Enlace Judío – Un año atrás quedó documentado que el tan nombrado conflicto palestino-israelí no existe, que es un invento que analizaremos a continuación.

MAURICIO ALISKEVICIUS

Durante siglos, apenas interrumpido en breves períodos, existió un conflicto árabe-judío.

Si analizamos solamente a partir del siglo XX, veremos pogromos y persecución de la población judía (también la cristiana) en toda la zona del Medio Oriente.

Habitantes judíos de Siria, Irak, el Imperio otomano, anteriormente el Imperio persa, con alguna excepción temporaria, pese a vivir en esa zona desde el siglo XV y algunos desde antes, sufrieron el antisemitismo musulmán.

Está documentada la alianza entre el mufti de Jerusalén y los nazis, la expulsión en 1947-48 de aproximadamente 800,000 judíos de los países nombrados (que escaparon con lo puesto) y la guerra que todos los países cercanos le hicieron al recién declarado Estado de Israel en 1948.

Siempre fue una guerra de árabes musulmanes contra judíos. Recién en 1967 por un discurso del entonces líder Yasser Arafat, parte de esos árabes comenzaron a autodenominarse “palestinos”. Todos recordamos las pintadas anteriores a esa fecha, que decían claramente: “judíos a Palestina”.

Si partimos de esa base falsa –algo incorrecto- deberíamos decir que ese conflicto se termina en forma muy sencilla. Basta que esos “palestinos” acepten vivir en paz al lado del Estado de Israel, acepten que Israel exista y que si dejan de lado el terrorismo y la cultura de la muerte, los detalles para llegar a un acuerdo se solucionan fácilmente.

Pero la historia reciente deja claro que esos “palestinos” no quieren que la guerra termine. Los hechos son claros: nunca pidieron una patria para ellos, no aceptaron la resolución de la ONU en 1947, no aceptaron ninguna oferta del lado israelí.

Debemos resaltar que cuando esas tierras que ellos reclaman estaban en poder de Jordania, Siria, Egipto, nunca hablaron de querer una patria palestina. Sus reclamos de una patria en realidad son solamente deseos de eliminar la patria judía.

Además destacamos las enormes fortunas que poseen los dirigentes palestinos gracias a que ese conflicto permanente les hace recibir donaciones multimillonarias de muchos países, algunos ingenuos y otros malintencionados. En periódicos de países musulmanes aparecieron números indignantes, como la fortuna dejada por Arafat (600 millones de dólares), o la lista de unos 100 millonarios en Gaza mientras claman que el pueblo pasa hambre por culpa de Israel. Lo único que realmente hace Israel es evitar que entren armas que Gaza utilizará contra los israelíes.

El Líbano está en bancarrota, su pueblo sufre como nunca en su historia, pero el jeque Nasrallah multimillonario gasta fortunas (no de él) en misiles y drones para atacar a Israel. Hamás igual.

Por lo tanto hablaremos del conflicto árabe-israelí.

Por un lado tenemos a la población de Gaza. Casi dos millones de musulmanes, ni un solo judío o cristiano. La solución es tan simple como en aritmética 1 + 1. Si en vez de gastar el dinero en armamento y túneles lo gastaran en las necesidades de la población, vivirían en un paraíso. Solamente deben modificar la educación de los niños y jóvenes, enseñándoles con una escala de valores que coincida con los diez mandamientos, el “no matarás”, o “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Gaza tiene hermosas playas, zonas de pesca, capital humano que bien utilizado cambiaría la ecuación. Pero sus dirigentes prefieren educar a la juventud en la guerra, les enseñan desde muy niños a manejar armas y a darle mucho valor al matar a israelíes.

Un segundo núcleo es el que vive en Israel. Días atrás un instituto árabe hizo una encuesta preguntando a los musulmanes que viven en Jerusalén y otros puntos de Israel si prefieren vivir bajo gobierno israelí o palestino. La respuesta fue que aproximadamente el 90% dijo preferir el gobierno israelí.

En Israel tenemos hoy árabes musulmanes en el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial; hay un proyecto de eliminar la exención de hacer servicio militar tanto para musulmanes como para judíos ortodoxos, por lo que se borraría esa diferencia.

Hacemos una breve mención al pueblo druso. Son árabes que en una época anterior se separaron del islam y formaron una religión independiente. Quienes viven en Israel son ciudadanos con igualdad de derechos y obligaciones, mientras que los que viven en Siria y otras zonas musulmanas son discriminados.

Hay un voluminoso tercer grupo que es considerado por la ONU como “refugiados palestinos”, algo totalmente fuera de la norma de ese organismo. Son los únicos refugiados en el mundo que heredan la condición de refugiado, que crece en vez de disminuir, y que tienen un organismo de las Naciones Unidas especial para ellos.

Este tercer grupo es el discriminado totalmente en países musulmanes, por ejemplo Líbano y Jordania. Sus hermanos de raza y religión los mantienen en campamentos infrahumanos, porque les sirve a los efectos propagandísticos. Se les prohíbe ejercer determinados oficios o profesiones y mucho más. En otros países musulmanes son ciudadanos de segunda con derechos muy limitados.

Hablemos entonces del verdadero conflicto: los gobernantes de muchos países musulmanes se están dando cuenta que en realidad no existe un conflicto, por lo que después de Egipto y Jordania aparecieron los Acuerdos de Abraham, que poco a poco están logrando una convivencia pacífica –y muy conveniente en lo comercial, cultural y social- con Israel.

El escollo principal está únicamente en el Corán. Los musulmanes que rezan cinco veces al día llevando su frente hasta el suelo, entienden sagradas las enseñanzas de su profeta Mahoma. Por lo tanto hay dos conceptos que deberán cambiar: uno es la obligación de convertir al mundo todo en un mundo islámico, eliminando a quienes no quieran convertirse a esa religión. El otro es que toda superficie de la Tierra que alguna vez fue musulmana deberá volver a serlo de cualquier forma, o sea por las buenas o por las malas.

Mientras las autoridades islámicas no cambien esos puntos, seguirá existiendo un conflicto musulmán-mundo, no árabe-israelí.

El error más grave lo hace el mundo occidental, creyendo y diciendo que existe un conflicto israelí-palestino, ni siquiera musulmán-israelí. Todo aquel que no sea creyente musulmán es el “enemigo” según el Corán. Las fronteras, Jerusalén y otros temas son simples pretextos para decir no a toda aceptación de la existencia de Israel.

Hay un “conflicto palestino”, pero los judíos e Israel nada tenemos que ver: es una población cuyos dirigentes son los causantes de todos sus males.

Vemos iraníes que se dieron cuenta y muchos huyeron a países occidentales, sirios que prefieren vivir en Israel u otros sitios pero no en Siria, libaneses que ansían poder escapar de la trampa que es hoy Líbano con Hezbolá. Grave también pero en un grado algo menor, los que habitan en países musulmanes más moderados pero ninguno democrático.

Por lo expuesto, el único conflicto existente es ajeno a Israel, así como  su solución.

 


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