Enlace Judío – Cuando a Elena, una madre soltera, le dijeron que le quedaban dos semanas de vida, decidió huir de Ucrania por el bien de su hija. Gracias a la delegación del Centro Médico Hadassah, encontró un nuevo hogar, informó Ynet.

Cuando la mujer entró a la clínica médica de Israel en Przemysl, ubicada en la frontera entre Ucrania y Polonia, con su hija Ksenia, de 14 años, era evidente que estaba agotada no solo por el viaje, sino también por su estado de salud.

Ambas fueron recibidas por un neumólogo pediátrico y médico del sueño, el Dr. Alex Gileles-Hillel, miembro de la delegación israelí encabezada por el Centro Médico Hadassah, que dirige, junto con la Cruz Roja, la única clínica activa en el campo de refugiados.

Elena pidió analgésicos para aliviar el dolor después de pasar días en la carretera. Unos años antes, cuando tenía 50 años, le diagnosticaron un cáncer de mama. Como no podía permitirse atención médica, su salud deterioró y las células cancerosas hicieron metástasis por todo su cuerpo.

“Unos días antes de que empezara la guerra, me dijeron que me quedaban unas semanas de vida”, dijo Elena con lágrimas en los ojos a los médicos israelíes. “Sentía que el cielo se me caía encima, era una situación dura y me di cuenta que es necesario cuidar de mi hija Ksenia porque cada día de acerca más el final”.

Cuando comenzaron los bombardeos rusos, su casa y todo lo que había dentro quedó destruido. “Toda mi vida desapareció, todo lo que teníamos, y no teníamos mucho, fue destruido, y no supe qué hacer en ese momento”, dijo.

Sin familiares, Elena sabía que tenía que huir para garantizar la seguridad de su hija de 14 años. “No tenía ni idea de cómo iba a hacerlo, y ni siquiera sabía por dónde empezar, pero tenía que intentarlo, y huir de la guerra fue el primer paso”.

Elena y Ksenia tomaron un tren hasta la frontera polaca y luego, en un autobús, llegaron al campo de refugiados de Przemysl. Allí encontraron al equipo médico israelí, y cuando el Dr. Gileles-Hillel escuchó su historia, supo que los analgésicos y las recetas no serían suficientes.

“Me di cuenta de que había que hacer algo para ayudar a esta valiente mujer a encontrar un nuevo hogar para su hija. El tiempo es crucial: cada momento que pasa la acerca más al final, y yo quería que ella supiera que su hija estaría a salvo”, dijo el Dr. Gileles-Hillel.

“Atendí a Elena y luego le pedí a ella y a su hija que esperaran en la clínica porque habíamos decidido ayudarla”.

El Dr. Gileles-Hillel se dirigió al director general de Hadassah Internacional, Jorge Diener, quien acompañó a la delegación.

Diener estableció relaciones de trabajo con la Cruz Roja polaca y otras organizaciones polacas, incluidos donantes locales que también decidieron ayudar.

“Contacté a una mujer polaca llamada Agatha Minerska, que ayuda a los refugiados, y cuando se enteró de la necesidad urgente de encontrar un hogar para Elena y Ksenia, llamó a la exprimera dama polaca Jolanta Kwaśniewska, quien actualmente dirige un fondo de ayuda de rescate para los refugiados de Ucrania. Decidió que se ocuparía del caso personalmente”, explicó.

“La señora Kwaśniewska encontró una pareja en Polonia que estaba dispuesta a recibirlas en su casa. Prometieron que cuidarían de ellas, con la esperanza de que Elena aún tuviera la oportunidad de curarse, pero también dejaron claro que estaban dispuestos a dar a Ksenia una nueva familia, un nuevo hogar y una nueva vida”, agregó Diener con emoción.

Cuando Elena y los médicos se despidieron, la mujer dijo que en los dos últimos días había conocido a más gente amable que en toda su vida.

“Han salvado nuestro futuro. Desde aquí, podemos esperar un futuro mejor gracias a ustedes, y estoy deseando conocer a la pareja que nos abre su hogar y su corazón. No es obvio, es una cadena de cosas buenas desde que los conocí en la clínica”, expresó.

Los miembros de la delegación, también emocionados, respondieron: “Hemos cambiado la trayectoria, es mejor de lo que Elena esperaba. Les deseamos lo mejor”.

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