Enlace Judío México e Israel – Como ciudadano israelí me permito apuntar que la dispar composición del actual gobierno tiene hoy ambiguas expresiones respecto al arribo de refugiados ucranianos al país.

Ciertamente, en el andar de los últimos nueves meses la presente coalición gubernamental se ha distinguido por un razonable equilibrio más allá de las distancias ideológicas y personales de sus miembros.

Sin embargo, la selectiva recepción de refugiados ucranianos es hoy un lamentable desacierto ministerial e histórico.

En este contexto cabe preguntar: ¿quién – israelí o judío – puede olvidar a abuelos y padres que merecieron en múltiples países un razonable refugio cuando algún mayor episodio – bélico y-o financiero – gravitó negativamente en los espacios donde habían nacido y vivido?

Hechos que en estos días conmueven la memoria cuando no pocos países – desde Polonia a Alemania e Inglaterraofrecen generosa hospitalidad a millones de ucranianos que solicitan algún refugio al tiempo que aceptan la distancia respecto a familiares y amigos que prefieren asumir la difícil resistencia a Moscú.

¿No obliga este hecho – personal e histórico – a revelar generosa recepción a todos los ucranianos que llegan a nuestro país?

Ciertamente, existen restricciones reales en términos de vivienda y mercados laborales para absorberlos con rapidez y acierto.

Pero no se trata de un episodio sin antecedentes.

Antes y después de su nacimiento como país soberano Israel acogió amplios caudales de migrantes que se ajustaron a las difíciles condiciones – vivienda, trabajo, recursos – que fue entonces capaz de ofrecer.

Con espíritu similar el presente gobierno encabezado por Bennett debe recibir sin discriminaciones a personas y familias que en estos días llegan al aeropuerto israelí.

Un imperativo que en estos días preside a amplios y desiguales sectores de la ciudadanía israelí- en particular a los movimientos juveniles.

Ciertamente, no será fácil integrar al país a todos los migrantes en un espacio que hoy conoce un penoso déficit tanto en los mercados laborales como en materia de vivienda. Es sin embargo un imperativo histórico y moral ineludible.

 

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