Enlace Judío – El ministro de Salud de Israel, Nitzan Horowitz afirma que su país tiene la obligación moral de tender la mano a quienes huyen de la guerra. En una columna de opinión publicada en Haaretz, critica la absorción de refugiados de Ucrania que no son elegibles a la nacionalidad israelí y exige eliminar los obstáculos políticos que les impide obtener seguro médico.

Millones de ucranianos han huido de sus hogares a causa de la invasión rusa. La mayoría ha encontrado refugio en los países vecinos. Europa ha abierto generosamente sus puertas. También les ha proporcionado visados para unos años, la posibilidad de trabajar y viviendas subvencionadas. Y sin embargo, un puñado, unos cuantos miles de esos refugiados, están llegando también a Israel.

Algunos de estos individuos son judíos y tienen derecho a inmigrar bajo la Ley del Retorno, pero otros no lo son. ¿Por qué vienen a Israel? Porque tienen familiares o conocidos aquí, y quieren estar con ellos hasta que las cosas se calmen.

Conozco a una mujer israelí cuya única hermana vive en Ucrania y no es judía. Tras el estallido de la guerra, la hermana vino a verla. ¿A qué otro lugar podría ir? ¿Debemos expulsar a esta refugiada porque no tiene derecho a venir a Israel en virtud de la Ley del Retorno, e impedirle atención médica o ganarse la vida?

Aunque no fuésemos un país fundado por y para los refugiados, seguiríamos teniendo la obligación moral de tender la mano a quienes huyen de la guerra. Desgraciadamente, hay algunos que están poniendo obstáculos vergonzosos a los pocos que ya están llamando a nuestras puertas tras escapar de la maquinaria bélica rusa, pero que simplemente no han nacido en la religión correcta.

Uno solo puede imaginarse la angustia, el dolor y las dificultades de adaptación de las personas que no hablan el idioma de aquí, que han dejado atrás toda su vida y sus propiedades, y en algunos casos también a su familia. Hay una cuestión que debemos atender de inmediato: la salud física y mental de los que han llegado a Israel. En pocas palabras: el Estado de Israel debe proporcionar un seguro médico a todos los refugiados: padres, niños y ancianos. Ese no es un obsequio ni un “favor”. Es un derecho humano básico e incondicional.

La verdad es que también me sorprendió descubrir que el derecho básico a la atención médica para estos refugiados se ha encontrado con obstáculos políticos, y hasta el momento no se ha aprobado la financiación para el seguro médico. El Ministerio del Interior se ha desvivido por impedirlo; el Ministerio de Finanzas da largas y no transfiere los (escasos) fondos necesarios. Los refugiados están aquí sin seguro médico, no pueden pagar un tratamiento privado y, por tanto, se abstienen de pedir atención médica cuando la necesitan, arriesgándose a que su salud deteriore.

Una situación en la que Israel permite a los refugiados ingresar al país pero no les proporciona un seguro médico es inmoral y pone en peligro su salud y la del público en general. Más allá del fracaso moral, impedir que miles de refugiados reciban atención médica podría repercutir en el sistema de salud y el resultado podría ser aún más costoso. Los refugiados que no reciban atención adecuada porque no pueden pagarla podrían enfermar más, lo que obligaría al sistema sanitario a aceptarlos en peores condiciones, con un mayor costo, poniendo en peligro sus vidas y posiblemente las de las personas que les rodean. El costo de no proporcionar atención a tiempo no hará más que aumentar, tanto en términos de salud como morales e incluso financieros. Esto no es justo ni prudente.

Y esta lucha continúa. El sistema está atascado, y no por casualidad. Consideraciones ajenas a la situación impiden la solución de este sencillo problema, a costa de los refugiados y de su salud. Algunos ven la salud de un pequeño número de refugiados de guerra como un “peligro demográfico”. No se equivoquen, la atención sanitaria básica no hará que millones de ucranianos lleguen a Israel. No hay el menor riesgo de que esto ocurra. La única amenaza del retraso es el daño médico a los que requieren tratamiento.

“Socorrerás a los enfermos sin importar si son conversos, gentiles o ciudadanos, si son deshonrosos o respetados”. Ese es el juramento hebreo que obliga a todo el personal del sistema de salud de Israel. Los médicos, los profesionales médicos, los directores de los servicios de salud, todos están obligados a este juramento, a esta directiva ética básica, y quieren atender a todo aquel que lo requiere.

Debe quedar claro: el sistema de salud de Israel no rechazará a nadie, y menos a los refugiados de guerra cuyo mundo se ha derrumbado a su alrededor. Debemos insistir en ello.

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