Enlace Judío – En estos días la comunidad académica israelí se siente abofeteada por la negación del Premio Israel al profesor de matemáticas Oded Goldreich. Todos los centros académicos en el país y en el mundo coinciden en que sus méritos intelectuales son indudables. 

Actualmente trabaja en el Instituto Weizmann después de recibir celebrado y bien fundado nombre en las principales universidades norteamericanas. 

Todos coinciden en que muy pocos han acertado en penetrar en los laberintos de la cartografía y de las abstrusas matemáticas como Goldreich. Sus logros son bien apreciados por la comunidad académica internacional, y explícita o indirectamente ayudan a la seguridad del país cuando en estos días el recurso cibernético toma altura. 

Al negarle el premio por razones políticas, la ministra de Educación israelí Shasha-Biton tiende una vez más a ajustarse a cálculos personales y partidarios. 

Parece olvidar que el Premio Israel se ha concedido hasta aquí por los méritos intrínsecos de la trayectoria profesional de quien lo merece, y no por sus convicciones o proceder políticos. 

El “pecado” de Goldreich habría sido impugnar la legitimidad de la Universidad Ariel instituida en zona ocupada por Israel. 

Me permito apuntar que alguna vez yo mismo dicté clases en este marco movido por una desubicada curiosidad. Pero bien pronto abandoné esta labor al advertir que un afiebrado impulso nacionalista religioso más que la curiosidad intelectual gravitaba en el liderazgo de la institución y entre los propios alumnos. 

Hasta estos días el Premio Israel se había concedido por los méritos intelectuales de quien lo merece, y no por sus actitudes políticas. 

¿Implica la decisión de la señora ministra que desde aquí maestros y alumnos serán juzgados más por sus creencias ideológicas que por sus logros intelectuales? 

Errada tendencia que debe ser puntualmente frenada.   

 


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