Enlace Judío – Ante el colapso de Afganistán tras la retirada de Estados Unidos, el rabino Nejemia Coopersmith reflexiona sobre la libertad y cómo se relaciona con Rosh Shaná, en una columna de opinión publicada en aish.com.

Después de 20 años de presencia militar estadounidense y más de 100 mil millones de dólares invertidos en entrenamiento y equipo para el ejército afgano, las fuerzas talibanes conquistaron el país en menos de una semana tras la retirada de Estados Unidos. Es un desastre, un espanto, y hay mucha culpa para todos los lados, pero eso está por encima de lo que me pagan. No me corresponde hablar de política ni de relaciones internacionales.

Sin embargo, quiero enfocarme en una idea importante respecto a la libertad, y cómo se relaciona con Rosh Hashaná, el año nuevo judío.

Una de las lecciones más evidentes del colapso de Afganistán es que independientemente de cuánto dinero, poder o recursos que se inviertan, la libertad y la paz no pueden ser impuestas por fuerzas externas. No se puede obligar a alguien a querer algo. Debe surgir de adentro.

Afganos apiñados en avion militar estadounidense tras colapso de Afganistán
Alrededor de 640 pasajeros apiñados en un avión C-17 de la Fuerza Aérea de EE.UU. escaparon del aeropuerto de Kabul a Catar el 15 de agosto.

Sin la voluntad interna de luchar por la independencia y la libertad, no es de extrañar que el ejército se haya replegado y que el presidente huyera ante el avance del Talibán en Kabul. Durante 20 años, la empresa de construcción de la nación fue impulsada por fuerzas externas. Una vez que eso terminó, la realidad se impuso y todo se vino abajo.

Lo mismo ocurre con nuestra libertad individual y personal.

¿Quién es tu yo esencial?

Si nos despojamos de todas las fuerzas y elementos externos que nos afectan, para bien y para mal, ¿qué es lo que queda?

No eres la educación recibiste, tu círculo de amigos, tu título ni tu puesto. No eres tu riqueza (o la falta de ella), tu semblante, tu cabello, tu inteligencia, tus fantasías ni el color de tu piel.

Todo eso forma parte de los interminables y complejos hilos que componen el campo de juego de tu vida, pero no es lo que eres. Tú eres quien elige y determina cómo responder a un desafío moral que se te presenta en este mismo instante. Esa elección es tuya, y sólo tuya. Tú eres personalmente responsable de tu decisión, ya sea prudente o inmoral, o no sea una decisión en absoluto. Porque eso es lo que eres. Tú eres esa voluntad interna.

Todo lo demás que existe fuera de ti no eres tú. No eres responsable de gran parte de las circunstancias que forman tu vida. Eres responsable de cómo eliges responder a ellas. Por lo tanto, en lugar de culpar a tus padres, a tu pareja, al gobierno, a Dios o a cualquier otra fuerza externa, cambia de rumbo y observa hacia adentro. Enfócate en lo único sobre la que tienes control: tu elección.

No eres el equipaje que te dejó tu crianza, ni el brillante coeficiente intelectual con el que naciste. Esas son algunas de las cartas que el Todopoderoso repartió. Ahora de ti depende determinar cómo vas a jugar tu mano. Tú eres la suma total de tus elecciones.

Abraham, el primer patriarca del pueblo judío, no fue culpado por adorar ídolos durante su infancia. No eligió nacer en una época en la que todo el mundo estaba sumido en la idolatría. Tampoco hubo ningún intento de ocultar su origen tan poco estelar. Sumergido en la oscuridad, utilizó sus circunstancias particulares para encontrar la verdad y elegir la grandeza.

El examen de la realidad de Rosh Hashaná

Rosh Hashaná celebra el nacimiento de la humanidad; es una celebración del libre albedrío. El Talmud enseña que en el momento del juicio, nos encontramos ante Dios y enfrentamos cara a cara la realidad de quienes somos en realidad. Todo lo externo se desprende. No hay amigos detrás quienes escondernos, ninguna sociedad en la cual podemos perdernos, ninguna excusa en la cual apoyarnos, ni otros a quienes culpar. Está sólo tu verdadero yo, todas tus decisiones heroicas y egoístas, los sueños que estuvieron a tu alcance pero que dejaste sin cumplir y los logros que elegiste concretar.

Las fuerzas externas que utilizamos para impulsarnos o escondernos detrás de ellas desaparecen, y nos quedamos con nuestro verdadero ser interior, del cual somos completamente responsables. Ese es a quien Dios examina en Rosh Hashaná.

Ese examen de la realidad puede ser aterrador. Nos permite ver realmente de qué estamos hechos.

Pero también es liberador y profundamente significativo. Reconocer que soy la única persona responsable de alcanzar mi grandeza personal es como el sonido del shofar que penetra nuestra alma, invitándonos a despertar y elegir la vida.

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