Enlace Judío – Mientras que diversos medios internacionales se han hecho eco de los diversos malestares sociales y políticos en Venezuela, Nicaragua y Cuba, pasa desapercibido el malestar social existente, latente y en ebullición en Irán. Es difícil saber por qué suceden estas cosas pero probablemente tenga que ver con el corset informativo del régimen teocrático persa, algo que no es exclusivo de esa falsa democracia.

En Venezuela tenemos un presidente elegido por su predecesor, devenido en un dictador salvaje que mata a su pueblo de hambre y obliga a la migración de millones de venezolanos y  reprime a la tibia oposición.

En Nicaragua hay un régimen que supo ser comunista, viró a un capitalismo salvaje y ahora es solo un régimen personalista que se encaramó en la cima de poder.

En Cuba tenemos 62 años de continua dictadura comunista que me exime de todo ulterior comentario.

¿Qué tenemos en Irán?. Un régimen teocrático islamista que sigue siendo el mismo que asumió en 1979 aunque se han sucedido malos gobiernos con peores.

Se conoce a Irán por su negación del Holocausto; por su brutalidad con los homosexuales, por su apoyo a milicias chiitas en todo Medio Oriente, por sus deseos de exterminar a Israel, por su plan de nuclearización y por sus misiles balísticos de largo alcance.

Pero poco se ha hablado de la situación interna de las minorías nacionales en Irán, en especial la de origen árabe dado que Irán es persa y musulmán pero no árabe, étnicamente hablando.

Mientras las protestas de la minoría árabe de Ahwaz en Irán llegan a su sexto día y se cobran la vida de al menos 4 manifestantes, la respuesta del mundo exterior ha sido el silencio.

Las protestas sociales estallaron en la sureña provincia de Juzestán —de mayoría árabe— debido a una sequía natural y a la vez provocada por desviación de agua que ha golpeado la agricultura y ganadería como modo de vida. Pero la escasez fue un detonante en un país que ha tenido revueltas más severas en  2009 y 2019.

En esta zona la cuestión principal  es que las políticas del régimen desplazan a la gente y se centran en reprimir al pueblo ahwazí.

El agua ha sido saqueada hasta el punto de que ha causado la muerte del ganado, las aves y los peces, luego que el régimen de los ayatolas decidiera transferir las aguas de Ahwaz a las ciudades persas. El régimen también saquea la región mediante la política de desplazamientos forzados, la manipulación de la estructura demográfica y el cambio demográfico..

Miles de nuestros niños han muerto tras padecer enfermedades de cáncer, pulmón, asma y respiración”, añadió la Organización Ahwazi para los Derechos Humanos”, según lo informa un reporte de The Jerusalem Post.

Los pocos vídeos compartidos en las redes sociales muestran a un gran número de manifestantes en las calles, con policías y soldados intentando limitar las manifestaciones, incluso disparando a los manifestantes. El gobierno persa ha movilizado a las milicias Basij, que son adictas al régimen en forma incondicional y ya han triunfado en otras represiones.

A pesar de la indignación, la respuesta de la comunidad internacional ha sido limitada. Las protestas se producen en un momento en que la administración del presidente estadounidense Joe Biden busca reiniciar las negociaciones con Irán para volver al acuerdo nuclear de 2015; una medida ampliamente apoyada por sus aliados europeos y que causa preocupación en  Israel y países árabes de la región.

Cualquier acuerdo que se firme con el régimen iraní no solo deberá contemplar la posición de Israel y aliados sino poner en discusión el tema de los derechos humanos en Irán, una problemática invisibilizada o naturalizada por el mundo.

En una rueda de prensa del Departamento de Estado días atrás, la portavoz, Jalina Porter, respondió a la pregunta de un periodista sobre las protestas diciendo: “Ciertamente hemos visto los informes sobre la escasez en Irán y las protestas resultantes, y seguimos instando al gobierno iraní a que apoye al pueblo iraní en el ejercicio de sus derechos universales a la libertad de expresión, así como a la libertad de reunión pacífica”. Sin embargo, EE. UU. no ha cambiado en nada al respecto.

Otros países del mundo árabe han permanecido igualmente callados, con informes limitados en los medios de comunicación del Golfo, pero sin declaraciones oficiales de los gobiernos. Y ello a pesar de los intentos de desestabilización que los iraníes llevan a cabo en Yemen e Irak.

Denunciar las graves violaciones de los derechos humanos en Irán debe ser parte de la agenda internacional para frenar el huracán alocado que proviene de un régimen que no solo ha sabido persistir por su violencia sino por el temor que sus “venganzas “ generan en un mundo más civilizado.

 


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