Enlace Judío México e Israel – Nuestros Sabios indicaron que Abraham, nuestro primer patriarca, pasó por 10 nisiyonot o pruebas. Estas pruebas, más que exámenes tienen que ser vistas como niveles de aprendizaje. Cada una de estas pruebas le deja a Abraham una lección aprendida, que será esencial para superar la próxima prueba y pasar al próximo nivel. La décima y última prueba es el sacrificio de Isaac, un evento que recordamos en Rosh haShaná.

LA PROMESA QUE NO SE CUMPLE

Esta prueba, como era de esperar, es más difícil que la anterior. Abraham descubrió por sus propios medios que existe un Creador. Luego, el Creador re revela a Abraham y él lo obedece. Su vida, la de un hombre de fe, no es necesariamente más fácil que la de un hombre sin fe: ¡está llena de desafíos!

Para empezar, recordemos que cuando le ordena partir hacia la tierra de Canaan, Dios le promete a Abraham que lo colmará de prosperidad y bendición.

Es posible que Abraham haya imaginado que al llegar a Canaan lo estarían esperando diez camellos cargados de riquezas y tesoros, como en un cuento de las mil y una noches.

Pero Abraham se encuentra con una gran sorpresa. Al poco tiempo de arribar, cuando llega el otoño, la lluvia no aparece y se declara una sequía.

La tierra de Canaan no tiene los recursos naturales que tiene la Mesopotamia de donde procede Abraham, que es un fértil valle entre el caudaloso Eufrates y el Tigris.

Canaan depende totalmente de la lluvia, y cuando esta no llega, el hambre se instala en la tierra. Todo esto a pesar de que Dios le prometió a él bendición y prosperidad… Yo me pregunto ¿qué habrá pasado por la cabeza de Abraham en ese momento?

CUANDO NO HAY LÓGICA NI EXPLICACIONES

Para hacerlo más difícil, la Voz Divina no se revela nuevamente para explicarle a Abraham lo que está sucediendo (y parece como que Abraham todavía no sabe que uno puede rezarle a Dios…).

En estas circunstancias, lo más normal hubiera sido que Abraham diese por terminada su aventura y decidiera emprender su regreso a su tierra natal Ur Casdim, o a Jarán, donde ahora vive su familia.

Pero en lugar de claudicar, Abraham se aferra a su fe en Dios, ¡y decide seguir confiando en la Palabra Divina! Con esto en mente, Abraham desciende a Egipto para sobrevivir hasta que acabe la sequía, y con la intención de regresar a la tierra prometida.

Es como que Abraham cumple su parte a pesar de que, aparentemente, Dios ח”ו no está cumpliendo la Suya… (esta idea, la lealtad incondicional del pueblo judío, será desarrollada en el hermoso y profundo Mizmor 44 de Tehilim).

LA REVOLUCIÓN DE ABRAHAM

Tengamos en cuenta que es la primera vez que un evento de esta naturaleza se registra en la Torá. Es decir, que un hombre sigue fiel el mandamiento Divino (en este caso, instalarse en la tierra de Israel) y persiste a pesar de que, por hacer lo que Dios le pidió, Abraham sufre, y está muy lejos de obtener las recompensas prometidas.

Nosotros los lectores de la Torá sabemos que la historia tendrá un final feliz y que al final la promesa que Dios le hizo a Abraham eventualmente se cumplirá. Pero Abraham no lo sabía, y nadie lo había instruido respecto a como reaccionar cuando las cosas malas le pasan a la gente buena.

En el mundo idólatra cuando un «dios» no proporciona los resultados esperados, simplemente se lo reemplazaba por otro que fuese más efectivo o prometedor. En ese contexto, es increíble y absolutamente revolucionario que Abraham decide no abandonar a Dios, confiar en su palabra y esperar.

Empezamos a ver cómo esta y otras pruebas van forjando la fe que le permitirá a Abraham Abinu pasar su último examen: el sacrificio de Isaac.

QUE APRENDEMOS DE LA SEGUNDA PRUEBA

En el primer nivel, Abraham aprende a reconocer la Voz Divina. Eso ya no estará en duda. Y será la clave para poder superar todas las demás pruebas y especialmente el simulacro del sacrificio de Isaac. En esta primera prueba Abraham también aprende a obedecer la orden de Dios.

La segunda prueba es más difícil. Abraham tiene que aprender que las gratificaciones de un hombre de Dios no son ni seguras ni inmediatas. Esta aparentemente desafía la lógica y el sentido común, algo que ayudó a Abraham a rechazar la idolatría: Dios es Todopoderoso. ¿Por qué no recompensa inmediatamente su obediencia?

Abraham está aprendiendo que su relación con Dios comienza a transformarse. Si solo temo a Dios, si solo le obedezco para ser recompensado, entonces debo abandonar a Dios cuando no obtengo lo que espero. Ahora, la lealtad que se espera de Abraham es incondicional.

No depende de la recompensa o el castigo. Abraham comienza a descubrir una lealtad a Dios basada no el temor sino en el amor a Dios. El ejemplo de Abraham ha sido la clave de la lealtad del pueblo judío a Dios, colectiva e individualmente, a pesar de todo lo que los judíos hemos sufrido, irónicamente, por no querer abandonar a Dios y habernos apegado a Sus preceptos.

Como muy bien lo describe el Salmo 44 de Tehilim, la lealtad a Dios no se interrumpe cuando las cosas no salen como esperamos.

La fe de Abraham, que ahora está un nivel más alto, seguirá creciendo.


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