Enlace Judío México e Israel – El cáncer de mama es una de las principales causas de muerte entre mujeres. Paradójicamente, se trata de una enfermedad perfectamente curable si se detecta a tiempo. Para saber más al respecto, Carol Perelman conversó con Talía Wegman, oncogenetista de talla internacional.

Piensa en todas las mujeres que conoces. Ahora imagina esto: una de cada 9 mujeres en el mundo será diagnosticada con cáncer de mama en algún momento de su vida. Cada 14 segundos, una mujer recibe la noticia de que tiene cáncer de mama, la primera causa de muerte por cáncer.

Se trata, paradójicamente, de un cáncer o una serie de cánceres generalmente tratables y de buen pronóstico si se detectan a tiempo. Los datos los aporta la doctora Talía Wegman, oncogenetista egresada de la UNAM, con un posdoctorado en el National Cancer Institute de Estados Unidos, quien conversó este Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama con Carol Perelman, para Enlace Judío.

Wegman comenzó su intervención, transmitida en vivo por la plataforma Facebook Live, enviando un abrazo solidario tanto a las mujeres que han sobrevivido al cáncer de mama como a aquellas que hoy en día lo enfrentan.

El estrés, un golpe, un coraje ¿aumentan las probabilidades de desarrollar cáncer?

Luego se refirió a los factores de riesgo que pueden contribuir a que una mujer (y, en casos muy raros, un hombre) desarrollen esta enfermedad, que cada año cobra la vida de muchísimas personas en todo el mundo.

Antes que nada, Wegman resaltó la diferencia entre causalidad y factor de riesgo. No es lo mismo, dijo, que algo cause cáncer (como es el caso de la exposición desmesurada a ciertos tipos de radiación o la infección por algunos virus) a la larga lista de factores que, juntos, elevan las probabilidades de una persona a padecer cáncer.

“Hay ciertas mujeres (10% de todos los casos) las cuales nacen con una mutación en uno de los genes que nos aumentan muchísimo el riesgo” de padecer cáncer de mama, dijo. Sin embargo, 70% de los casos son multifactoriales.

Entre los factores multifactoriales, están los modificables y los no modificables

En el segundo grupo se encuentran características como el sexo (el cáncer de mama es mucho más frecuente en mujeres que en hombres), la edad (a edad más avanzada, mayor riesgo de padecer la enfermedad), la edad de la primera menstruación, la edad de la menopausia, etc.

Mientras que los factores modificables incluyen fumar, tener un estilo de vida sedentario, una mala alimentación, entre otros. La doctora Wegman aclaró, sin embargo, que “Si tienen cáncer no es que se lo ganaron, no es que se lo buscaron (…) “Luego vienen (pacientes) con una culpa” injustificada, pues son tantos los factores que pueden influir en que una mujer termine por desarrollar cáncer de mama, que resulta ocioso atribuirle a ella la responsabilidad por “no haberse cuidado.”

También existen, dijo, factores externos que “bombardean” nuestro ADN, haciéndolo susceptible a modificaciones en determinados genes que debieran protegernos contra los distintos tipos de cáncer.

“Hay un gen, por ejemplo, que yo lo he estudiado mucho y que es una de mis pasiones, que se llama p53, que es conocido como el ‘guardián del genoma humano’, donde vemos que las mujeres que tienen mutaciones (en ese gen), sí, su riesgo de cáncer puede llegar casi a 90, 95%.”

Son casos muy raros. Algunos estudios, dice Wegman, hablan de un caso en 5,000, mientras que otros mencionan un caso en 10,000. En estos casos “tal vez podríamos hablar de causalidad”, dice la entrevistada.

En un estilo pedagógico y ligero, Wegman, una de las mayores expertas en cáncer en México, llamó a imaginar los factores de riesgo como pelotitas negras, mezcladas entre las blancas. Cada factor de riesgo individual puede aportar un poco. En conjunto, pueden contribuir al desarrollo del cáncer.

El estrés, por ejemplo, podría aportar “una o dos pelotitas”. No comer comida orgánica o hacer un coraje, dijo, no tienen nada que ver con más probabilidades de desarrollar cáncer. Tampoco recibir golpes en los pechos. Aclaró que muchas mujeres se dan cuenta que tienen cáncer cuando, después de recibir un golpe, se hacen revisar por un especialista.

Detectar al enemigo

“La mayor parte de nuestros pacientes en México llegan en estados donde el tratamiento se complica”, dice Wegman. La falta de una cultura de la salud preventiva hace que muchas mujeres se tarden demasiado en acudir a consulta. Cuando lo hacen, por desgracia, se enfrentan a un cáncer muy avanzado.

Por eso, Wegman recomendó hacer de la autoexploración una práctica cotidiana desde que comienza el crecimiento de las mamas. Hay que hacerlo una vez al mes, dijo, y enseñar a las niñas desde la pubertad a realizar este procedimiento en busca de bultos o “bolitas” en los pechos.

Esto debe realizarse 15 días después del periodo menstrual pues, dijo, durante los días de la regla pueden aparecer bultos que son totalmente normales y que podrían esfumarse transcurrido el periodo señalado.

Al llegar a los 40 años, recomendó Wegman, hay que hacer de la mastografía un hábito anual o bianual. “Es un instrumento que ha reducido en un 30% la mortalidad en el mundo ”, asegura. La razón por la que es conveniente esperar a los 40 años es que antes de esa edad, los pechos son demasiado densos y no permiten que los tumores sean detectados por los equipos.

Respecto a si las mastografías aumentan el riesgo de padecer cáncer debido a que los equipos emiten radiación, dijo que no hay pruebas concluyentes al respecto, pero consideró que el riesgo debe ser muy bajo.

¿Es un mal hereditario?

“El cáncer como tal no se hereda”, se heredan las mutaciones que lo hacen más probable, dice Wegman, y aclara que esto no ocurre en la mayoría de los casos:

“La mayoría de las personas, el 70% de este grupo multifactorial, no va a haber un riesgo aumentado (…). En este grupo, que es el 10%, que le llamamos síndrome de cáncer hereditario, uno de estos genes que repara el DNA, ya está desde el nacimiento afectado.”

¿Quiénes deberían de poner especial atención? Las personas en cuyas familias hay muchos casos de cáncer, especialmente entre mujeres jóvenes, o donde algún hombre haya resultado con diagnóstico de cáncer de mama, o si algunos miembros de la familia han tenido varios tipos de cáncer.

También los judíos ashkenazíes deberían de mantener una vigilancia constante de su estado de salud, pues en este grupo étnico son frecuentes las mutaciones conocidas como BRCA 1 y BRCA 2, relacionadas con una mayor incidencia de cáncer.

Sin embargo, nuestra comprensión de la genética es aún muy precaria y hay cosas que los científicos no comprenden a cabalidad. Una de ellas es, por ejemplo, “que en población general sana, que nunca ha tenido cáncer, de repente aparecen estas mutaciones.

Hubo un estudio increíble que se llama FLOSSIES (Fabulous Ladies Over Seventy) (que incluyó a) un grupo de mujeres de 70 años que nunca habían tenido cáncer, estaban súper bien, las siguieron mucho tiempo (que, además, tampoco tienen diabetes ni hipertensión ni nada) y ahí encontraron muchas mutaciones de BRCA. (Eso) ¿qué nos dice? Que aún el tener mutaciones en BRCA 1 y 2 no es sinónimo que te va a dar cáncer.”

Tratar preventivamente a una mujer que no tiene antecedentes familiares podría no ser lo más adecuado, incluso si se encuentran estas mutaciones. Por eso, Wegman recomienda a las personas que sospechan de una propensión hereditaria, que consulten a un oncogenetista para evaluar el panorama completo, su nivel específico de riesgo, antes de tomar medidas que podrían ser incluso contraproducentes.

Nuevos tratamientos

Muchas mujeres han sobrevivido al cáncer de mama gracias a tratamientos con quimioterapia. Sin embargo, estos no son tratamientos específicos, sino que “afectan a cualquier célula que esté en crecimiento.” Esa es la razón por la cual se pierde el cabello cuando se recibe quimioterapia.

Hoy en día, la ciencia médica, apoyada por una mejor comprensión de la genética, avanza rápidamente hacia tratamientos cada vez más específicos, que están diseñados para neutralizar a las células cancerosas y, en algunos casos, a los genes que funcionan defectuosamente.

“Este tema ha evolucionado muchísimo y para mí es fascinante…”, dice Wegman. “Lo que ya podemos hacer es buscar qué alteraciones tiene el tumor específicamente y ya entonces ir a buscar medicamentos que vayan a funcionar a esas moléculas, a esos receptores, a esas mutaciones a estimular a inmunoterapia…. Estamos entrando a una era que estamos llamando medicina de precisión.”

Según la especialista, este tipo de enfoque ha mejorado mucho el pronóstico de supervivencia para las pacientes de cáncer de mama que se tratan a tiempo. Y aunque el camino por delante sigue siendo largo, espera que la medicina genómica termine por inclinar la balanza a nuestro favor.

Efectos de la pandemia

La pandemia de Covid-19 tuvo graves efectos en la salud pública mundial, no solo por los millones de personas que directamente murieron como consecuencia de la infección, sino porque muchas personas dejaron de hacerse revisiones de rutina en hospitales para evitar la exposición al virus.

Esto incluye a las mastografías, sí, pero también afectó a quienes padecían enfermedades cardiacas, renales, diabetes y otros males crónicos. Sin embargo, ya con el semáforo verde en la Ciudad de México y muchas otras entidades del país, Wegman dice: “ya, estaba horrible la situación pero parece que estamos más tranquilos. Es buen momento para hacerse los estudios.”

Respecto a si la infección por covid podría constituir un factor de riesgo para el desarrollo posterior de algún tipo de cáncer, Wegman dice que todavía es muy pronto para decirlo pero que no le sorprendería, pues la inflamación crónica general, uno de los efectos duraderos del covid-19, aumenta el riesgo de cáncer.

Sin embargo, aclara que un aumento de probabilidades o de “pelotitas negras” no se puede comparar con lo que ocurre con las infecciones de virus de papiloma humano, que se encuentran presentes en casi la totalidad de las pacientes de cáncer cérvicouterino.

En esos casos sí se puede hablar de una causalidad directa, aunque también es cierto que muchas mujeres infectadas con VPH nunca desarrollan cáncer. Lo que nos devuelve a la perspectiva de la multifactorialidad que hace tan compleja la prevención y el entendimiento de los cánceres.

Respecto a las vacunas de RNA mensajero, Wegman recuerda que dicha tecnología comenzó a desarrollarse, hace décadas, para tratar el cáncer, y que no solo no representan un riesgo aumentado de adquirir la enfermedad, sino que podrían ser, en un futuro cercano, un método terapéutico para curarla.

Antes de despedirse, Wegman respondió algunas preguntas de los usuarios de Enlace Judío. Reiteró que es importante acudir con un oncogenetista si se presentan varios casos de cáncer de mama en la familia.

“No hay madre que haya tenido cáncer a la que no le angustie la posibilidad de que sus hijos también tengan. Entonces, muchas veces tengo consultas que son para esto, para explicar los mismos mecanismos, para ver la historia de sus propias familias, para ver cuáles son los riesgos para esa familia en específico, no para todo el mundo, y muchas veces es solamente para tranquilizar, y eso vale la pena”

Factores de riesgo y factores protectores contra la enfermedad

Riesgo: fumar, beber alcohol, no hacer ejercicio, el sobrepeso, el uso de tratamientos hormonales por más de cinco años, sobre todo los que se usan como terapia de reemplazo hormonal.

Protección: hacer ejercicio, amamantar, tener una vida sana y, en familias de alto riesgo, hay medidas de prevención más agresivas como estudios dirigidos, medicinas que disminuyen el riesgo, “que les llamamos gineoprofilaxis, y finalmente también hay las cirugías.”

Para finalizar, una Talía Wegman visiblemente emotiva, hizo un llamado a acompañar a las personas que han sido diagnosticadas con cáncer.

“Cuando alguien tenga cáncer no tengan miedo de acercársele, no tengan miedo de darle alguna ayuda porque lo va a necesitar. La ayuda que les nazca. No tengan miedo de hablar del tema. La gente (que padece cáncer) quiere hablar del tema.”

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