Enlace Judío México e Israel – La expulsión de los judíos de Sefarad generó una serie de comunidades que florecieron en diferentes contextos, en algunas ocasiones favorables y en otras peligrosas. Como lo hemos mencionado en otras entregas, las diferentes comunidades criptojudías en América se asentaron en las principales ciudades comerciales y mineras de los virreinatos del Perú y de la Nueva España a mediados del siglo XVI.

Con el crecimiento y la bonanza económica se desarrolló un proceso histórico de núcleos sociales que generaron maestros, sociedades de ayuda, espacios de rezo y redes de apoyo. Del otro lado de la moneda, en Amsterdam, surgió una comunidad cada vez más libre que pudo levantar una gran sinagoga y establecer las bases de instituciones de ayuda comunitaria que extendieron sus límites al Caribe Holandés.

Dentro de esta mirada judía, portuguesa, sefaradí y holandesa surgieron algunos cronistas. Quizá el más importante de ellos fue Menasseh Ben Israel, rabino y escritor cuya obra “Esperanza de Israel” publicada hacia 1650, recogió por primera vez la historia de los principales judíos oprimidos por la inquisición en América. En esta obra, Menasseh Ben Israel, quien también fuera retratado por el mismo Rembrandt, rescata el legado y martirio que sufrieron personajes como Luis de Carvajal el Mozo, Tomás Treviño de Sobremonte y Francisco Maldonado da Silva.

Impío

De esta manera comenzó un largo camino de historiografía mezclado con la anécdota; libros que hablan de aquellos que vivieron su judaísmo en secreto mientras eran oprimidos por las instituciones del Imperio Español. Ya en el siglo XIX mexicano, el historiador Vicente Riva Palacio generó un primer ejercicio literario e histórico titulado “El libro Rojo”, mismo que aborda la historia de los Carvajal y que sería una de las bases para que Alfonso Toro publicara su obra “La Familia Carvajal” en 1944.

El doctor Nathan Wachtel rescató la historia de Tomás Treviño de Sobremonte, principal líder de la comunidad criptojudía mexicana del siglo XVII y quitó las telarañas de las leyendas que el cronista Luis González Obregón había tejido sobre la memoria de Treviño de Sobremonte en su obra literaria “Las Calles de México” de 1927. Marcos Aguinis publicó “La gesta del marrano” en 1991, texto que de manera novelada cuenta la vida del médico Francisco Maldonado da Silva y sus vicisitudes en la inquisición limeña.

Así es que podemos trazar una larga línea histórica y literaria que ha centrado su interés en la vida de los criptojudíos con el objetivo de adentrarse en el mundo de sus creencias y ofrecer una propuesta literaria a todos aquellos que nos sentimos atraídos por el tema.

Como eslabón más reciente de esta lista literaria se encuentra “El Impío de Andrés Spokoiny”, obra que se centra en la vida del médico Juan de Prado. Este personaje histórico nació en Jaén de 1610. Fue miembro de una familia de cristianos nuevos, es decir judeoconversos al cristianismo. A pesar de que las leyes de expulsión sefardita se crearon en 1492 con los reyes católicos, aún existían familias que mantenían fresca su origen judío a inicios del siglo XVII.

Juan de Prado, luego Daniel García de Prados, estudió medicina y llegó a ser uno de los principales médicos hispanos de su tiempo. El paso por la Universidad de Alcalá, le otorgó una formación que le permitió cuestionar de primera mano los textos cristianos; cabe mencionar que este mismo fenómeno sucedió con el escritor Luis de Carvajal el Mozo y el médico Francisco Maldonado da Silva, quienes al tener el acceso a sus correspondientes universidades o colegios, pudieron adentrarse en la crítica teológica.

Andrés Spokoiny nos ofrece una novela sustentada históricamente. De manera magistral recrea los espacios que Juan de Prado recorrió desde su natal Lopera hasta Amsterdam, lugar donde residió finalmente. La importancia médica y religiosa que Spokoiny marca en su novela es el móvil primigenio del pensamiento crítico de Juan de Prado. La duda lo lleva a transitar del cristianismo al judaísmo y, posteriormente, del judaísmo al libre pensamiento, mismo que sentaría las bases del contexto filosófico de los grandes ideólogos que vendrían después, tales como Baruj Spinoza.

Tuve la oportunidad de leer la novela a principios de este año cuando una gran amiga me obsequió el libro. Comenzó entonces este viaje por la vida de Juan de Prado y sus aventuras. La construcción tan puntual y profunda de esta narrativa tuvo un proceso de investigación que duró 10 años. Gracias a la invitación de la Fundación Hispanojudía, tuve el honor de entrevistar personalmente al autor de “El Impío” en dos ocasiones, primero en el Tec de Monterrey y luego en la Universidad Anáhuac.

El objetivo de la Fundación era acercar la novela y la historia de Juan de Prado a los estudiantes de carreras de humanidades y relaciones internacionales de dichas instituciones. A través del diálogo, pudimos adentrarnos al siglo XVII, momento importantísimo para el sustento de las ideas que posteriormente tomarían forma bajo los conceptos de Ilustración y Haskalá.

Para mi, la parte más importante de la obra de Spokoiny fue el hecho de mostrar a Juan de Prado como un ser curioso, una persona con avidez de conocimiento y con una humanidad real. La documentación recopilada por Spokoiny permitió reconstruir a un Juan de Prado estudiante, pero también adolescente; un médico comprometido y al mismo tiempo dubitativo. Pienso que ahí radica el éxito de esta novela que nos abre la puerta a una historia poco conocida.

Es importante reconocer el interés y valor de “El Impío”, y entenderlo como un eslabón más de la cadena de la memoria de aquellos individuos que por su conocimiento, fortaleza y entereza marcaron un hito en la historia del judaísmo y en la historia del pensamiento humano.


 

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío. Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío