Enlace Judío- Confieso que en el curso de algo más de cuatro décadas en las que observo de cerca los altibajos de la política en Israel el presente escenario es singular por los actores y las perspectivas que presenta.

No hay duda que un sabio equilibrio e importantes aciertos distinguieron el gobierno presidido durante un año por Naftali Bennet. Y éste con singular modestia entregó en los últimos días el liderazgo a Yair Lapid.

Un escenario que puso de relieve el leal entendimiento de las partes, algo singular en la historia política de país.

En contraste, los pasos de Benjamín Netanyahu en este escenario reflejaron una vez más su incondicional amor al poder, en particular cuando le amenaza la posibilidad de una áspera sanción en el tribunal jerosolimitano que hoy le juzga. Deshacerla será una de sus obsesivas intenciones si recupera el poder en un quinto certamen electoral.

En las presentes circunstancias cabe además señalar la activa presencia de dos actores que revelan aspiraciones desiguales. De un lado, Mansur Abas quien ha mostrado tanto posturas en favor de la amplia minoría árabe ( un quinto de la población) como una honesta lealtad al gobierno presidido por Bennett. Y del otro, el sector liderado por Itamar Ben Gvir y Betzalel Smotrich que no esconden la aspiración de limpiar al país de la presencia árabe.

Si el próximo torneo electoral favorece a Bibi, estos últimos personajes gravitarán significativamente en el gobierno. En tanto que Netanyahu se inclinará a deshacer la estructura jurídica que hasta aquí investiga sus probables delitos, la pareja Gvir-Smotrich procurará reducir la legítima intervención de la minoría árabe liderada por Abas en el contexto público de Israel.

Probable escenario que radicalmente lastimará el ejercicio de la democracia en el país y que puede afectar con alguna intensidad a las diásporas que hoy merecen la libertad que el binomio apuntado pretende reducir en el contexto de Israel.

En estas circunstancias la inclinación del ministro Beni Ganz en favor del nombramiento de un nuevo líder de las fuerzas armadas se antoja insoslayable.

No cabe duda que la efervescencia electoral acentuará las amenazas externas. Es importante atenderlas con un impecable liderazgo militar.

Debo confesar, en suma, que como veterano ciudadano israelí nunca antes me topé con el ambiente de hostilidad y rudeza que hoy abruma al país. Cabe deshacerlo.

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