Enlace Judío – ¿Qué sabe el Mossad de Messi? Los vocablos se parecen pero no llevan a nada realmente. Esta historia es la de un hijo de judíos españoles, la de un auténtico judío sefardita de cepa pura que llegó a uno de los puestos más altos en el espionaje internacional, tan alto que si buscamos la equivalencia con el futbol internacional, sería la del capitán del Barcelona, y siguiendo con Messi, sería la de capitán de la selección argentina campeona de América 2021. Pero esto trata de espías y no de futbolistas, así que no hay glorias, ni ceremonias, ni bienvenidas en ningún aeropuerto, menos festejos en las calles, que si los hubiera, serían a puerta cerrada y en la Oficina del Primer Ministro de Israel. La historia es la del hijo de Sefarad que en más de una ocasión salvó al Estado de Israel.

Sefarad significa España

Obviamente los judíos sefarditas sólo pueden ser españoles y portugueses como inicio de su origen. Sin apellido español no se puede ser sefardita, como el del espía en cuestión, tan comunes en América Latina como extraños en Mongolia. Pero los hay griegos, italianos, neerlandeses y franceses. Descartando con esto a muchos judíos árabes de comunidades que adoptaron el rito religioso sefardí exclusivamente, pero sin tener conexión con Iberia en ningún sentido.

Tal vez la miniserie israelí Fauda, disponible en Netflix, le rinda un discreto homenaje al espía israelí judío español de este artículo. En Fauda, el comandante de una eficiente y temeraria unidad de espías israelíes se apellida Moreno y uno de los comandos se apellida Pinto. Al fin se incluyeron apellidos españoles y portugueses sefarditas. Nos han hecho creer que los judíos de apellido español serían más raros que las sirenas o las hadas. La realidad es que ya aburren los clásicos y trillados personajes judíos con exclusivamente apellidos rusos, alemanes, polacos o árabes, limitando con esto mucho de la rica historia judía universal y borrando del mapa la historia de los judíos ibéricos.

Este detalle del apellido español en los servicios de inteligencia israelíes bien podría ser un homenaje a nuestro súper espía, que según tiene un jersey enmarcado del Barcelona en su oficina, o tenía cuando estaba en una de las más importantes de Israel y en muchos sentidos del mundo entero, dividiendo su tiempo entre seguir La Liga y ser el guardián máximo de Sión.

El espía

“T”, como se le llegó a conocer, fue de joven un soldado de elite de las Fuerzas de Defensa de Israel. Nació en Tel Aviv en 1953, hijo de judíos españoles: su padre de los sefarditas de Turquía, su madre de los de Serbia, que a la primera oportunidad dejaron todo para ir a su tierra ancestral. Cabe recordar que lo que hoy es Turquía, los Balcanes y Grecia, entre otras naciones y regiones, hospedaron a miles de sefarditas en exilio después de la expulsión de los judíos de España de 1492 y de Portugal 5 años después.

“T” estudió en la Universidad de Tel Aviv y como soldado fue miembro de la unidad Sayeret Matkal. Entre su curriculum encontramos que estuvo bajo las ordenes de Yonatan “Yoni” Netanyahu, hermano mayor del ex primer ministro, en la famosa Operación Entebbe, en donde comandos israelíes tomaron el aeropuerto de Entebbe, en Uganda, para rescatar a pasajeros israelíes secuestrados por terroristas palestinos y alemanes en una operación que supera cualquier película de ficción.

Valientes y temerarios, los comandos al mando de “Yoni” sorprendieron al mundo un buen día de la década de los 70, siendo el temerario comandante Netanyahu la única baja de la heroica misión. Cuando “T”  dejó el Ejercito ingresó en los servicios de inteligencia del país. Para 1980 fue miembro de un escuadrón secreto: la Unidad Cesarea, que evidentemente cumplía con misiones de vital importancia y supervivencia para el Estado hebreo. Sobra decir que si sobrevivió a estas misiones no fue por casualidad mientras siguió ascendiendo en el mundo de espionaje.

Gracias a su eficacia en los siguientes años se dejó a su cargo un departamento de espionaje y seguimiento de personas y situaciones potencialmente peligrosas para el Estado de Israel, cargo que claramente desempeñó a la perfección logrando seguir ascendiendo en la cadena de mando. En 2001 llegó a ocupar el segundo cargo más importante en su trabajo. Era el número 2, la mano derecha del jefe, trabajo que ni sus vecinos conocían.

Hombre discreto y privado, no aparecía en ningún lado registro de su nombre. De 2002 a 2011 está acreditado con grandes éxitos profesionales: la destrucción de la planta nuclear de Siria, que sobra decir le iba a causar muchos dolores de cabeza a Israel como mínimo, o el asesinato de Imad Mughniyah, poderoso e intocable líder y jefe militar del grupo terrorista Hezbolá. 

El entusiasta fan del Barcelona dejó el trabajo por 2 años, esperando que su jefe se retirara, e ingresó al alto mando militar en donde desempeñó un papel de suma importancia en la Segunda Guerra de Líbano de 2006. Regresó a la comunidad del espionaje para 2011, solo para ser nombrando el número uno en los servicios de inteligencia: el primer ministro Benjamín Netanyahu lo nombró director del Mossad. No había sido su primera opción, pero nuestro personaje era el único con una vasta experiencia en el organismo, así que este sefardita de apellido ibérico se convirtió en el director número 11 de la poderosa y mítica agencia. 

Tamir Pardo

El sefardita que ocupó el importante cargo de director del Mossad entre 2011 y 2016, Tamir Pardo, es un referente de la realidad y seguridad de Israel durante estos peligrosos años en donde Israel no gozaba del apoyo de una administración favorable en EE. UU., sino todo lo contrario. El entonces presidente Barack Obama, totalmente anti-Israel, frustró y bloqueó operaciones necesarias para la continuidad del Estado judío, como aquella vez cuando simplemente ventiló públicamente la posibilidad que Israel podría destruir las instalaciones nucleares iraníes en un ataque sorpresa. Obama, que siempre tuvo una dura posición contra Israel, entregó millones de dólares a Irán poco antes de dejar el cargo. 

Pardo se retira en 2016 y se dedica a la iniciativa privada. Una vez que la personalidad de un espía es de conocimiento público, su carrera como espía deja de existir. Pardo tomó el cargo de una empresa israelí que vende servicios de seguridad de alto nivel en más de 45 países. Dicha empresa israelí es la responsable de mantener la seguridad en el cruce fronterizo entre Israel y Jordania, es decir, diferentes jefes, mismos clientes.

Dicha empresa Israelí está en el ojo del huracán en España por haber vendido un sistema de detección de rostros para ingresar a una cadena de supermercados española, aunque el sistema no almacena datos, las leyes en España están determinando si se trata o no de una violación a las leyes de privacidad de información. Dicho sistema es un diseño del mismo Pardo que casualidad o no, de una u otra forma también está trabajando para la seguridad de la tierra de sus antepasados: España.

En los últimos años Pardo ha criticado al ahora ex primer ministro Netanyahu y se unió a la ONG estadounidense “Unidos contra un Irán Nuclear”. Pardo ha asegurado que cuando Netanyahu ordenó preparar una misión de ataque a Irán, Bibi no tenía marco jurídico para atacar las instalaciones nucleares iraníes. También se ha lanzado a criticar a Rusia y de paso al mismo Trump.

Pardo mantiene una buena relación con John Brennan exdirector de la CIA y acérrimo crítico de Trump, que a primera impresión no pareciera tener sentido criticar a un aliado de Israel que suplió a un duro anti-israelí en Washington D.C. Tal vez solo una fachada para no dejar claro nada, porque lo cierto es que un exdirector del Mossad será muchas cosas, pero no “un libro abierto” Lo que realmente sabe e hizo el señor Pardo al frente del Mossad solo se sabrá cuando se desclasifiquen dichos documentos.

Y para cerrar con la pasión del espía: el Barcelona, Tamir Pardo es fan del equipo catalán donde jugó Messi, capitán de la selección argentina. Hay una conexión entre esos temas y Sefarad. Hubo un jugador argentino, un judío sefardita, y como Messi, exjugador del Barcelona y líder de la “albiceleste” también, que en su caso acabó llevando al equipo sudamericano al cuarto lugar del Mundial en 2006: el excapitán argentino y sefardita Juan Pablo Sorín Tellado. 

Sea como sea. El futbol es para entretener a las masas, el trabajo que desempeñó Pardo, para protegerlas.

 


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