa necesidad de sacarlo de su casa por el daño que podía causar a Isaac, su hermano menor. Sin embargo, antes de eso Ishmael se había circuncidado y como tal aceptado la fe de su padre. Los midrashim (relatos orales) nos cuentan que si bien en el desierto vivió una vida perdida en donde asaltaba a los viajeros y dominaba con su fuerza a otros pueblos, más adelante se arrepiente de sus acciones y regresa a la casa de su padre; aceptando nuevamente las enseñanzas que recibió de él.

En cuanto a los hijos de Keturá la Torá nos dice que les dio regalos antes de prosiguieran su viaje hacia el este; esos regalos fueron los nombres de D-os y numerosos misterios espirituales. En cuanto a Isaac lo prepara para subir al Monte Moriá y ofrecer su propia vida a D-os. De todos los hermanos Isaac fue el único que decidió seguir con tal compromiso el legado de su padre al punta tal de estar dispuesto a ser sacrificado. Por eso es él quien continua el camino que su padre trazo y se convierte en padre del pueblo judío.

La herencia de Isaac

Como mencionamos antes la característica que define con mayor precisión a Isaac es la disposición que tuvo de entregar su vida a D-os. Ello muestra una enorme fuerza de carácter y autocontrol, lo que Isaac hereda al mundo es dicha fortaleza y una sintonía perfecta entre las creencias y la acción. Sus hijos heredarían mucho de su carácter. Jacobo es conocido como el tzadik (justo) por excelencia representa la lucha interna entre el bien y el mal donde el individuo termina obligándose a actuar correctamente, se obliga a limitar sus impulsos negativos para seguir a D-os.

Mientras que Esaú, por el contrario representa al rashá (malvado) encarnado, un hombre impulsivo que cede fácilmente frente a la ira. Pareciera que de Isaac no heredó nada, sin embargo, era el hijo más querido por Isaac, quien reconocía sus cualidades. Al punto tal que cuando Isaac decide darle la bendición a Jacobo dice “la voz es la voz de Jacobo, pero las manos son las manos de Esaú.” Es decir en las manos de Esaú se encontraba también el futuro de Israel. Sólo quien logrará crear sintonía entre las manos (la acción) y la voz (la devoción a D-os) merecía ser el patriarca del pueblo judío y la verdadera herencia de Isaac se encontraba allí.

Jacobo, la herencia de Israel

En cuanto a Jacobo uno de los momentos más importantes de su vida es cuando recibe el nombre de Israel, primero por un ángel y después de D-os mismo. Lo que el ángel le dice es que recibirá ese nombre pues “has luchado contra lo divino y con el hombre y has prevalecido” (Genesis 32). En cierta forma representa la unión de lo material con lo espiritual y la lucha entre ambas; el terreno divino y el terreno del hombre. Finalmente las dos luchas que representa (entre el bien y el mal) y (entre lo divino y lo material) es la herencia más grande que le da a sus hijos. De él se dice que su mayor virtud fue engendrar a hijos justos (tzadikim), a diferencia de Abraham y e Isaac la totalidad de su descendencia permaneció junto a D-os. Y precisamente tomamos el nombre de Israel, porque la esencia del pueblo judío radica en las luchas que Jacobo libró.