Enlace Judío – Dentro de pocos días Reuven Rivlin dejará la casa presidencial en Jerusalén después de 7 años de puntual y acertado mandato. Claramente, su porfiada conducta en favor de la democracia de Israel deja visibles huellas en el historial del país.  

Rivlin decidió compartir los últimos días en el poder con su amigo desde hace más de 3 décadas y hoy conspicuo residente en la Casa Blanca. 

Es verosímil que sus pláticas no se limitaron a asuntos oficiales; la cercanía personal entre ellos y la convergencia de sus actitudes respecto a difíciles dilemas en el Medio Oriente habrán dado sitio a otros temas.  

En los diferentes tramos de su vida —tanto como militar en los servicios de inteligencia, como político en la Knéset y equilibrado líder nacional— Rivlin acertó a seguir el andar de su padre —figura celebrada en su momento como traductor del Corán al hebreo— mostrando impecablemente un sensato equilibrio más allá de los caprichosos vaivenes partidarios y públicos.  

Rivlin jamás ocultó sus actitudes asumiendo el riesgo de una amplia censura. La múltiple experiencia política y parlamentaria, su equilibrada postura respecto a las reclamaciones palestinas, el reiterado andar internacional, el dominio de idiomas, incluyendo el árabe, y su impecable honestidad explican —entre otras circunstancias— la ancha simpatía que hoy merece. 

Ciertamente, un hecho podría haber turbado su andar público y político: su radical rechazo a algunas conductas de Netanyahu. 

A pesar de que ambos se formaron en el Likud, las distancias entre ellos se conocen desde hace una década. Y se ampliaron ciertamente al saber por boca de la canciller Merkel la venta de submarinos a Egipto sin que el alto mando militar israelí fuera informado sobre el tema. 

Decisión personal de Netanyahu que los tribunales deberán ponderar.  

En contraste con no pocos políticos locales, Rivlin propició desde el inicio de sus tareas presidenciales el diálogo personal y periódico con el líder palestino Mahmoud Abbas y con el rey jordano Abdalá II sin descuidar los dilemas nacionales. 

Ciertamente, el dominio del árabe le facilitó estos contactos.

Nunca pidió privilegio alguno con base en su alto cargo. Cuando su esposa Nejama necesitó un trasplante de pulmón ambos aceptaron esperar el correspondiente turno durante un año. Dolencia que condujo a su muerte. 

En las últimas semanas Rivlin revela franca simpatía y apoyo a la difícil coalición compuesta por 8 partidos presidida por Naftali Bennet. Su estructura y tendencias reafirmarían la unidad nacional, un tema que presidió el desenvolvimiento de su vida. 

Por estas y otras circunstancias Rivlin gana hoy alto y noble lugar como persona y líder. Con justas razones su estatua se levantará en el patio presidencial.    

 


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