Enlace Judío- En 1932, el investigador Jacob Nachbin sustrajo del archivo de la nación las memorias de Luis de Carvajal, uno de los judíos más importantes en los tiempos de la Inquisición de México. Nadie supo del paradero de estos documentos por más de 80 años, hasta que aparecieron en una casa de subastas en EE.UU. Hoy se revelan nuevos fragmentos de este robo que pasó a la historia.

Entrevista a Baltazar Brito para Enlace Judío.

Uno de los tres libros recuperados de Luis de Carvajal. (Cortesía)

Luis de Carvajal (1539) era un hombre proveniente de una familia de conversos judaizantes de Portugal. Después de conseguir distintos cargos dentro de la corona, y tras sufrir pérdidas financieras y conflictos conyugales, en 1567 decidió zarpar a Nueva España con su propio navío como almirante, en donde al llegar fue nombrado por orden del virrey como alcalde ordinario de Tampico.

Entretanto, la familia de su hermana, al verse sometida por las conversiones que sufrían los judíos en España en ese entonces, decidió ir con Luis de Carvajal a Nueva España a practicar su religión de forma segura. Poco a poco, con algunos aciertos, Luis de Carvajal consiguió mayor renombre, lo que hizo que en 1579 lo dispusieran como gobernador del Nuevo Reino de León (hoy Nuevo León).

No obstante, durante ese tiempo Luis no sabía sobre las prácticas judías de su familia, y cuando se enteró las ocultó. Hasta que las discordias causadas por su poder provocaron que un espía lo denunciara de “haber recibido, favorecido y encubierto apóstatas judíos”, aunque no se pudo comprobar que fuera judaizaste. Finalmente, de acuerdo con la investigación de Portnoy Grumberg, murió en la cárcel en 1591, y su familia fue quemada viva en 1596, tras negarse a convertirse.

 

Los cimientos del judaísmo en México

Baltazar Brito, director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia del INAH, en entrevista para Enlace Judío.

Aunque Luis de Carvajal desconoció en vida su ascendencia judía, en la cárcel escribió su testamento, en el que se ve plasmado su creencia a dicha religión. Estos escritos fueron utilizados en su contra como prueba de su herejía.

Los libros que escribió fueron conservados por la corona, los cuales hoy son parte de la recopilación de textos de la Inquisición de México, una de las más grandes del mundo (si se pusieran los libros uno a lado del otro, llegarían a medir 100 metros de longitud).

Al final, dos de sus hermanos de Luis, Baltasar y Miguel, lograron escapar a Italia y Turquía cambiando sus nombres a Jacob y David Lumbroso. “Uno se hizo un gran rabino, y otro un médico muy importante”, dijo Baltazar Brito, director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia del INAH, en entrevista para Enlace Judío. “Se sabe que tuvieron hijos y se conoce que hay personas de apellido Lumbroso, que son seguramente descendientes de esta familia”.

Sin embargo, el resto de su familia murió: su madre, Francisca, y dos de sus hermanas murieron quemadas. Leonor, otra de ellas, perdió el juicio a causa de la tortura que sufrió y murió años más tarde; y la más pequeña, Anna, de 12 años (edad que tenía cuando su familia murió), falleció en 1649 en otro ataque de fe contra los portugueses. Además, los restos de su padre fueron incinerados. Solo su hermano Gaspar murió en Oaxaca tiempo después, debido a que era sacerdote. Ana tuvo hijos, y actualmente hay gente que se adscribe a la familia Carvajal.

Hoy en día, estos libros que almacenan las memorias de Luis de Carvajal, para el director de la Biblioteca Nacional, representan los cimientos de la literatura judaica de México. No obstante, casi 400 años después de que se escribieran los manuscritos, alguien los robó del Archivo General de la Nación (AGN).

 

El robo histórico

Uno de los libros de Luis de Carbajal. (Cortesía)

Jacob Nachbin era un investigador estadounidense de la historia judía en Latinoamérica. Aunque era de origen polaco, llegó a Brasil debido a que ahí se encontraba una de las comunidades de judíos más grande de América Latina.

Ya en Brasil comenzó a estudiar a la comunidad judía desde su lado histórico; se casó y tuvo dos hijos (uno de ellos se convirtió en un importante matemático en el país, Leopoldo Nachbin). Por alguna razón que se desconoce, viajó a EE.UU. donde se volvió a casar, a pesar de que aún seguía casado en Brasil.

En 1932, llegó a México para dictar conferencias para la UNAM. Durante sus investigaciones ya sabía que en el país se encontraban las memorias de Luis de Carvajal resguardadas, por lo que ideó un plan para conseguir sacar los libros.

En aquel año, el AGN se encontraba atrás del zócalo de Ciudad de México. El plan consistió en ir al recinto y solicitar los libros, entonces removía los fragmentos que según necesitaba, los guardaba y regresaba el documento; caminaba a Correos de México (hoy donde se encuentra la calle Lázaro Cárdenas), cerca del AGN, y se los enviaba a una persona con el nombre Lang, quien los recibía en Nueva York y los recopilaba hasta rehacerlos nuevamente.

“Sabemos esto porque cuando apresaron en México a Jacob Nachbin, la esposa de EE.UU. de forma inmediata dio instrucciones de no recoger uno de los sobres que traía los últimos documentos”, señaló Brito. “Esto fue importante, porque el paquete, como no lo recogieron, lo devolvieron a México. Y cuando Correos de México encuentra que son documentos históricos, lo regresa al AGN, y por ello es que se conoce el modus operandi de este personaje”.

 

El destino de los manuscritos

Uno de los libros tenía incrustaciones de oro. (Cortesía)

Nunca se supo a quién se le enviaba los documentos, por lo que se desconoció el paradero de los manuscritos. Benjamin Moser, el nieto de la esposa americana de Nachbin, publicó el libro Why This World: A Biography of Clarice Lispector, en el que se relató que su abuela, Elizabeth Laurie, viajó junto al investigador judío a México, donde fue capturado robando los manuscritos, lo cual siempre negó hasta que fue dejado en libertad por falta de pruebas.

La noticia fue publicada por la prensa yídish de México, la cual fue recogida por una prensa de EE.UU. y más tarde tomada por otro medio argentino. Así fue como la primera esposa se enteró que Nachbin se había casado ilegalmente, lo que hizo que las segundas nupcias se anularan y fuera exiliado de los EE.UU. Lo último que se sabe de él fue que llegó a España y después a Francia, donde supuestamente lo capturaron los nazis y lo llevaron a un campo de concentración donde murió.

Nada se supo de los documentos, hasta 84 años después cuando aparecieron en una subasta como “réplicas de época”, en Nueva York. Eran tres libros: Las memorias de Luis de Carbajal; Los artículos de nuestra sagrada fe o Lex Adonai o La ley de Dios, el segundo más pequeño, de seis páginas (algunas con incrustaciones de oro); y el tercero El modo de adorar a Dios y exercicio devotísimo de oración, los cuales eran de tamaño bolsillo con una pequeña encuadernación de piel.

Ahí se encontraba Leonard Milberg, un coleccionista español que al ver los manuscritos pensó que no eran copias, por lo que le pidió al cónsul de México que enviara a un especialista a hacer el dictamen. Fue así como este se puso en contacto con el secretario de cultura, Rafael Tovar, y él con Baltazar Brito para llevarlo a cabo.

Esta revisión consistió en una evaluación del papel, la tinta de la época y un estudio grafológico, que comprobó que los documentos eran los originales; que habían sido escritos del puño de Carvajal, sustraídos de México en 1932 y que se trataban de patrimonio mexicano susceptible a repatriarse.

 

La valija humana

Baltazar Brito presenta los libros de Luis de Carvajal en México. (INAH)

Más tarde, se habló con el coleccionista para notificarle que se iniciaría el proceso de repatriación; sin embargo, pidió que lo dejaran negociar el precio a la casa de subasta para evitar el juicio que podría tardar mucho tiempo.

“Nos dijo: ‘Si ustedes me permiten yo después lo dono a México, pero antes quisiera que me dejaran exhibirlo en la exposición Hispanic Society llevada a cabo en Nueva York; después de que acabe yo lo entrego”, recordó Brito. “Y se aceptó. Le señalé al secretario que, si ya teníamos 84 años sin tenerlos, no habría problema de esperar otros seis meses más para tenerlos en México”.

Así fue como Baltazar Brito, seis meses después, en 2017, regresó a Nueva York para recoger en el consulado los libros. Como ya los había medido, llevó un documento especial para resguardarlos, y una mochila para pegarlos a su cuerpo. Esto con el objetivo de que, durante su viaje en el aeropuerto, no hubiera ningún problema con la aduana. Le dieron un documento que lo acreditaba como Correo Postal Humano que llevaba una valija histórica.

“El Correo Postal (yo) llevaba la valija diplomática. Entonces por ahí en algún momento se dijo que yo era la ‘valija diplomática humana’”, contó el director de la Biblioteca Nacional aún entre risas. “Esto hizo que no pudieran revisar el paquete hasta que estuviéramos en México. Cuando el abogado y yo llegamos al país nos estaban esperando dos patrullas con hombres armados; la gente nos miraba con extrañez, como preguntando ‘¿qué habrán hecho?’. Fue algo curioso porque nunca nos había pasado esto”.

 

“Todos podemos ser Luis de Carvajal”

Refugiados de Ucrania en Polonia
Refugiados de Ucrania desplazados por la guerra. (AP)

Cuando llegaron a México se decidió que se expusieran un tiempo en el Museo de la Memoria y la Tolerancia. Se dieron conferencias para conocer este caso, considerado uno de los únicos casos de éxito en materia de recuperación documental en el país. Hoy se pueden encontrar digitalizados en la página de la Biblioteca de Antropología.

De acuerdo con Brito, estos libros son uno de los primeros textos que escribió un judío en México, considerados “el cimiento literario de la literatura judía”. Sin embargo, opinó que estos manuscritos “son una fuente para conocer que hay una pluralidad de pensamiento… Decía en algún libro que ‘todos podemos llegar a ser un Luis de Carvajal’. Todos estamos sujetos a esto, el caso más reciente lo que sucedió en Ucrania.

“Hace unos años nadie hubiera podido pensar que desde Ucrania hubieran tenido que salir millones de personas”, expresó Brito. “El tema es que cuando tienes que salir por cuestiones étnicas, religiosas o por guerras, tienes que dejar tu lugar de origen para convertirte en el otro, en el que todos miran, en el que hacen menos porque te desarraigaste. Yo creo que estos libros representan el ejemplo de algo que desafortunadamente sigue sucediendo”.

De acuerdo con Brito, Luis de Carvajal era un gran conocedor del latín, pero también era poeta. Detrás de los libros, aseguró, hay una historia de una familia que amaba, peleaba que tenía diferencias con otros. “Pero era gente noble, que ayudaba al prójimo, que tenía ilusiones y metas como cualquiera de nosotros; pero por sus diferencias de carácter religioso, no solo fueron silenciados, fueron difamados y quemados”, arguyó.

“Hay que tener en cuenta que una persona, al ser señalada, a tal punto de ser quemada en la Inquisición por sus creencias religiosas, es inaceptable”, concluyó. “Estas son las cosas que no se deben permitir… morir como lo hicieron ellos fue algo inaudito e injusto… lo fue ayer, lo es hoy y lo será mañana. Esto es algo que no se debe repetir”.

 

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