Enlace Judío – Existe un beit midrash “en el que hombres y mujeres, ortodoxos y seculares pueden estudiar la Torá juntos”. La persona que lo hizo posible se llama Ruth Calderón, fundadora de la organización ALMA, que busca reivindicar la cultura hebrea, conectar la antigua tradición escrita con el vibrante y multicultural mundo judío de hoy.

 

Pero, ¿por qué sería interesante la Torá o el Talmud para un judío secular del siglo XXI? ¿Sigue siendo relevante hoy en día? Ruth Calderón no tiene duda: 

Somos el pueblo del Libro, somos el pueblo que lee una y otra y otra vez el canon, el texto clásico, y cada vez que lo lees, desde la espiral donde te encuentras ahora en tu vida, tiene un significado que te habla donde estás ahora. En parte se trata del gozo de mirar lo que pasó antes y de dónde venimos, y nuestros ancestros, y respetarlos y decir ‘estoy orgullosa de ser la hija de esa ascendencia’. Y en parte, la Torá alimenta tu vida y tus desafíos actuales.”

El amor de Calderón por los textos sagrados de la tradición judía va más allá de la religiosidad. Es un asunto de herencia, una pasión personal de un individuo que busca conectarse con su origen. 

Ama los textos judíos “primero que nada, porque son míos. Es como si me preguntaras por qué me gusta mi abuela. Probablemente hay muchas abuelas lindas, pero esta es mía. Entonces, el Talmud, la Torá, la Mishná, los Hasidut, la Cabalá y la literatura hebrea es mi herencia y me veo a mí misma en ella, entiendo de dónde vengo, todas las cosas buenas y también las desafiantes que cargamos, las veo en los textos.”

Pero no solo eso: “una vez que lees el Talmud, es tan rico, tan divertido, tan profundo y tan relevante para mi vida que siento que descubrí un tesoro. Simplemente amo estudiar cada día, cada mañana estudio la Mishná y el Talmud y me dan una base para mi vida.”

Podría pensarse que Ruth Calderón es una judía ortodoxa que sigue las leyes a rajatabla. Sin embargo, se trata de una mujer secular, criada fuera de la tradición ortodoxa, cuya pasión por la cultura judía la ha convertido en una persona influyente dentro y fuera de Israel. 

El origen de una pasión 

“Mi padre viene de una familia española de Turquía y Bulgaria, hablaba ladino; mi madre viene de Alemania y hablaba alemán. Los dos eran seculares pero creo que me dieron un sentido de identidad judía, eso es lo más importante.”

Ladino o ídish, sefardí o ashkenazi, el judaísmo es, aunque múltiple, una sola cosa. Se trata de una cultura, sí, pero también una civilización antigua que logró conservar la cohesión gracias al arraigo de sus miembros a un objeto material e inmaterial: el libro, la Torá.

“Cuando estaba creciendo, entre los 11 y los 12 años, estaba sedienta. Tenía una pasión por aprender más sobre judaísmo”, recuerda Ruth Calderón en entrevista exclusiva con Enlace Judío,  en el marco del encuentro “HaMifgash” en Cancún. Ella deja ver en su mirada y en el tono de voz que usa para contar su vida cómo esa pasión no ha hecho sino crecer con el tiempo. 

“Vivimos un año en Australia cuando yo estaba en bachillerato y yo sentía que todo mundo me hablaba como judía, pero yo no sabía mucho acerca de eso y decidí aprender. Cuando volví a Israel, busqué un lugar para aprender, pero como soy mujer y secular, la mayoría de los lugares estaban cerrados para mí. 

Años después, Calderón se encargaría de construir un espacio para que ninguna mujer deseosa de aprender la tradición hebrea se quedara marginada. Pero antes, tenía que formarse ella misma.

“Comencé estudiando en la universidad del Kibutz en Oranim, donde tuve maestros maravillosos: Meier Ayali y otros, del Kibutz Yifat. Él me envió a la Universidad Hebrea, donde hay un departamento de Talmud, que es el mejor del mundo.”

Ahí, Calderón se encontró con un ambiente particular: “Todos en clase, excepto yo, tenían barba. Yo era como un bicho raro. Ellos no sabían que hacía ahí esa mujer secular de Tel Aviv, pero eran muy amables, también los profesores.” 

Al principio, Calderón escuchaba. No se atrevía a preguntar ni a opinar pero luego, “con los años, aprendí arameo y aprendí el Talmud (…). También aprendió que el Talmud se estudia en un formato particular que, hasta ese momento, le estaba negado a las mujeres. 

Es una “pedagogía especial que se llama beit midrash, donde no escuchas conferencias sino que te sientas con un compañero llamado javruta —de la palabra javer (amigo)- y cada pareja estudia durante horas en la intimidad.” 

Negada hasta entonces para las mujeres y las personas no ortodoxas e incluso seculares, esta pedagogía permite pensar las escrituras, más que aprenderlas. Para Calderón quedó claro que, si no existía, había que crear un espacio donde cualquiera tuviera acceso a esta forma de aproximación a los textos sagrados. 

“Entonces, con un compañero ortodoxo, fundé el primer beit midrash (casa de estudio) llamada Elul, en el 89, para hombres y mujeres, para todos, desde seculares y conservadores hasta ortodoxos. Y empezamos a estudiar juntos durante horas. Creo que eran cuatro horas por semana.”

Entre sus compañeros de estudio estaba Dovi Zinger, quien hoy en día es un rabino importante en una yeshivá. “Otra era una amiga mía, y creo que por primera vez las mujeres ortodoxas, mujeres y hombres seculares comenzaron a estudiar” los textos fundacionales de la cultura judía. 

“Nos podíamos escuchar el uno al otro y entender cómo nuestra contraparte leía y pensaba el texto. Fue como construir un puente entre judíos religiosos y ortodoxos. Elul todavía existe, ahora tiene 30 años.” 

Una organización con Alma 

Pero Calderón no se conformó con Elul. Años más tarde fundó Alma, una organización que celebra la cultura y la identidad judía, y en la que convergen lo mismo estudiosos ortodoxos que artistas y pensadores judíos, interesados en abrevar de esa fuente común. 

“Alma, en arameo, significa “el mundo”, y en el Talmud se dice: ‘todo el mundo concuerda’, significa que en el midrash se encuentra el mundo.” La palabra elegida para nombrar su organización también deriva de “alma mater”. Entonces, “fundé Alma en Tel Aviv y ahora tiene 27 años, y yo sigo ahí.” 

El judaísmo no es solo una religión. La religión judía es parte de una gran cultura, la cultura judía. Ese es el principio rector de Alma, donde muchos “creadores de la cultura judía de hoy” se reúnen para celebrar y aprender los fundamentos de dicha cultura. 

“Creemos que debemos invitar a los artistas, a los creadores de cultura de hoy, en Israel y en el mundo. Los músicos, los escritores, los poetas, los dramaturgos, la gente de los medios, los psicoanalistas y los psicólogos, los invitamos a ‘marinarse’ en el texto clásico, a conocer el texto, a sentirse independientes en la lectura del texto, sin mediaciones, lo llamamos lectura descalza.”

El efecto de ese proceso de “cocción” intelectual se convierte en algo tangible. “Después de algunos años de lectura, los músicos hacen música y la gente de teatro escribe teatro y los guionistas escriben series de televisión y los escritores o poetas escriben lo suyo.” Esa gente “toma el agua del fondo del pozo y la trae a la cultura de hoy.” 

Además del estudio formal de las escrituras, en Alma se realizan diversas actividades que incluyen lectura, música y otras manifestaciones culturales que buscan seguir construyendo puentes entre el mundo secular y el observante. 

En el momento de hacer esta entrevista, se aproximaba Tikun leil Shavuot, una noche entera de estudio y canto que celebra la recepción de la Torá en Shavuot, y  describe las actividades de esta festividad: “Haremos toda una noche de estudio, hasta la mañana, con miles de personas. Creo que este año lo haremos con la Biblioteca Pública Beit Ariela, de Tel Aviv.” 

En el evento participaría la cantante Rona Kenan, que “cantará a las dos de la mañana. Y haremos lo que se hace en Tikun leil Shavuot. Armaremos  clases como si fueran cuentas de joyería: una de Torá y otra de Mishná, otra del Talmud y otra de la Kabalá; otra de los Hasidut, otra de literatura, otra de poesía y de música. Y hacemos con ellas una  joya para la novia, y Knésset Israel,  la nación de Israel unida es la novia. Y en la mañana se celebrará una boda mística con el novio, Hakadosh Baruj Hú.” 

Así, mediante la unión de Dios y su pueblo, Alma busca que “el mundo entero esté lleno de bienaventuranza, de abundancia. Hacemos un gran Tikún Leil Shavuot no solo en el mundo religioso, sino también en el mundo secular israelí, en el espacio público. Y hoy hacemos tikunim en escuelas y centros comunitarios, en la radio, en Galei Tzahal, en la televisión. Es muy hermoso.”

Influencia política 

La vocación de Calderón ha sido, desde el comienzo, unir mundos. El secular y el ortodoxo, el de la vieja tradición y el de la nueva cultura israelí. Quizá por eso, en el contexto de una sociedad polarizada, su visión le ha valido una participación activa en la política. 

En 2012, Calderón se unió al naciente partido Yesh Atid, y ocupó uno de los 19 asientos que le fueron designados a dicho instituto en la Knesset. Luego, Yair Lapid, el actual ministro del Exterior Israelí, la propuso para dirigir la Organización Sionista Mundial. 

“De hecho, Yair Lapid, que fundó Yesh Atid (…) estudió en Alma. Estudiamos juntos. Escribió un libro sobre héroes bíblicos. Él quería estudiar pero no de forma ortodoxa. Entonces nos conocimos y, cuando entró a la política, me preguntó si quería unirme.”

Al principio, Calderón dijo “soy una educadora, no una política. Pero luego entendí que si queremos tener un lugar en la política Israel, en la forma en que se construye el país, necesitamos sentarnos a la mesa, porque si no estás en la mesa, alguien más decidirá por ti.” 

Admite que “no es fácil ser una mujer secular que hace cultura judía en la Knesset, pero es fascinante, es muy interesante. Es como aprender otro lenguaje, es conocer un nuevo mundo. Y descubrí que esa gente que, a través de los medios parece terrible, algunas veces resulta ser muy linda, y la gente que parece santa no lo es.”

Dice que trabajó muy duro para que el Estado de Israel “nos acepte y entienda que somos judíos legítimos, válidos, y que también necesitamos el apoyo del Estado para celebrar nuestras bodas, nuestros funerales (…) Y gracias a Dios y a la Knéset, hoy , los judíos no ortodoxos también pueden estudiar la Torá y ser apoyados por el gobierno con más de $50 millones. 

Además de Lapid, otros políticos que han estudiado trabajan “desde adentro” para conseguir políticas públicas que sean más incluyentes y que propicien el intercambio y la unidad de los muy diversos tipos de judíos que cohabitan en Israel. 

“Y lo importante no es solo el apoyo del gobierno sino que los judíos mismos entiendan que es importante para ellos, que es necesario, y que los políticos seculares peleen por la educación judía. Entonces, me alegra haber estado ahí, y no fue triste regresar a Alma, a Mandel, donde trabajo para la educación otra vez.” 

Educar para la equidad 

Educar sobre tradición judía y educar sobre cómo vivir en el mundo actual son dos cosas muy distintas. Si bien el mayor logro profesional de Calderón es la creación de Alma, ese centro en el que la gente puede educarse sobre su tradición cultural, su mayor logro en la vida son sus hijos, cuya educación es un reto aparte. 

Es madre de dos chicas y un chico. Crecida en un hogar sefardí, con un padre que “no era precisamente feminista”, está preocupada por inculcarle a sus hijas ciertas ideas que las hagan buscar a los compañeros adecuados. 

“Quieres encontrar una formar de hallar a un hombre que sea un hombre ante tus ojos pero que te vea como su igual. Y ese es el reto, que todavía vivimos en un mundo que no es feminista.” 

Por eso, “para mis niñas, creo que lo que trato de enseñarles es a que sean ellas mismas. Lo que sea verdadero para ellas es lo que deberían de hacer, y a que encuentren un compañero que sea un buen amigo y un compañero equitativo y alguien en quien puedan confiar y que las apoye.” 

A su hijo le enseña “que debe encontrar una compañera o una chica, una mujer que pueda ser su igual, pero también que pueda contar con ella y que ella que la deje confiar en él. Es fácil de decir per difícil de hacer. Hombres y mujeres no son exactamente lo mismo. Y aunque algunas veces nuestra alma quiere las mismas cosas, somos diferentes.” 

Sin embargo, “soy optimista porque creo que las mujeres jóvenes tienen más entendimiento y más poder que el que nosotras tuvimos, y su lucha es un poco más fácil. El mundo es un poquito más apropiado para ellas.” 

Sobre su reciente encuentro con la Comunidad Judía de México, Calderón dice que esta le causó una gran impresión. “Me enamoré de la judería mexicana, latinoamericana y sudamericana. Es muy especial ver comunidades que no son todas iguales, no como en Estados Unidos. Son como pequeñas tiendas y no cadenas de supermercados.” 

Su mensaje para la comunidad mexicana es simple: “Por favor estén abiertos a otros judíos que quieren conservar esta joya junto a ustedes (…) Necesitan hacer una ventana, porque si Dios quisiera hacernos a todos iguales, nos haría a todos iguales.” 

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