Enlace Judío México e Israel – Hace poco más de un año y medio empezamos a oír acerca de un nuevo virus en China, que en pocas semanas se convirtió en una pandemia que ha provocado un cambio total en la forma de vida de prácticamente toda la humanidad, la que está viva y la que vendrá en el futuro cercano.

Las pandemias transforman la sociedad. La de Covid-19 que estamos viviendo ha traído muchos cambios y seguramente, vamos a ser testigos – y beneficiarios o víctimas – de muchos más.

Desde cosas poco esperadas, como la disminución del ruido en las ciudades durante la cuarentena, que nos permitió escuchar más claramente a la naturaleza, hasta cambios en rutinas cotidianas, como la manera saludarnos, la vida no ha sido igual.

Condujo al confinamiento y con esto, se modificaron el total de las relaciones con los demás, especialmente con nuestra familia y particularmente con la pareja.

Esto no ha terminado y nos falta bastante tiempo para conocer todos los cambios que experimentaremos y sus consecuencias.

Al hablar de la pareja, tenemos que referirnos a un aspecto importante: La vida sexual

Esta se ha visto afectada por muchos cambios, entre los que destacan:

  • El trabajar en casa
  • La distancia social
  • La frecuente presencia de hijos y familiares
  • La dificultad para ver cara a cara a otras personas
  • El temor a contagiarse de la Covid-19

Esto a causa de que la probabilidad de contraer virus durante la intimidad es alta, por la cercanía. los besos y los abrazos, aunque no hay evidencias de que se pueda transmitir por vía genital

A medida que aumenta el estrés disminuye el deseo sexual.

Aunque la pandemia no ha terminado, ya hay expertos que auguran que la Covid-19 tendrá un impacto negativo no nada más en la afectividad sino también en las relaciones sexuales.

Según esto, las posibles consecuencias serían:
  • Problemas en las parejas. La pandemia está modificando a la pareja y sus relaciones. Las parejas están afrontando confinamientos, complicaciones para practicar sexo, dificultades económicas, pérdida de empleos e incertidumbre y temor al futuro. Estos son detonantes de una ruptura.
  • Mayor consumo de pornografía. Las visitas a estas páginas web se han incrementado exponencialmente. Un ejemplo es el caso del sitio Only Fans que es considerado actualmente “El Uber de la pornografía”. Aunque en sus inicios no fue ese su objetivo, pronto se comenzó a utilizar como un medio de publicar pornografía sin intermediarios, directamente del actor al consumidor. En esta plataforma, uno se puede suscribir como espectador o como proveedor del servicio. Esto se ha convertido en una fuente de ingresos importantes para personas – curiosamente, de todas las edades – que pagan por ver un canal a través del que se transmiten videos con contenido sexual sin ningún tipo de censura.
  • Los espectadores pagan por suscribirse a esos canales y por ver los videos, pudiendo hacer peticiones de actos específicos, privados, previa cotización y pago y hasta dar una propina a los actores. Los números hablan por si solos. En un año, el número de suscriptores aumentó de 20 millones a 120 millones.

Esto ha generado una intensa polémica ya que hay quienes consideran que es un extremo de la explotación sexual, en especial de las mujeres que constituyen el 80% del total de los proveedores de videos mientras que, por el otro lado, hay quienes manifiestan que es un medio para el empoderamiento, ya que son los actores los que deciden que enseñan, cuando, como y a quién.

El hecho es que esto se ha convertido en una fuente de ingresos para mucha gente que perdió sus empleos a consecuencia de la pandemia y que ahora gana más de lo que percibía en su empleo tradicional.

  • Riesgo de disfunción sexual. Se ha encontrado un aumento de los trastornos sexuales debido al temor o la ansiedad, elementos que tienen una fuerte influencia en el desempeño sexual.

De cualquier manera, los expertos concluyen que “el impacto psicológico y económico de esta pandemia perdurará por muchos meses después del regreso a la normalidad”.

A muchas de las personas que estuvieron alejadas del contacto físico con otros, el aislamiento las llevó a echar mano de la tecnología para tratar de acortar las distancias y tener encuentros íntimos, aunque fueran virtuales. Para quienes lo vivieron en pareja, el desafío fue reinventarse y, en medio de los obstáculos encontrar los espacios para estimular el deseo.

Para muchas personas también fue un momento de introspección para buscar nuevas formas de generarse placer. Un cambio de este tipo hace que nos replanteemos muchos aspectos de nuestras vidas.

Podemos vivir a un ritmo tan acelerado que no nos detenemos a pensar si lo que hacemos nos llena y si queremos seguir con ello. Con la sexualidad sucede lo mismo, a veces está muy mecanizada y es necesario frenar y ver qué es lo que queremos.

Si el deseo y las ganas se las llevó la pandemia, no hay por qué avergonzarse. Es un proceso normal producto del estrés actual, con temores o inquietudes que antes no se habían manifestado

Es fundamental comunicarse con el otro, confiar en que el compartir sirve para el entendimiento. Para tener una conversación relevante se debe buscar un tiempo y contexto adecuados que provoquen disposición para expresar el pensamiento y la emoción. Se pueden iniciar conversaciones con preguntas y declaraciones ‘¿me has visto más distante últimamente?’, ‘te quiero contar lo que me está pasando’ o ‘te he notado diferente conmigo’, entre otras”.

No se pueden atribuir todos los cambios al confinamiento” dice una sexóloga, “No nos ha cambiado tanto, lo que ha hecho fue amplificar nuestras virtudes y defectos. La persona infiel habrá buscado otro tipo de encuentros para seguir siéndolo. El que bebía, ahora bebía más, y el que procrastinaba también. De esta misma manera, el que ya les dedicaba tiempo a los afectos y al sexo, los iba a cultivar”.

El encierro fue para mucho un momento para el autoerotismo. Se calcula que el 20% de la gente practicó sexting, sexo telefónico y por medio de cámaras de dispositivos electrónicos. Muchos de estos lo hacían por primera vez.

Las ventas de juguetes sexuales experimentaron un fuerte aumento, así como el consumo de pornografía. Hubo sitios como PornHub que ofrecieron sus servicios gratis como apoyo a la sociedad.

Se estima que en las personas que estuvieron encerradas sin pareja, el deseo sexual aumentó un 56% y 30% entre las parejas. “Se ha vivido de forma diferente en las parejas que han estado confinadas respecto a las que han estado distanciadas. La distancia ha potenciado más el deseo sexual y las ganas de verse”.

Al principio del confinamiento, el deseo entre las parejas disminuyó por la incertidumbre y la angustia, pero al paso del tiempo y sin el pretexto de estar cansados o no tener tiempo, ya que esto era lo que sobraba, comenzaron a buscarse, a reconectar y a explorar y jugar con cosas nuevas. Esto requirió de encontrar tiempos diferentes y lugares nuevos en la casa.

La terapeuta de parejas explica que “en las parejas que estaban juntas, como pasaban tanto tiempo compartido y además algunas tenían hijos o estaban teletrabajando juntos, a muchas les ha resultado más difícil gestionar la convivencia y encontrar ese tiempo. En esos casos, ha sido necesario reestructurar esa sexualidad”.

El confinamiento para las personas sin pareja o las que estaban iniciando una relación planteó más retos. Paradójicamente, las aplicaciones para encontrar pareja, ya sea emocional, amistosa o sexual, no vieron disminuido su volumen de usuarios. Lo que hubo fue un cambio de procesos.

Había muchas más conversaciones y estas eran más largas, había más actualizaciones de perfiles y aceptaciones. Esto quiere decir que la gente dedicó mucho más tiempo a cultivar los contactos, aunque estos fueran virtuales.

En cuanto al sexo casual o esporádico, típico de estas aplicaciones, este disminuyó considerablemente, ya que la gente tuvo que programar más todo, hasta hacer una videollamada sexual. Así, las relaciones y la sexualidad se hicieron más programadas, la gente dedicó más tiempo a conocerse, a la creatividad y al erotismo a distancia.

El sociólogo y profesor de la Universidad de Yale, Nicholas A. Christakis, en su reciente libro Apollo’s Arrow “La Flecha de Apolo”. pronostica que en la pospandemia habrá una sensación de liberación y desahogo parecida a la de la revolución sexual de los años sesenta.

“En un período de cinco a diez años la sociedad habrá retornado a lo normal”, afirma. 

Al revisar la historia de muchas plagas del pasado, sostiene Christakys, este tipo de eventos genera un mayor acercamiento a la religiosidad, como sucedió en 1918 con la llegada de la pandemia de influenza, que causó la muerte de 50 millones de personas.

Las plagas, dice el catedrático, le dan una nueva forma al orden social familiar, le exigen a la gente dispersarse y vivir lejos, derrumban la economía y reemplazan la confianza con el miedo y la sospecha.

Pero también promueven la compasión, la cooperación y el sacrificio, la gente en estos momentos se abstiene naturalmente de muchas cosas: es más proclive a ahorrar dinero y a evitar muchos placeres.

Uno de los argumentos del libro es que lo que está pasando hoy y que parece nuevo para todos ha sido algo común a lo largo de la historia. Las plagas no son nuevas para a la especie humana, pero si para esta generación que la está viviendo. Por eso el impacto que tienen en la sociedad es predecible.

Finalmente sostiene que:

“Después de la pandemia puede venir una época de desenfreno sexual y derroche económico”
Serán los nuevos locos años 20.


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