Enlace Judío México e Israel – Incesantes bombardeos, falta de medicinas, hambre, sed… La situación de los judíos (y del resto de los ucranianos) que no pudieron huir de la guerra es apremiante. El rabino principal de Kiev y su esposa narran la situación y piden tu ayuda a través de https://www.charidy.com/helpjewsofkyiv

“Gracias a Dios, no tenemos muertos aún y, con suerte, no los habrá” entre la comunidad judía de Kiev, dijo el rabino principal de la capital ucraniana, Jonathan Markovitch, en entrevista exclusiva para Enlace Judío.

Los rezos continúan tanto en Kiev como en el resto de las ciudades ucranianas con poblaciones judías, incluso cuando, de acuerdo con el rabino, ·”hemos tenido bombardeos en refugios, con la vibración de las ventanas y los edificios al caer las bombas.

Teníamos una comunidad floreciente; todo terminó en un día

“Esperamos que con nuestras oraciones y con las suyas, todo va a estar bien. Creo que todo el mundo está rezando para que haya paz”, agregó Markovich. Por su parte, su esposa, Eika Inna, también presente en la entrevista, dijo que “tuvimos una floreciente comunidad judía en Kiev por hace 21 años y todo terminó en un día. Teníamos una escuela judía, teníamos un kínder para niños con autismo —el primero en Ucrania—, teníamos un gran centro comunitario que servía a mucha gente… Te cuento esto y quiero llorar porque cuando empezaron la guerra y los bombardeos, todo aquel que pudo voló fuera del país.”

Sin embargo, no todos pudieron escapar. Quienes no tenían recursos, permanecieron en Ucrania. Algunos sobrevivientes del Holocausto, debido a su avanzada edad, debieron quedarse también. Ellos “están viviendo la segunda gran guerra en sus vidas”, lamentó Inna. “Ellos empezaron sus vidas con guerra y bombardeos y hambre y miedo, y ahora lo sienten de nuevo.”

De esas personas vulnerables, la comunidad, encabezada por el rabino Malkovitch, se está haciendo cargo en estos duros días. Cincuenta viven en la sinagoga actualmente, custodiadas por guardias armados, “lo que es muy caro en estos tiempos. Y además, para la gente de edad avanzada, de más de 80, que vive por toda la ciudad, nosotros les damos comida, medicinas —casi no hay medicinas en Kiev, no solo para las heridas sino para la presión arterial, insulina…—, mucha gente ha muerto por falta de insulina; es una situación que rompe el corazón.”

Ayuda en bicicleta

Pese a lo apremiante de la situación, los servicios religiosos continúan en la sinagoga. “En momentos como estos, la gente quiere sentirse junta, con nuestros hermanos y hermanas”, aseguró Markovitch, aunque aclaró: “No todos, porque, como dijo mi esposa, hay mucha gente que son sobrevivientes del Holocausto y de la Segunda Guerra Mundial y del régimen comunista” que no se encuentran en condiciones de asistir a los rezos.

La comunidad solía proveerlos de 800 comidas al mes. Ahora, muchos se encuentran en zonas de guerra, en medio del fuego cruzado entre las tropas rusas y ucranianas, lo que dificulta el envío de asistencia. El alto precio de los combustibles hace aún peor la situación.

Sin embargo, “hemos sido muy creativos”, asegura Inna. La comunidad envía mensajeros en bicicleta, e incluso ha rentado un auto Tesla (eléctrico) para llevar comida a los sobrevivientes, quienes llaman a la sinagoga llorando, desesperados por ayuda.

Refugios improvisados

A diferencia de Israel, donde la población está acostumbrada a escuchar las sirenas que alertan sobre los inminentes bombardeos, la población ucraniana no está acostumbrada al sonido de las alarmas, no cuenta con refugios especiales ni sabe qué hacer en caso de bombardeos.

El centro comunitario judío de Kiev ha improvisado un sótano como refugio pero, quienes no pueden acceder a él, llaman al rabino para preguntar qué hacer cuando las alarmas suenan. “Hacemos lo que podemos para ayudar a esas personas a salvar sus vidas”, dice Malkovitch, “es muy duro, es muy difícil pero tenemos el valor y todo lo que necesitamos para hacerlo.”

Los refugiados llevan casi un mes en el centro comunitario, despojados de sus trabajos y de sus rutinas, lo que se traduce en una “gran tensión” al interior del recinto. Ahí vive un médico que les brinda atención física y psicológica. Se han establecido nuevas rutinas; la gente limpia el lugar y cocina. No saben cuándo volverán a la normalidad sus vidas. Esta es su normalidad ahora.

Para aquellos que no pueden acceder al refugio, la comunidad brinda conferencias remotas vía Zoom, a las que se conectan personas desde diversas partes de Ucrania, de Europa y del mundo. Según Inna, “tan solo escuchar una voz ya es bueno para ellas.”

Los constantes bombardeos sobre Kiev han conseguido un relativamente positivo efecto secundario: los saqueos son raros, puesto que nadie quiere estar al aire libre. Sin embargo, la pareja entrevistada prevé que estos se produzcan cuando haya más calma. Esa es la razón por la que todas las instalaciones de la comunidad judía están custodiadas por guardias armados. No están ahí para pelear contra los soldados rusos, pues “no tendría ningún sentido”, dice Inna, quien fundó el kínder para niños con autismo.

Respecto a la situación de dicha población, la esposa del rabino dice que las personas con dicha condición requieren rutinas. Ahora, con su mundo de cabeza, proveerlos de dichas rutinas es difícil, por lo que Autismo Europa ayudó a evacuarlos en los primeros días de la guerra y “gracias a Dios, casi todos ellos están bien.”

Milagros en la guerra

Hace algunos días, una bomba cayó a solo cincuenta metros de la sinagoga de Kiev. Mientras que la devastación abarcó casi cada edificio entorno al sitio de la explosión, en el centro religioso no se rompió siquiera un vidrio. Ese ha sido uno de los muchos “milagros” que el rabino Malkovitch y su esposa han presenciado en este, el mes más largo de sus vidas.

“Y además, otro proyecto que hacemos, es evacuar personas de Kiev, pero esto es muy peligroso y muy caro, porque cada pocos kilómetros hay retenes del ejército, y ellos revisan a la gente y los pasaportes y todo. Entonces, para evacuar a la gente hacia la frontera —son 10 horas hasta la frontera más cercana—, te puedes imaginar cuánta gasolina se necesita. Y nuestro chofer, que está entre los 18 y los 60 (años de edad) pero no está en el ejército, posiblemente no podría volver a Kiev con su familia (…) pero, gracias a Dios, fuimos capaces de evacuar a 600 judíos de Kiev”, dijo Inna.

Sin embargo, “todavía hay 2,500 judíos en Kiev”, lamenta Markovich, quien suplica que se envíe ayuda. “No es para comprar un dulce o un chocolate: es para salvar vidas.”

Markovitch, quien sirvió como oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel por 12 años, reconoce que su experiencia militar le ha ayudado a enfrentar la situación actual. “Sé qué es lo que hay que hacer y cómo hay que hacerlo. “Si no hubiera pasado 12 años como oficial en las FDI, no sería capaz de hacerlo.

Sin agua, sin medicinas, sin comida, no podemos mantenernos vivos

Antes de la guerra, algunas personas acudían a él para decirle que querían enrolarse en el ejército. “No entiendes lo que es la guerra”, les decía. “Cuando muera alguien cerca de ti vas a pensar distinto. Si una bomba cae no lejos de ti, incluso a dos kilómetros de distancia, pensarías distinto.”

Ahora, narra el rabino, esas personas se acercan y le dicen “ahora entiendo”. Pero él replica: “sigues sin entender. Cuando tus amigos y vecinos mueran y tú lo veas, entonces entenderás lo que es la guerra. Es terrible. Yo creo que nadie entendería lo que es la guerra.”

Inna, en cuyo rostro se entrelazan el orgullo y la angustia, comparte para Enlace Judío que su esposo, el rabino Markovitch, ha empleado sus conocimientos militares para ayudar a la población de Kiev a enfrentar la guerra.

“Hay algo que también hicimos antes de la guerra. Es, de hecho, algo muy lindo que hicimos con nuestro hijo mayor, que está casado y también nos ayuda con la comunidad judía en Kiev. Ambos hicieron unos letreros muy grandes, luminosos. En vez de anuncios comerciales, lo que hicieron fue poner mensajes en ucraniano: ‘piensa bien y todo estará bien’. Anuncios de bondad y amabilidad.”

Cuando comenzó la guerra, esos letreros luminosos enormes “fueron muy útiles” para subir la moral de la población, para pedirles que ayudaran a sus vecinos y que fueran bondadosas y amables.

“Lo espiritual es muy importante”, añade Markovitch, pero “sin agua, sin medicinas, sin comida, no podemos mantenernos vivos”, añade y reitera: “necesitamos ayudar a aquellas personas que requieren nuestra ayuda física.”

Las sobrevivientes del Holocausto tienen miedo

Entre ellas se encuentran “dos mujeres: una tiene 101 años, la segunda tiene 104 años”, explica para ejemplificar la urgencia de recursos. Se trata de personas que se niegan a ser retratadas, pues siguen teniendo miedo, ese miedo adquirido durante la adolescencia, cuando enfrentaron a los nazis.

“Sería muy importante que hablaran, pero para ellas, es algo de lo que no pueden hablar”, dice Markovich. En su nombre, la pareja clama por ayuda internacional.

Comparaciones que se hacen entre Putin y Hitler

Respecto a las comparaciones que se hacen entre Putin y Hitler, entre esta guerra y la que libró el mundo cerca de la mitad del siglo XX, el rabino dice “es una situación diferente”, y afirma que no está de acuerdo con dicha comparación.

Tampoco cree que el régimen o la sociedad ucraniana sean antisemitas. “La mayor parte de la gente que vive en Ucrania no es antisemita. Pelean contra el antisemitismo y la gente en el gobierno ayuda a combatir el antisemitismo”, y agradece a los ucranianos por eso.

Inna agrega: “el actual Presidente lleva dos años, pero llevamos aquí 21 años y —casi— todos los presidentes han estado en contra” del antisemitismo.

Israel “puede y debería ayudar más a Ucrania”

Así lo cree el rabino principal de Kiev. “No sabemos qué puede hacer y qué no, pero sí sabemos de cierto que puede hacer más. Pero depende de nosotros lo que podemos hacer. Sería mejor que alguien más hiciera algo pero cada uno de nosotros puede hacer algo”, matiza.

“No estoy diciendo hacer mucho. Si alguien puede hacer mucho, es mejor que lo haga. Pero si alguien puede ayudar un poquito, está bien. Todos tienen que hacer algo, en vez de pensar ‘el gobierno de Israel va a ayudar, el gobierno de Israel va a enviar médicos a Ucrania para ayudar a la gente… No, nosotros debemos hacer lo que podamos hacer. Por su puesto que el gobierno de Israel debe hacer algo, pero nosotros debemos hacer lo que podamos.”

Al revisar la historia del Holocausto, muchos piensan que el mundo prefirió darle la espalda a la realidad que confrontarla. La consecuencia: millones de judíos muertos por el simple hecho de serlos. Ahora, muchos esperan de Israel una respuesta más frontal a la situación que viven los judíos ucranianos, acosados, domo el resto de sus conciudadanos, por la ofensiva rusa.

“Quizá pueda y quizá no”, dice el rabino Markovitch respecto a la posición israelí, más o menos neutral hasta el momento. Pero afirma que a quienes necesitan ayuda hoy, no les sirve que el resto del mundo señale la omisión israelí. “Quienes puedan ayudar, tienen que ayudar.”

“Mi corazón está sangrando”, dice pausadamente, buscando con afán las palabras en inglés para expresar lo que su mente le dicta. “Estoy en Ucrania intentando ayudar a la gente, pero no tengo una fábrica a la que pueda ir para traer pan, no tengo una fábrica a la que pueda ir para traer agua y medicina: necesito comprar todo. Por desgracia, no tengo una máquina para imprimir dinero.”

Traer paz a nuestros corazones para que Dios traiga la paz

Cuando se le pide al rabino que dé un mensaje final, no duda en pedir dos cosas: tener fe en Dios y hacer lo que sea necesario para luchar por la paz. Para esto último, dice, “hay que hacer lo que sea necesario para traer la paz a nuestros corazones y para ayudar a nuestros vecinos, para ayudar a otras personas, y Dios lo verá y nos traerá paz y nos traerá salud.”

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