Enlace Judío – Estamos en la tercera década del siglo XXI. Respecto a Israel y sus otrora enemigos no fronterizos, la situación ha mejorado mucho comparada con tan solo hasta hace unos pocos años. El ministro de Defensa de Israel visitando países árabes y ofreciendo ayuda o equipos militares es algo que era impensable.

El pragmatismo pareciera haber vencido a la ideología cerrada y al fanatismo. Posiciones principistas pero equivocadas se han desvanecido. La teoría imperante según la cual Israel tendría paz sólo al resolverse el conflicto israelí palestino ha demostrado no ser cierta. Israel tiene paz y relaciones afables con muchos países árabes, los palestinos siguen entrampados entre sus posiciones inflexibles y el drama de sus dirigencias poco pragmáticas, al menos en lo que se refiere al bienestar de las sufridas poblaciones de Gaza y algo menos, de la Margen Occidental.

Hubo una euforia temporal cuando en la década de los noventa los Acuerdos de Oslo avizoraban un Nuevo Medio Oriente. El sueño de Shimon Peres, la obra de Yossi Beilin. Poco duró el optimismo. El Medio Oriente retomó su faz violenta. Atentados terroristas, sangre, difamación, defensa y dolor. Se dieron al traste con los acuerdos y una profunda desilusión quedó en todos aquellos que apostaron al camino de la paz lograda a base de concesiones. También en todos aquellos que pudieron degustar las mieles de la tranquilidad efímera.

Los Acuerdos de Abraham, el establecimiento en Israel de un gobierno que no es de derecha, la nueva administración americana y el lobby demócrata parecían anunciar algo más de esperanzas para avanzar en el tema del conflicto israelí palestino. Hasta ahora, nada de eso.

La Autoridad Nacional Palestina sigue sin poder hacer elecciones, las negociaciones con Israel siguen suspendidas, las amenazas cunden tanto en forma directa como velada. El segundo enclave palestino independiente, el de Gaza, sigue en su línea de no reconocimiento, no paz, no negociaciones con Israel. 

La situación en Siria es una costumbre. Guerra civil, ataques preventivos de Israel a movimientos de los iraníes y sus aliados. Líbano sigue en manos de Hezbolá y se almacena un gigantesco depósito de misiles con el objetivo de amedrentar y atacar a Israel. Irán no termina de negociar un acuerdo para su programa nuclear y mantiene sus amenazas contra Israel. 

El nuevo Medio Oriente tiene novedades importantes. Los Acuerdos de Abraham antes citados, la coordinación de Israel con Rusia para los ataques dentro de territorio sirio. La Embajada de Estados Unidos en Jerusalén. La buena relación entre Egipto e Israel para temas de seguridad. Sí, hay avances en varios aspectos.

Sin embargo, la amenaza de Hezbolá desde el Líbano sigue vigente y creciente. En Gaza se siguen fabricando explosivos. Irán es una bomba de tiempo. Al nuevo viejo Medio Oriente le acompaña el nuevo viejo orden mundial.

Al momento de escribir esta nota, algunos consideran inminente una invasión rusa a Ucrania. Por más poco comprensible que ello parezca, en un mundo que parecía lejos ya de los criterios de la Guerra Fría, un evento de estas características coloca al mundo unas décadas atrás en el tiempo, pero con las capacidades destructivas de nuestros días. La influencia de esta eventualidad en el Medio Oriente resulta impredecible en los detalles, pero de seguro no ha de traer beneficios.

El Nuevo Medio Oriente se desdobla una y otra vez y se parece al viejo. Es el nuevo viejo Medio Oriente, aquel que mantiene su grado de conflictividad e inestabilidad con imperturbable constancia.


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