Joseph Hodara  – El inglés Francis Newton (1643-1727) enunció algo más que las leyes de la dinámica y de la gravitación universal. Generalmente le conocemos a través de la divertida historieta que Voltaire imaginó en su momento: la forzada caída del fruto de un árbol a la tierra, en lugar de elevarse a los cielos y quedarse callado en el espacio.

Un hecho que apenas se sustenta en alguna fuente confiable excepto la fantasía del propio filósofo francés.

En estos días Newton refresca su nombre merced a una de sus anticipaciones: el fin el mundo se conocerá en el año 2060, y no antes o nunca como habían señalado no pocos de sus colegas, en particular el alemán Gottfried Leibnitz con quien coincidió en la articulación y aplicaciones del cálculo infinitesimal.

El interés en Newton no conoce treguas. Nació cuando su padre ya había muerto, y se formó en una familia que apenas le consagró atención. Las matemáticas y la Biblia fueron su constante interés, además de la estructura de la luz que se antoja recta y blanca cuando en rigor es ondulatoria y presenta una banda de colores apenas perceptible.

En contraste con no pocos superó la edad de los ochenta años, fue miembro del Parlamento británico, docente en Cambridge, y enterrado al lado de los monarcas del país.

Resolvió postergar las estimaciones apocalípticas sobre el término de la criatura humana en el planeta tierra con base en sus interpretaciones del texto bíblico.

Las figuras de Abraham y Moisés no tendrían menor estatura que las del propio Jesús, y en cualquier caso este último no es un ser divino. Afirmación que enhebra en carta personal al filósofo John Locke. Una tesis que si hubiera trascendido le habría complicado por lo menos su posición académica.

Ciertamente, señalar el 2060 según Newton como término de la humana presencia en el mundo se antoja hoy creíble considerando la revolución cibernética y los cambios radicales en la índole de los conflictos humanos y nacionales.

Un giro accidental y desafortunado de la enigmática estructura que crecientemente gobierna nuestras vidas podría darle la razón. Conviene atenderlo.


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