Enlace Judío México e Israel – Hoy en día, millones de personas -descendientes de las 10 tribus perdidas-, tratan de regresar al pueblo judío.

DANIELA ABRAVANEL

La población judía actual es solo una mínima expresión de su composición original: las Doce Tribus de Israel descendientes de los doce hijos de Jacob. Ahora sólo dos tribus son oficialmente reconocidas como parte del pueblo judío. Desde la perspectiva holística del Séfer Yetzirá, cada una de las doce tribus de Israel correspondía a una de las doce “puertas de oración”, de las doce órganos y partes del cuerpo y de los doce sentidos espirituales.

En el lenguaje arquetípico del Séfer Yetzirá, la presente composición de Israel es análoga a un cuerpo que tiene sólo una “pierna” (la pierna derecha, asociado a la tribu de Judá), un “estómago” (asociado con la tribu de Benjamín), y una parte del “hígado” (asociado con la tribu de Dan, parcialmente restaurada en Israel después del la aliá de los falashas (los judíos de Etiopía).

Desafortunadamente, los gobernantes y rabinos de Israel desconocen el efecto milagroso que podría tener la aliá de millones de descendientes de las tribus perdidas y de los conversos. Además la aliá y la conversión de los descendientes de las diez tribus perdidas (dispersas en la India, Pakistán, Afganistán, Nepal, China, Birmania, América Latina y Japón) es vista con sospecha y, por lo tanto, demorada.

Sólo unos cuantos miles de judíos de la India y Birmania, -representantes de una cadena judía ininterrumpida durante miles de años-, han logrado convertirse en ciudadanos de Israel.

Como los falashas de Etiopía, su llegada a Israel ha contribuido en gran medida a enriquecer la diversidad cultural y espiritual del país.

Los makuyas, (descendientes japoneses de una de las tribus perdidas) han sido excepcionalmente recibidos con gran respeto por uno de los principales rabinos de Israel, debido a su constante apoyo político y económico a la nación judía. Sus espectaculares danzas y oraciones por el bienestar de Israel encantaron a quienes las observaron frente al Kotel, el Muro de los Lamentos de Jerusalén.

El regreso de cientos de miles o millones de hombres adentro al pueblo judío enriquecería enormemente a la sociedad israelí. Esta afluencia restauraría valores que honran la diversidad, posibilitando la realización de la imagen ideal de Israel: abrazando a la gente de todas las naciones y sustituyendo así la imagen actual de ser un país militarizado, nacionalista y poco abierto a un diálogo intercultural. Sin embargo, según la Cábala las tribus de Israel, “elevarán las chispas” devolviendo al país el tesoro de valores y sabiduría enterrados en la Diáspora. Reunidos los descendientes de las tribus perdidas, los gerim irradiarían una energía que sanaría la triste brecha entre Israel y el resto del mundo.

Mi ancestro, Don Yitzhak Abravanel, fue uno de los pocos y grandes rabinos que aseveran que el regreso de las diez tribus perdidas jugaría un papel central en el proceso de redención. También el Gaón de Vilna, el Malbin y otros sabios subrayan que el retorno de las tribus perdidas es una condición indispensable para la redención. La resistencia de las autoridades políticas y religiosas hacia el regreso de las tribus perdidas es justificada con la teoría según la cual sólo cuando todos los descendientes de las tribus de Iehuda y Benjamín habrán regresado al pueblo de Israel (y se volverán judíos observantes), se abrirán las puertas a las tribus perdidas y a los conversos. Según Abravanel, Malbin, Gaón de Vilna este error no solo retrasa la llegada del Mesías pero deja sin resolver la triste realidad demográfica de una futura mayoría árabe en Israel (la cual dará origen a nuevas guerras de las cuales los únicos beneficiados serán los comerciantes de armas).


 

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