Enlace Judío – Los uigures son un grupo étnico que vive en las regiones del noroeste de China, principalmente en la Región Autónoma de Uigur de Sinkiang. También se encuentran miembros de este pueblo en Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán. Otro grupo habita en la zona de Hunan. Los uigures son uno de los 56 grupos étnicos reconocidos oficialmente por el gobierno de China.

La llamada Primera República del Turquestán Oriental se independizó en 1933 y gobernó el destino de los uigures hasta que en 1949 fue ocupada por el Ejército Popular de Liberación. Muchos partieron hacia el exilio. Los que se quedaron padecieron por su fe y costumbres, especialmente durante la revolución cultural que emprendió el líder supremo Mao Zedong.

Los uigures de Sinkiang viven en un Estado policial con controles y restricciones extensas en su vida religiosa, cultural y social. Las autoridades les vigilan para que no tengan libros religiosos, no se dejen la barba y no posean una alfombra de oración y que no dejen de fumar o beber. Se estima que entre 120,000 y más de un millón de uigures de una población total de 10 millones están detenidos en campos de concentración masiva, denominados campos de reeducación con el fin de cambiar su pensamiento político, sus identidades y sus creencias religiosas.

Los presos de los campos uigures son sometidos a abusos físicos y verbales por parte de sus guardianes. En este ámbito el periódico The New York Times ha informado que los presos “deben cantar himnos elogiando al Partido Comunista Chino y escribir ensayos de autocrítica.

En el encarcelamiento forzoso que enfrentan los uigures, existe separación de los niños de sus padres. La vida de los uigures representa una cultura de intimidación y de miedo. En los campos de reeducación impera la brutalidad policial y militar, son frecuentes los delitos sexuales y las esterilizaciones forzadas. Los niños se ven obligados a renunciar a su lengua y cultura tradicional.

Los largos periodos de aislamiento entre los sexos en los campos uigures han sido interpretados por diferentes analistas como un intento para cambiar la demografía étnica de la región.

El gobierno de China inicialmente negó la existencia de los campamentos de uigures, empero, posteriormente dijo que servían para combatir el terrorismo, que califica a las intenciones separatistas de parte de los uigures y para brindar capacitación vocacional.

Es de destacar que las peticiones de activistas de derechos humanos para abrir los campos a visitas de extranjeros, no han sido atendidas por el gobierno chino. Los miembros de la diáspora uigur, alrededor de 10 millones han estado separados de sus familias en China durante años, e incluso décadas, algunos han sido presionados para espiar para China, bajo la amenaza de dañar a sus familiares. 

Serena Oberstein, directora ejecutiva de Jewish World Watch, una organización establecida en California para crear conciencia sobre el genocidio, ha dicho que “no existe una comparación perfecta, pero para mí las historias que escuchamos provenientes de la región son demasiado familiares para las que escuche de mi abuelo de niña”.

En este ámbito, Oberstein ayudó a formar una coalición Berlín-Beijing interreligiosa que establece un paralelo entre los Juegos Olímpicos de China hoy y los que se llevaron a cabo en la Alemania nazi en 1936. La Alemania nazi al inicio de la Segunda Guerra Mundial era una potencia económica como China lo es en el presente. El “nunca más” se relaciona de alguna manera con lo que está pasando con los uigures.

El Comité Olímpico Internacional que es un potente actor en el mundo internacional se ha mostrado reacio a comentar lo que está pasando en China con los uigures.

 


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