Enlace Judío – Ashraf Ghani, quien desde el 2014 hasta hace unas semanas era el presidente de Afganistán, fue el primero electo “democráticamente” (con la ayuda del gobierno de Barack Obama). Dejó Afganistán en un vuelo de emergencia secreto justo momentos antes que los talibanes retomaran a punta de balazos Kabul y con esto, al país entero ante la sorpresa del mundo. Asombrosamente y contra toda lógica, también para sorpresa de la Casa Blanca, del Pentágono y del Departamento de Estado liderado por el contradictorio Antony Blinken, que se enteraban de la escapatoria de Ghani, o mejor expresado, huida, por los noticiarios.

El “líder” que no se hundió con el barco

Ghani estudio en EE. UU. y en la Universidad Americana en Beirut, Líbano. Obtuvo una beca para la Universidad de Columbia en donde hizo una maestría. Allí conoció a su esposa, una libanesa cristiana. Su estadía en Columbia sería de 2 años, pero el golpe de Estado prosoviético que tomó el control de Afganistán le impidió volver a su peligroso país natal por motivos como mantener la cabeza pegada al cuello.

Algunos miembros de su familia fueron encarcelados y Afganistán no tuvo estabilidad política por décadas. Los 20 años de invasión militar estadounidense y europea sólo fueron una imposición y presunción de que los afganos aceptarían el modelo cultural y socioeconómico occidental que claramente fue vomitado; todo fue hablar de “progreso” en los medios, pero en el mundo real claramente no hubo ninguno.

Ghani se instaló en EE. UU., donde formó una familia, obtuvo la ciudadanía estadounidense y fue por muchos años profesor de la Universidad John Hopkins entre otras. Trabajó para Naciones Unidas y en 2002 regresó a Afganistán después de décadas de haberse ido para ser ministro de Finanzas del presidente Hamid Karzai, una vez que los talibanes fueron expulsados del poder por los EE. UU.

Renunció a la ciudadanía estadounidense para ser candidato presidencial. En la primera vuelta electoral perdió y en la segunda obtuvo la mayoría. El país entró en caos social y con la intervención de EE. UU., se formó un gobierno de unidad donde quedó como el primer presidente electo “democráticamente”. Se especializó en temas de económica y en llevar a Afganistán ideas “liberales”.

La sorpresiva toma de Kabul y la conexión Biden

La CIA retiró a todo su personal de Afganistán 7 semanas antes de la huida del presidente Ghani y de la toma de Kabul por los talibanes. Con esto queda claro que los servicios de inteligencia norteamericanos estaban al tanto de la verdadera situación en tierra. El mismo presidente Biden aseguró hace semanas que ”los reportes de inteligencia sugerían que los Talibanes tomarían Kabul”, pero Biden y su administración no creían que “tan pronto”.

Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de EE. UU., aseguró que “nadie vio ni leyó nada que pudiera indicar que los talibanes tomarían Kabul”, siendo esto cada vez más incoherente y notoriamente falso. El mismo Biden está en medio de otro escándalo: se filtró la conversación telefónica entre Biden y Ghani de no hace mucho tiempo atrás, en donde aquél lo presiona para que diga que “la situación en Afganistán no está mal”. Biden le aseguró que “era importante que se diga esto para cambiar la percepción internacional, sea verdad o mentira”. Esta filtración ha provocado más llamados a la renuncia de Biden y de todos sus oficiales prácticamente, así como nuevas dudas y motivos para hacer una investigación oficial que podrían llevar a ello.

Lo que todo este ir y venir de información nueva y filtrada todos los días indica es que la Casa Blanca ignoró los problemas de Afganistán desde el día uno de la administración Biden y la intención fue retirar las tropas lo antes posible para que pareciera que los talibanes tomarían el poder, sí, pero solo porque EE. UU. se había ido.

Pero la actual administración, en grandes muestras de ineptitud e incompetencia, hicieron una retirad, no obstante necesaria, pero no así: a lo tonto, incoherente, mal hecha, desorganizada y torpe, que solo demostró lo mal que estaba la situación y la peligrosa falta de estrategia por parte del actual gobierno que se ha dedicado a mentir y dar información falsa y contradictoria en su intento de cubrir los rastros de su pésimo proceder que casualmente ha favorecido a China, que es el nuevo compañero del talibán en la reconstrucción de Afganistán como los terroristas han anunciado.

Por lo tanto no solo por la prensa o por los servicios de inteligencia, la realidad de lo que ocurría en Afganistán estaba clara: no había ni hubo nada de sorpresas al ver a los talibanes concretar su avance. Todo el verano estuvieron ganando territorio alarmantemente ante los ojos del mundo, pero “no” de Biden ni de Kamala Harris.

Un “demócrata” en Afganistán

Ghani fue seleccionado por el establishment político de EE. UU. para que cuide los intereses y planes norteamericanos en ese país, pero evidentemente el establishment escogió a uno de los suyos, a un afgano formado en la academia estadounidense contemporánea de izquierda liberal, progresista y globalista sin ninguna idea coherente sobre qué hacer en Afganistán.

Vivió décadas fuera de su país y se formó en EE. UU., su comprensión del mundo es la de un demócrata actual del establishment. No es tan diferente a la visión de gente como Barack Obama. Ghani solo es afgano de nacimiento, pero no culturalmente. Se necesitaba a un afgano “real” con un claro entendimiento de la particular realidad de ese país y no a un alguien más preocupado en implementar la agenda liberal antes que lidiar con los fundamentalistas islámicos.

Ghani realmente no tenía la capacidad para el cargo de presidente. Las ideas de su agenda no funcionan en ningún lado, menos iban a servir en sociedades muy distintas a la occidental, y eso es algo que cualquiera se hubiera dado cuenta, pero no los que instalaron a Ghani en el cargo. Y no lo hicieron porque la actual izquierda liberal globalista cree en imponer su agenda sin entender lo que la oposición opina. Creen que su objetivo es reeducar, por no decir manipular, a la naciones con la narrativa oficial y aprobada promovida en el cine, las noticias, la televisión, la cultura popular, las redes sociales, las celebridades y muy importante: las instituciones educativas, como las universidades como en la que Ghani era profesor.

Ghani más despistado que Biden

Después de meses de avances talibanes durante todo el verano de este año, según un reporte de The Washington Post que citó a un oficial de gobierno afgano, “a pesar de la cascada de provincias tomadas por los talibanes, el presidente lucía distraído y de lo único que quería hablar era sobre la digitalización de la economía”. Ghani, quien no tiene ninguna formación real como político ni como nada que se le parezca, estaba más interesado en imponer una versión del Paypal Afgano, como aseguró Tucker Carlson de Fox News, que en lidiar con la peligrosa amenaza directa y el evidente colapso nacional.

Según los mismos reportes de The Washington Post, “la conducta errática y dudosa de Ghani preocupó a varios oficiales norteamericanos como al general Frank McKenzie, jefe del Mando Central de EE. UU.” El periódico continúo diciendo que “Mackenzie quedó anonadado y mistificado por la conducta de Ghani ante la realidad”.

Y al parecer al Departamento de Estado nada de esto pareció preocuparle. Ghani huyó del país con millones de dólares y no se tomó la molestia de informarle a otros oficiales de su gobierno incluyendo sus dos vicepresidentes sobre su partida, siendo uno de ellos al que le cayó el enorme paquete de hacerle frente a los talibanes sin mucho éxito, por no decir ninguno. 

Mientras, la toma de Kabul ocurría y las fuerzas estadounidenses iban dejando todo atrás, incluyendo un arsenal de 90 billones de dólares de equipo militar, incluyendo hasta a los perros de detección de armas y drogas del Ejército. Blinken solicitaba que países sin ningún peso diplomático, menos militar, firmaran un documento para pedirle a los talibanes que dejaran a EE. UU. evacuar a su personal. El jefe de la diplomacia estadounidense estaba más interesado en ese documento, que sobra decir no asustó a los talibanes, que en contactar a Ghani y averiguar qué había pasado. 

Ghani pidió asilo político en Emiratos Árabes Unidos, le fue otorgado por “consideraciones humanitarias” y está allí muy cómodo con millones de dólares en sus cuentas personales, cortesía de los contribuyentes norteamericanos, argumentando que dejó Afganistán para “evitar derramamiento de sangre”. Mientras un sector de los medios y la administración Biden lo aclaman como un héroe, otro sector de los medios y la oposición norteamericana como un cobarde. La embajada rusa en Kabul reportó que “Ghani dejó el país con 4 autos y un helicóptero cargados con dinero”, y el embajador afgano en Tayikistán declaró que “la Interpol debería arrestar a Ghani por malversar fondos públicos”.

Los hijos de Ghani son ciudadanos americanos y viven en propiedades valuadas en millones de dólares en California y Brooklyn, desde dónde exigen al gobierno que acepte refugiados afganos. Según AP y Reuters, entre dichos refugiados afganos hay demasiados pederastas, hombres adultos con niñas como esposas y se teme que existan militantes de ISIS-K, la franquicia de ISIS en Afganistán. Uno de sus hijos fue asesor de temas internacionales de Pete Buttigieg durante su precandidatura presidencial por el Partido Demócrata, actual secretario de Transporte de EE. UU.

Conclusiones

Es muy claro que Ghani es otro demócrata del montón interesado en el dinero. En su candidatura para la presidencia contó con el jefe estratega de Bill Clinton, James Carville como su asesor, lo cual dice todo lo que hay que saber sobre él. Ghani nació en Afganistán y eso era todo lo que el establishment en Washington necesitaba de su currículum, un afgano liberal.

Ghani no es un héroe, es un político más en busca de hacerse rico, uno más de la larga lista de burócratas fallidos que ocupó cargos públicos, otro político de discursos vacíos y nula acción. De paso quiso probar el modelo fallido político en el que creen los globalistas en un país totalmente fuera de lo común y que su misión era imponer ese modelo, motivo por el cual fue seleccionado.

Todo este episodio de incompetencia, corrupción, experimentos sin sentido y mentiras muy costosas, han dejado 20 años de falso progreso, miles de muertos y un caos social que han provocado que Afganistán sea otra vez como lo definió el expresidente Trump, un “Disneylandia para terroristas”.

 


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