¿La podemos seguir confinando al aula, o debemos dejar que se extienda y se bifurque hacia otros espacios?

El proyecto de Iniciativa CADENA parte de alguna manera de estas preguntas, e implica un largo proceso del que surgen nuevos modelos de aprendizaje basados en la puesta en práctica de valores y perspectivas sociales.

Sara Zetune, la directora de Formación y Capacitación Humanitaria en México, y de Formación Internacional, nos contó un poco de su experiencia con el proyecto. Ella adquirió su puesto actual después de ser profesora de Tikún Olam, por lo que tiene un trasfondo amplio en cuanto a la importancia de infundir un criterio humanitario desde la juventud.

Iniciativa CADENA es un concurso de emprendimiento social, pero no se reduce a eso: ocupa toda la extensión de un ciclo escolar e implica una red enorme de trabajo en conjunto entre las escuelas, equipos de Formación de otros países, les directores, lxs profesores, y lxs participantes.

Hay varios países involucrados: México, Guatemala, Costa Rica, Israel, Venezuela, Perú, Colombia, Chile, Argentina y Brasil.

En algunos colegios de México, Iniciativa empieza con un curso de Tikún Olam que dura un semestre. Su objetivo es que lxs jóvenes adquieran una nueva consciencia de las problemáticas globales, que rompan un poco con su contexto y se atrevan a conocer la diversidad de experiencias que existen en el mundo.

La mayoría de los colegios inscritos a Iniciativa CADENA son privados, por lo cual esta fase del proyecto también cumple la función de visibilizar el privilegio. Y no lo entendemos como algo meramente material, sino como una cuestión de posibilidad y de acceso al mundo, lo cual finalmente puede usarse a favor de lxs demás.

Aunque la situación individual de cada persona es diferente, el privilegio en realidad es una oportunidad: queremos que lxs participantes tengan consciencia de su posición y que sepan qué pueden hacer desde allí.

Después del curso de Tikún Olam, los equipos participantes comienzan a diseñar una propuesta de proyecto. Siguen un modelo de cinco pasos llamado design thinking, donde el primero es empatizar con una problemática.

Lxs impulsamos a investigar y profundizar en algo que les interese resolver, a que encuentren una causa y se apasionen por ella. De ahí empiezan a definir, idear y prototipar un posible solución.

Cada proyecto es distinto: algunos parten de una solución concreta y se enfocan en su desarrollo, mientras otros se centran más en la investigación.

Como menciona Sara, es apasionante ver el proceso de trabajo de todos los equipos, incluyendo los que no ganan el concurso. Por ejemplo, ella nos contó que en Los Cabos surgió una idea de construir una máquina para filtrar microplásticos en el mar. Su prototipo era un diseño en 3D que incluía cada parte del dispositivo: la turbina, el filtro, los cables.

Otro equipo de Oaxaca tenía la propuesta de rediseñar las pipas de agua para que desperdiciaran la menor cantidad de agua posible. Su investigación estaba bien sustentada y su prototipo tenía detalles muy bien evaluados.

En Oaxaca también surgió un proyecto para enseñar a escribir. Era un kit con diferentes texturas y materiales para que lxs niñxs aprendieran las diversas grafías de las letras.

Ya que tienen su proyecto más o menos definido, lxs participantes hacen un elevator pitch. Es decir, una presentación de tres minutos donde resumen el objetivo, la idea y el impacto de su proyecto. En ese punto se seleccionan algunos equipos, y de ahí hay varias eliminatorias: las finales escolares, las finales regionales y, por último, la final Internacional.

Entre cada evento planeamos diferentes encuentros que tienen el mismo objetivo: que lxs jóvenes logren tener una mirada más amplia, que entiendan que su perspectiva solo es una entre millones de posibles formas de experimentar el mundo. Esa es otra razón por la que Iniciativa no se reduce solo a la parte del concurso: el objetivo principal no es premiar a lxs ganadores.

Esa es solo la excusa para poner en marcha un proceso de transformación, que dirija a lxs participantes a formarse como líderes de cambio.

De todo esto surgen dos efectos: lxs jóvenes adquieren por lo menos un poco más de sensibilidad, y obtienen una plataforma que pueden usar para seguir cultivando su creatividad, su humanidad y sus ganas de transformar al mundo.

Muchxs integrantes de nuestro equipo han iniciado su trayectoria en CADENA con Iniciativa. Raquel Weintraub, por ejemplo, fue participante hace diez años y en este momento es la Directora de Estrategia Global.

Otro caso es el de Rafael Rayek, quien actualmente es instructor de Tikún Olam y su primer contacto con el mundo humanitario también fue a través de Iniciativa.

Este proyecto marca una evidencia de que podemos, y quizá debemos, dejar de narrar la educación como el aprendizaje desde un libro y un escritorio. Puede haber una infinidad de puntos de partida que no se limiten a eso.


 

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