Enlace Judío México e Israel – En páginas anteriores que vieron luz en este marco aludí a la inquieta vida de este escritor y testigo de la crueldad nazi. Ahora y aquí sugiero recordar un texto que Klemperer escribió el 8 de febrero de 1960.

Su propósito: ajustar cuentas con dos intelectuales judíos que escogieron rumbos desiguales en la vida.

Se trata de Hannah Arendt y de Guershom Scholem, personajes que han enriquecido respectivamente el estudio de los regímenes totalitarios y de la mística judía.

En su dolida carta abierta Víctor apunta que jamás acertó a encontrarse personalmente con ellos. Sin embargo, el itinerario de sus vidas le era conocido y, por desiguales motivos, lo juzgaba apenas moralmente aceptable.

Cabe recordar que en contraste con Arendt y Scholem este escritor judío-alemán escogió un desigual sendero en la vida. No abandonó Alemania donde los tres nacieron, y padeció muy cerca y personalmente las angustias y las muertes generadas por el régimen nazi.

Escribe que conoció a Scholem en 1925, antes de su partida a Palestina; y a Arendt sólo por la lectura de sus escritos.

A ella le reclama el olvido de sus textos que caracterizaron la índole del moderno totalitarismo publicados cuatro años antes que los de ella.

Sus alusiones a Hanna revelan particular filo. No le perdona su juvenil romance con Martin Heidegger, ni la cómoda vida que habría asumido como migrante en USA, ni su segundo matrimonio con el marxista Heinrich Blucher.

Por añadidura le reclama a Scholem – sin justicia – su débil censura al régimen nazi a pesar de la cruel muerte que su hermano conoció en un campo de concentración.

Reitera en estas páginas que “sólo yo puedo dar testimonio sobre el nazismo.”

Como judío y por su matrimonio con una alemana cristiana, Klemperer padeció personalmente las angustias generadas por el régimen hitleriano, experiencias que apuntó en páginas escritas en secreto en aquellos sombríos años.

No sólo le reprocha a Arendt su ignorancia del texto sobre el totalitarismo que había publicado antes que ella. Apunta también que el capitalismo occidental donde vive y que le cobija no es menos cruel que el nazismo.

Casado dos veces con mujeres alemanas, sin hijos, Víctor Klemperer murió dos días después de la redacción de estas páginas. Lectura insoslayable.


 

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