Enlace Judío México e Israel – En uno de sus poemas Edna St Vincent Millay escribe “Childhood is the kingdom where nobody dies. / Nobody that matters that is …” (“La infancia es el reino donde nadie muere / nadie que importe más bien…”), después empieza a describir la muerte por grados de cercanía. Los parientes lejanos que apenas y conocía, su gato al cual tiene que enterrar y no entiende porque ya no se mueve, porque está lleno de pulgas, porque está duro. Sin embargo aclara “you do not wake up a month from then, two months / A year from then, two years, in the middle of the night /And weep, with your knuckles in your mouth, and say Oh, God! Oh, God!” (no te despiertas a un mes desde entonces, dos meses / un año, dos años, en medio de la noche / llorando con los nudillos en la boca, y diciendo ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios!). Termina por narrar la ausencia que deja la muerte en su paso: el deseo de hablar con quienes se han ido, “sentarse con ellos a la mesa” y saber que no responden, que no están.

Me encanta el poema por lo vividas que son las imágenes y lo real que retrata la situación de la muerte. Queremos a los que se mueren y hay un momento que debemos de aceptar que ya no están y no importa cuanto busquemos su presencia nunca volverán a estar frente a nosotros en exacta la misma forma que los conocimos. En ese sentido entiendo el dolor y desesperación que uno siente frente a la muerte. Sin embargo, siempre he creído que el desconsuelo no es la única respuesta que tenemos frente al dolor y el hombre en todas las culturas a creado o aceptado formas de relacionarse con la muerte gradualmente. Tenemos tumbas, entierros, obituarios, luto y en algunas culturas fiestas y tambores, todo para honrar la memoria de la gente a la que llegamos a querer muy profundamente. Siempre me he preguntado si los rituales que hacemos son por el bien de la persona amada o realmente el nuestro y la respuesta siempre es por ambas.

En el judaísmo creemos en la vida después de la muerte; el alma, aquello que daba vida al cuerpo de nuestro ser querido, aquello que los hacía sentir, amar, expresarse no es en sí misma material y por ende puede ser eterna, creemos que es eterna. Como tal los rituales que hacemos, el entierro, el Kadish, casi todo lo que hacemos es para ayudar al alma de la persona amada a acercarse a D-os, a despedirse de su cuerpo, a dejar este mundo. Sin embargo, también lo hacemos por nosotros, para recordarlos, para asumir su ausencia gradualmente y al mismo tiempo hacer que su memoria viva en nosotros. Son formas que nos ayudan a entender y recodar que lo más bello de ellos sigue en existencia.

La tradición de dejar una piedra sobre la tumba

Una costumbre judía que se ha vuelto popular al visitar una tumba es dejar una piedra en la lápida o sobre la tumba que se visita. La piedra puede variar de tamaño, a veces el cementerio provee dicha piedra, pero hay quienes procuran que la piedra tenga un significado especial; ya sea que pertenece a un lugar importante para la persona o el difunto, que tenga una carga simbólica o se le asocie con algún recuerdo. En Israel sobre todo es común ver montañas de piedras que se apilan sobre la lápida o sobre la tumba.

¿Por qué se hace?

En realidad al ser costumbre que se volvió popular el origen de la tradición no es claro y se le ha dado muchas explicaciones a la misma. Éstas son algunas de las razones que se ofrecen:

Piedras vs flores

En la tradición judía no se suele plantar flores, ni dejar flores sobre la lápida de nuestros seres queridos, es más se desalienta y en algunos lugares se prohíbe dicha práctica. Se ha llegado a hacer la pregunta ¿por qué desalentamos el dejar flores y fomentamos dejar piedras? ¿Cómo son distintas las piedras a las flores? La respuesta que suele darse es que la piedra perdura en el tiempo, la flor se marchita. De esa forma la piedra que dejamos simboliza la memoria de la persona en nosotros, la importancia de su legado y los otros elementos de la misma que permanecen en el tiempo y no mueren.

La palabra hebrea

La palabra hebrea para referirse a una piedra es “tzror” también se usa para referirse a una unión o lazo. Dentro de los rezos que hacemos pedimos que los muertos sean atados “al lazo de la vida” “tzror hajaim.” La piedra se convierte en un símbolo de la vida eterna

Almas, demonios y tumbas

Ciertas interpretaciones del Talmud hablan de que el alma se queda un tiempo en la tumba donde el cuerpo fue enterrado. Se cree que las piedras también se ponen para evitar que el alma ronde por el espacio y para alejar a demonios, golems u otros espíritus.

Kohanim

Otra explicación es que las piedras en un lugar de entierro avisaban a la gente que ahí estaba una tumba y se ponían especialmente para los sacerdotes (kohanim) pues éstos tienen prohibido acercarse a un lugar de entierro e impurificarse a través de ello.