Enlace Judío México e Israel – El suceso del viernes 24 en Nador, es una triste tragedia. Aunque Marruecos se encuentra a miles de kilómetros al otro lado del océano, no es óbice para que la situación sea tratada con descuido. A quienes conocen la historia de los límites fronterizos en Ceuta, Melilla e incluso en Gibraltar, la definición de fronteras artificiales no les es ajena. Esa realidad merece ser estudiada y comprendida. Marruecos ha actuado como un dique de contención inteligente y humanista ante el fenómeno migratorio en la parte del Mediterráneo que le toca gobernar.

Desde 2013 existe una Estrategia Nacional de Inmigración y Asilo (SNIA, por sus siglas en francés) que busca una aproximación solidaria e inclusiva de este fenómeno que ocurre en las fronteras que existen entre todas las naciones desarrolladas y las naciones con economías emergentes: el sueño de ver materializada una vida mejor en la generación presente, encuentra un atajo para aquellos que tienen posibilidades de bienestar tan escasas que prefieren arriesgar la vida con tal de alcanzar seguridad alimentaria, física, financiera e incluso de credo y pensamiento, y terminan por ponerse en manos de mafias internacionales.

Marruecos ha sido, desde tiempos inmemoriales, tierra de asilo y hospitalidad para quienes históricamente han huido de sus lugares de origen: el pueblo judío, por ejemplo, representa una de las historias más duraderas de convivencia con musulmanes y cristianos en un mismo territorio, en el cuál ha reconocido la protección y la integración a lo largo de todo el territorio marroquí desde mucho antes de que se definieran las primeras fronteras europeas por los tratados de Westfalia. Lo ocurrido en Nador lastima sensiblemente al pueblo y al gobierno de Marruecos, que no ha dudado en ofrecer la integridad de más de cien miembros de sus cuerpos de seguridad para evitar mayores daños.

Miles de personas provenientes de países subsaharianos viven en Marruecos, muchas en calidad de estudiantes becados por los diversos mecanismos de cooperación interafricanos. Muchos otros viajan desde lejos para trabajar y enviar dinero a sus familias. En todos los casos, están plenamente integrados a la vida social, cultural y económica del país. Su situación y ubicación hacen de este país uno muy parecido al México de hoy. No obstante, la migración ilegal ha buscado por todos los medios intentar traspasar las fronteras con Europa, aun a costa de poner en riesgo mujeres, hombres y niños.

Las mafias dedicadas a vender ilusiones a los migrantes, no ven a las personas como sujetos de los derechos universales fundamentales, sino como mercancía; hay evidencias de que, en África, Europa, Asia y América, las mafias internacionales de tráfico de personas tienen derivaciones criminales asociadas directamente con la trata de personas, trasiego de drogas, de armas, de fauna exótica, que representan al mismo tiempo una especie de entrenamiento y fuente de recursos para grupos terroristas que amenazan a los gobiernos de la región.

Lo sucedido el viernes 24 de junio debe ser leído como una necesidad imperiosa de volver la discusión sobre las políticas de migración una tarea global, centrada en las personas, no en los países expulsores, ni en los países de tránsito o en los países de recepción, que en ocasiones muestran un rostro de acogida forzada en lo público, pero deseada como suministro de fuerza de trabajo de bajo costo para actividades industriales, agrícolas, de cuidado de niños y ancianos, etcétera, que las economías más desarrolladas requieren.

La política pública de Marruecos, que va más allá de la migración y se centra en el asilo, le ha valido la denominación de Líder de la Migración en África por la Unión Africana (UA), y es un ejemplo para los países, en el resto del mundo, que siguen buscando un modelo humanista, incluyente, eficiente y respetuoso.

El autor es Presidente de la Asociación Judía Marroquí de México


 

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