Enlace Judío – Desde que leí Segunda persona del singular, he seguido de cerca el trabajo del árabe israelí Sayed Kashua. Se podría decir que me he vuelto muy familiar con su trabajo. A veces releo sus artículos cuando estoy aburrido. En una noche de insomnio, no es difícil encontrarme leyendo mis pasajes favoritos de sus libros.

En mi historial de YouTube abundan entrevistas y discursos del autor. En otras palabras, Kashua es de mis autores favoritos. Y es que pocos escritores tienen la capacidad de hacerme sentir identificado con ellos en un nivel humano como Kashua. Es por eso que cuando descubrí que había publicado Track changes, abrí mi computadora tan rápido como pude y compré el libro. Puedo asegurar que no me decepcionó.

Como la mayoría de los libros de Kashua, Track changes se desarrolla en un pequeño pueblo árabe en Israel. Al leer los primeros capítulos, se puede discernir la temática que emplea usualmente: a un narrador con sentido del humor se le dificulta entender su identidad. Sin embargo, su más reciente libro se desvía de esa narrativa para convertirse en un texto sobre memoria.

En Track changes, lo que no se dice es más importante que lo que se dice: los silencios son los verdaderos protagonistas. Los silencios incómodos cubren silencios más grandes. Los sueños de la infancia, el misterio de la identidad y la conciencia nacional toman la forma de suspiros, de una volteada de ojos o de una respuesta evasiva. Sin decirlo explícitamente, Kashua delinea la diferencia entre los distintos tipos de silencios y demuestra el poder de comunicar sin decir nada.

Igualmente, es una reflexión sobre los recuerdos. Saeed, el narrador, es un memorialista de profesión, documentando la vida de israelíes mayores que quieren dejar un legado escrito. Para embellecer sus escritos, a veces Saeed escribe sus propios recuerdos en los textos de sus clientes sin que estos se den cuenta. En algún punto, dice que “el recuerdo se había convertido en suyo y nunca más sería mío”. La frase sirve como metáfora de algo más grande: la dicotomía de la identidad en la que vive. Ser un árabe en un país judío, teniendo 2 identidades nacionales o haber emigrado de Israel a EE. UU., dividiendo su memoria en 2 países diferentes.

Como las memorias, mientras el libro avanza se torna más confuso y más difuminado. Los silencios se vuelven cada vez más profundos, cada vez más largos. Para empezar a entenderlo, tendré que leer Track changes un par de veces más. Al igual que en Segunda persona del singular, Kashua logra transmitir una experiencia universal mediante un marco personal particular: la identidad árabe-israelí.

Mientras tanto, Track Changes deja preguntas sin respuesta: ¿Palestina, la esposa del personaje principal funge como representación de Palestina, la entidad nacional? ¿El narrador nos está mintiendo? ¿Está diciendo la verdad? ¿Ya no puede diferenciar entre ambas? ¿Colectivamente, podemos hacerlo? ¿Nos engañan los recuerdos? ¿Puede la memoria colectiva interferir con la memoria individual? ¿Cómo moldea el lenguaje nuestra realidad? ¿Hasta qué punto juega un papel la identidad?

 


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