Enlace Judío- Un libro que narra el lado feminista de la historia judía en la época del nazismo se publicó en España. El texto enlaza la historia de costureras que, por su talento, sobrevivieron al Holocausto en un taller de alta costura en Auschwitz-Birkenau, publicó EL PAÍS.

En su libro La cinta Roja, publicada hace cinco años, Lucy Adlington narraba de forma novelesca sobre un taller de alta costura en el corazón de Auschwitz-Birkenau, en la época nazi. Este lugar, el cual había escuchado hace 10 años, salían ropa y abrigos, pero también uniformes para las mujeres de la SS y hasta ajuares para las esposas de altos cargos nazi.

Las modistas de Auschwitz (Planeta).

Sin embargo, las trabajadoras eran esclavas judías, expertas en costura de sus respectivos países (Checoslovaquia, Polonia, Ucrania, Francia o Alemania), y lo cierto es que este lugar sí existió, y durante cinco años.

Después de publicar el libro, comenzó a recibir mensajes de de Israel, Estados Unidos y Europa Central. “Me escribían: ‘Mi madre fue costurera en Auschwitz, mi tía… Conocemos a las de verdad’. Me obsesioné con ello y vi que era posible investigarlo”, señaló la autora en una entrevista para EL PAÍS.

Por ello, tras una investigación de años, finalmente salió a la luz la novela Las modistas de Auschwitz (Planeta), en el que, con un sentido feminista, narra la historia de Marta Fuchs, Hunya Storch, Irene Reichenberg (que perdió a sus hermanas una por una); de las francesas Marilou Colombain y Alida Delasalle; de las jóvenes hermanas Katka y Bracha Berkovic, la cual conoció en 2019 antes de que falleciera dos años después.

 

Historia feminista

Lucy Adlington con Bracha Berkovic, San Francisco, California.

De acuerdo con la autora, “todo en el libro tiene fuentes, el diálogo, las escenas… no he inventado nada”, ya que lo que buscaba era adherirse a la verdadera historia para contar el relato de estas mujeres que fueron salvadas irónicamente al ser esclavizadas en Auschwitz.

“Era importante honrar la verdad”; sentía “una furia fría” y también “un gran sentido de la responsabilidad”, recordó la autora cuya emoción la embarga en ocasiones al escribir.

Uno de los momentos más importantes, relató, fue cuando tuvo la oportunidad de conocer a una de las mujeres que había investigado por tiempo, Bracha Berkovic, en San Francisco, California, para charlar con ella.

“Fue surrealista… Yo estaba ahí, en la cocina de esa mujer que me había hecho pollo para cenar (y una increíble tarta de manzana) y que se había pasado mil días en Auschwitz”, dijo Adlington, quien agregó que lo que quiso con esta obra es romper el tabú que hay al hablar de las historias de las mujeres en la época del nazismo silenciadas y que no se habla.

Todo en la Historia gira alrededor del hombre: libros, estatuas, recuerdos. Aquí tenemos que mirar fuentes distintas… Hay que descodificar las vidas de mujeres antes silenciadas”, expresó la escritora. “En el pasado se ha puesto mucho el foco en el trabajo de los hombres, pero ¿cómo impactaron las mujeres? Es algo muy poderoso, no excluye a los hombres, pero con la perspectiva de las mujeres descubrimos muchas cosas. Nadie sabía de este salón de moda y nos dice mucho”.

 

La mujer judía en el nazismo

Asimismo, recalcó que en lo que se trata de los años del nazismo aún hay muchas historias que contar; de mujeres que sufrieron de violencia sexual, el papel que tenía el embarazo y la maternidad en ese entonces “Cada persona tiene una historia”, señaló.

Este taller en de alta costura en Auschwitz se volvió un refugio para mujeres que venían de trabajos más forzados. Cosían para los nazis a cambio de sopa aguada de nabo y de un mendrugo de pan correoso con un pedazo de salchicha. Y aunque pasaban días sin que vieran la luz del sol, al menos contaban con lugar para dormir con menos piojos y chinches, describió el texto.

“Eran esclavas, pero eran las prisioneras más privilegiadas. Esa minoría tenían la oportunidad de ser humanas”, reflexionó Adlington.

Por otro lado, en el libro relató las condiciones en las que esclavizaron a judíos o a los presos comunes allí tras quitarles todo lo que tenían. Aseguró que en aquella época 80 por ciento de los grandes almacenes le pertenecían a empresarios judíos; y entre estas, se encontraban la mitad de las empresas textiles mayoristas. Pero todo pasó a manos de personas no judías.

Y hoy en día, aún se pueden ver marcas de ropa que han sobrevivido y que estuvieron relacionadas con el nazismo: Hugo Boss, C&A, la corsetera Triumph, que utilizaba a esclavos judíos y entre ellos niños. Sin embargo, señaló que hoy en día “no son culpables de sus crímenes, pero sí que están moralmente obligados a contarlo: ‘Nuestra marca fue responsable de aquello’. Muchas no lo han hecho, pero han de ser transparentes, aceptar una responsabilidad”.

Este libro histórico llevará al lector a conocer los testimonios de aquellas mujeres que lograron salir de la tortura de Auschwitz , y lograron rehacer sus vidas. Para Bracha, no fue hasta la llegada de sus nietos, más inquisitivos y menos asustados, cuando empezó la tradición oral. De su experiencia en esos mil días, que se sintieron más largos: “Estuve en Auschwitz 1.000 años. Cada día podía haber muerto 1.000 veces”.

 

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