Enlace Judío – En noviembre del año pasado, un grupo de jóvenes —dos hombres musulmanes y dos mujeres judías— estaban disfrutando de una tarde en el Jardín Eshkol, un parque en el centro de la ciudad de Bat Yam. Poco después, tres personas se les acercaron y les preguntaron si eran árabes. Tras responder afirmativamente, fueron brutalmente atacados.

Por suerte, las heridas no fueron letales, pero pudieron haberlo sido. Una de las víctimas, quien sufre de ALS (esclerosis lateral amiotrófica) y usa una silla de ruedas, fue apuñalada en la cabeza y apenas esquivó una bala que podría haber acabado con su vida.

No se trata, por supuesto, de un ataque espontáneo, sino que obedece a procesos de radicalización que se han gestado en Bat Yam en los últimos años. Los perpetradores Yaniv Shabtay, Yarin Sukar y Yehonatan Mazur son simpatizantes de organizaciones ultranacionalistas que han encontrado un campo fértil para crecer en su ciudad.

El proceso judicial sirve como prueba de la radicalización. Cuando los sospechosos fueron entrevistados, su explicación del crimen se basó en que había sido ideológico: sin alguna disputa o discusión previa. Al registrar la casa de Shabtai, la policía encontró calcomanías de la organización supremacista judía Lehava. Al revisar su teléfono, se descubrieron mensajes incendiarios afirmando que “el enemigo árabe está comprando apartamentos en la ciudad y Bat Yam está siendo ocupada lentamente. Agregue a eso el Holocausto de asimilación que están trayendo a la ciudad y está ocurriendo un desastre justo debajo de nuestras narices”. 

La narrativa de una posible invasión del ajeno es una de las más comunes en grupos nacionalistas o supremacistas. A pesar de ser factualmente incorrecta, pues los árabes representan apenas 0.3% de la población de Bat Yam, el miedo que genera es real. Aprovechándose de las fobias y traumas de los judíos israelíes, principalmente en poblaciones empobrecidas como en Bat Yam, colectivos extremistas canalizan a jóvenes hebreos a la violencia.

Explotando el temor de los locales, el kahanismo, una ideología supremacista judía que considera a los árabes como enemigos de Israel y es etiquetada en Estados Unidos como terrorismo, ha logrado hacerse paso en Bat Yam. Shlomi Kenzy, un empleado del municipio, recientemente abrió una sinagoga en nombre de Meir Kahane, padre de la ideología. Personalidades como Bentzi Gopstein, padre de la organización supremacista Lehava y Michael Ben-Ari, un exmiembro de la Knéset a quien se le prohibió volver a servir debido a sus peligrosos ideales, han dado clases en el nuevo templo.

No es coincidencia que Bat Yam haya sido una de las ciudades más notorias donde surgieron las tensiones étnicas durante el conflicto israelí-palestino el año pasado. Las escenas de multitudes judías destrozando negocios palestinos, así como el intento de linchamiento de Said Musa fueron tenebrosas y desembotellaron el odio que se había estado gestando ahí durante años.

Ahmed Mashharawi, quien trabajó en el ayuntamiento de Tel Aviv-Yafo, dio cuenta del miedo que siente la población árabe al visitar Bat Yam desde las mayo del año pasado: “Recientemente, cada vez más árabes se han mostrado negados a venir a Bat Yam, incluyendo el centro comercial, que tenía varios clientes árabes. El municipio y la policía deben hacer todo lo que esté a su alcance para erradicar el racismo que se está extendiendo en la ciudad tras el terrible atentado durante la Operación Guardianes de la Muralla”.

Algunos educadores en Bat Yam confirman el testimonio de Mashharawi. Según el reporte investigativo de Ran Shimoni, gente en el sector pedagógico local afirma que “las conversaciones con ellos siempre vuelven a los disturbios de mayo y a ‘lo que nos hicieron los árabes’. Desde su punto de vista, los árabes de repente se tornaron en contra de ellos. Estos no eran palestinos de Cisjordania o Gaza, sino sus vecinos de Yafo. Por lo tanto, hoy están siendo incitados con mensajes diciendo que tienen que ‘defender sus casas’”.

Tristemente, Bat Yam no es una isla. Aunque el problema de discriminación sea más agudo ahí que en el resto de Israel, los incitadores responsables se encuentran en posiciones de poder. Simpatizantes de Lehava como Itamar Ben-Gvir han conseguido tener una voz más poderosa accediendo a puestos en la Knéset.

Actuar pronto contra el odio es imperativo antes de que se expanda: además de que la fortaleza de Israel recae en su diversidad, la columna vertebral de cualquier prospecto de paz está en un ambiente de dignidad y respeto al interior del país.

 


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