Enlace Judío – En las entregas anteriores hemos realizado un recorrido por la arquitectura, la pintura y la historia de las diferentes manifestaciones del arte en el pueblo judío, pero en esta ocasión decidí centrarme en el presente y hablar de una de mis artistas favoritas que ha sido muy bien recibida por la crítica actual. 

Victoria Hanna nació en Jerusalén en el seno de una familia ortodoxa mizrají. Su padre fue un rabino de origen egipcio y su madre tenía raíces persas. Como es de imaginarse, Victoria cursó sus estudios básicos en una Yeshivá de Jerusalén y tuvo un gran apego a la religión. Sin embargo, cuando Victoria creció hubo un cambio en su forma de pensar y de vivir el judaísmo.

Comenzó su carrera de actuación en el estudio de Nissan Nativ, un reconocido director y actor israelí galardonado en varias ocasiones. Hanna fue alumna de Nativ y con ello se abrió una puerta que jamás se cerraría. La influencia artística del director de cine y el gusto e interés por la religiosidad ortodoxa, se entreveraron en una visión muy particular de Hanna, sin embargo faltaba una pieza. 

A la par de su formación actoral, Victoria Hanna estudió composición musical y creó sus primeras piezas. Es aquí donde encontramos un punto de quiebre en su concepción del judaísmo, ya que en muchas comunidades ortodoxas no es bien visto que una mujer cante. Estas restricciones no fueron una limitante para Hanna, ya que buscó una aceptación fuera de su ambiente religioso y comenzó con sus estudios cabalísticos. Hasta este momento de la historia tenemos varios elementos de gran interés en la influencia artística de Hanna: la religión, la actuación, la música y la mística judía.

Victoria encontró un espacio ideal para desarrollar toda la creatividad derivada de su formación artística y, aunque parezca difícil de creer, ese lugar de libertad y concordia fue el mundo del rap, específicamente el género denominado como “rap cabalístico”. Como artista, Victoria Hanna siempre ha sido muy respetuosa de las ideas y las creencias de los demás, aspecto que la ha llevado a dejar su comunidad religiosa original e insertarse en un ambiente musical en donde puede exponer sus ideas artísticas sobre la mística judía. Ejemplo de ello fue su primer éxito musical llamado Aleph Bet lanzado en febrero de 2015. En la canción, la compositora construyó una estructura narrativa a partir del alfabeto hebreo y el simbolismo de sus letras. 

Una de las propuestas más interesantes que Hanna muestra en su canción, es la teoría que ha desarrollado sobre la creación de los sonidos de las vocales y las consonantes. Ella afirma que como humanidad y pueblo, comenzamos con pequeños sonidos que tenían diferentes simbolismos; esos ruidos se articularon y generaron resonancias definidas que hoy conocemos como letras, mismas que adquirieron un símbolo para definirse.

La unión de esos símbolos fonéticos generaron las palabras y, por ende, dichos vocablos tienen una tradición milenaria de significado. Victoria Hanna piensa que las vocales son sonidos que viajan a través del tiempo y también del espacio. La enseñanza del hebreo moderno mantiene viva la palabra del pasado y, por ende, la tradición judía. La pieza musical va de la mano con el video, ya que la propuesta visual enriquece y ayuda a explicar el fondo de la composición. 

El video comienza con la  imagen de Victoria Hanna como maestra en una Yeshivá. Como Morá, Hanna inicia con la repetición de las letras del alefato, mientras señala cada letra en su cuerpo, aspecto que remite a la organización del árbol de las Sefirot dentro del pensamiento cabalístico. Continúa con la articulación de las vocales con las consonantes, mostrando a sus alumnas cómo viajan las letras en el espacio.

De esta manera comienza la pieza musical y visual, seguida por la selección de palabras en orden alfabético que pueden tener un simbolismo profundo. En el video aparece la Morá Hanna que pinta espirales y líneas en el pizarrón, éstas se convierten en raíces y con ello, la cantante hace una alegoría entre la palabra y la raíz de la misma, aspecto que en el hebreo actual tiene un significado muy profundo. De esta manera, Hanna liga la Shoresh de la palabra con la Shoresh del pueblo judío. 

Para este momento del video, Hanna también aparece como una alumna y se mezcla entre las niñas para bailar y cantar un coro con las palabras Hosha-na, Hosha-na en un estilo musical que nos remite al rezo del mundo mizrají. Conforme la canción continúa el sonido se transforma en letra, la letra en palabra y la palabra en conceptos como la leche, la miel, la tierra, el número, las velas de Shabat y la migración.

Las alumnas del aula bailan y cantan los coros con Victoria, para finalmente llenar el pizarrón de puntos mientras repasan una y otra vez el alefato. La últimas letras de la canción son la Alef y la Tav, en una alegoría del alfabeto hebreo que lo abarca todo, desde la Alef hasta la Tav, desde el principio al fin. 

En lo personal, Victoria Hanna es una artista vanguardista de la música israelí que mezcla el rap y la estructura musical moderna con conceptos místicos antiguos y con una gran carga simbólica. Definitivamente no es una propuesta fácil debido al vasto bagaje cultural y conceptual que la letra y el video ofrecen. Sin embargo, resulta muy interesante la idea y es necesario reconocer que ésta muestra conceptos religiosos de una manera actualizada y muy personal a partir de la visión artística. 

Victoria es una gran compositora y estudiosa que mantiene su judaísmo ortodoxo a pesar de ser una de las raperas más importantes dentro de la escena musical actual. A través de su arte, Victoria nos muestra una cara más de la trascendencia de la cultura judía en el tiempo y en el espacio. 

 


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