Enlace Judío – Recordando la historia bíblica de Abraham recibiendo desconocidos en su cabaña para brindarles ayuda, el conductor Myron Yehoshua espera que su carro funja como refugio para aquellos que lo necesitan. Myron, junto con otros 2 000 voluntarios en Israel, pertenece a la fundación Road To Recovery, que busca facilitar a palestinos de Cisjordania y Gaza el acceso a cuidado médico vital. La organización funciona a través de sus voluntarios, quienes llevan en sus coches a niños a citas médicas en Israel. Dado que las autoridades israelíes generalmente otorgan sólo permisos de entrada a los pacientes que precisan atención — y no a sus padres, cuidadores o vehículos— el trabajo de Road to Recovery puede ser de gran ayuda para quienes lo utilizan.

La organización

Los orígenes del grupo se remontan a 2010, cuando Yuval Roth se unió al grupo Familias en Duelo por la Paz, que reúne a familias israelíes y palestinas que han perdido un ser querido como resultado del conflicto. En una de las sesiones, un palestino le pidió ayuda a Roth para que llevara a su hermano, quien padecía de un tumor en el cerebro, a un hospital en Israel, ya que él no podía hacerlo. Roth accedió. Al darse cuenta de que más y más gente le pedía ayuda, se juntó con unos amigos y creó el grupo. Poco a poco empezaron a recibir donaciones. La primera de ellas, para sorpresa de Yuval, fue del cantante canadiense Leonard Cohen. “Esa donación fue la que me impulsó a convertir Road To Recovery de un grupo a una ONG” dijo Roth.

Aunque Road To Recovery se dedique a tratar con problemas estructurales creados por la ocupación, la ONG es oficialmente apolítica. De esta manera, ha podido lograr una amplia diversidad de voluntarios: judíos de izquierda o derecha, ortodoxos y seculares, así como musulmanes o cristianos forman parte del equipo de la organización.

Sin organizaciones de por medio, cruzar la frontera puede ser exhaustivo para los palestinos que sufren de una enfermedad. Los pacientes pueden tardar más de dos horas en los puntos de control en la frontera. “Además”, explica Ahmad Bajat, padre de dos niños que utilizaron el programa, “a menudo existe el problema de tener que explicar repetidamente por qué los niños no pueden pasar por el detector de metales”. Aparte del innecesario desgaste emocional, pasar por los puntos de cruce puede llegar a ser peligroso. “Son lugares muy concurridos y, de hecho, es riesgoso para estos niños porque sus sistemas inmunológicos son débiles y están expuestos a virus”, dice Muath Zaid, hermano de Issam Wael, quien fue parte del programa.

La situación

El trabajo de Road To Recovery es valioso, pero es importante no perder de vista que su mera existencia refleja realidades dolorosas. Primero que nada, la propia necesidad de que los palestinos necesiten cruzar a Israel para recibir cuidado médico. El bloqueo económico impuesto por Israel en Gaza ha dejado el sistema de salud palestino sin la infraestructura propia para poder operar. La escasez de equipos médicos, engranajes y medicina no hacen posible un cuidado de calidad. En Cisjordania, la ocupación dificulta las construcciones y el desarrollo, por lo que los hospitales se encuentran anticuados e inservibles. 

De igual manera, lo abrumador de los puntos de cruce tiene que ver con el trabajo del Estado. Mientras voluntarios hacen todo lo posible por ayudar a los pacientes, no hay mecanismos estatales generalizados que posibiliten que cualquiera que tenga la necesidad pueda evadir la iniquidad de los puntos de cruce. En un reporte para la OMS en 2010, Noor H. compartió sus vivencias al cruzar la frontera:

“Cada vez que cruzo estoy ansiosa: ¿Cómo voy a llegar al hospital? ¿Cuánto tiempo tendré que hacer cola? ¿Me registrarán los soldados? ¿Reconocerá la máquina mi huella dactilar? Tres veces por semana tengo que ir a diálisis al Hospital Augusta Victoria. He hecho esto durante los últimos 12 años. Al principio podía llegar en coche, que tardaba unos 15 minutos. Hoy, con el Muro y los puestos de control alrededor de Jerusalén, se tarda entre media hora y una hora, incluidos dos viajes en taxi que me cuestan 60 shekels (~370 MXN) por trayecto.

“En el puesto de control israelí tengo que pasar por la terminal de pasajeros como todo el mundo. Apenas puedo caminar, pero no hay fila separada para personas enfermas. A veces la gente de la cola es amable y me deja pasar, otras veces no. Tengo que llevar mi bomba de oxígeno portátil, que pesa cinco kilos y está conectada con un tubo a mi nariz. Por lo tanto, no puedo pasar la bomba a través de la máquina de rayos X para el equipaje. Y cuando paso por el detector de metales con él, suena la alarma. Así que la mayoría de las veces los soldados me llevan a una habitación separada, me hacen quitarme la ropa y me registran.

“Los soldados israelíes me ven todo el tiempo; me conocen. De todos modos, solo algunos me tratan bien, otros me gritan todo el tiempo. Cuando tengo problemas en el puesto de control, por ejemplo cuando no me reconocen las huellas dactilares, llamo al hospital e intentan ayudarme. También se encargan de mis solicitudes de permisos, lo cual es un gran alivio.

“En mi familia, solo mi padre tiene permiso para entrar a Jerusalén, pero es viejo y no puede acompañarme. Varias veces he tenido que ser hospitalizada durante días o semanas. Él era el único que podía visitarme; a veces mi madre conseguía un permiso, pero a mis hermanos y hermanas nunca se les permitía venir.

“Estoy enferma y el punto de control me pone aún más enferma. Cuando me levanto por la mañana, a veces me pregunto: ¿Por qué no me quedo en casa? Estoy cansado de todo esto”.

Asimismo, la Autoridad Palestina también ha contribuido a la necesidad de Road To Recovery. En 2019, anunciaron que dejarían de proveer a sus ciudadanos con los fondos necesarios para tratamiento médico en Israel después de que la Knéset aprobara una ley que deduciría y congelaría el salario que el gobierno palestino paga a las familias de los “mártires” que cometieron actos terroristas. 

Unión

El trabajo de Road To Recovery representa varias realidades. Por un lado, refleja problemas estructurales con una ocupación que ha creado la necesidad de que exista. Por el otro, nos presenta a miles de israelíes dispuestos a dar su tiempo para ayudar a sus vecinos. Citando a su página web, “Road To Recovery se trata tanto de la recuperación del respeto mutuo, la confianza, el diálogo y la amistad entre israelíes y palestinos como de la recuperación física de los pacientes individuales”.

Naama Goraly, voluntaria en la organización, enfatiza esa  recuperación de la confianza: “En ambos lados, desde el día que naces, te están enseñando a no confiar en el otro lado. Para mí, cada nuevo voluntario significa alguien cuyas creencias han sido resquebrajadas. Y eso significa que hice mi trabajo”.

 


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