Enlace Judío – El expresidente mexicano Luis Echeverría Álvarez, quien cumplió el pasado mes de enero 100 años, falleció este sábado 9 de julio.

Echeverría Álvarez nació en la Ciudad de México y fue presidente de México del 1 de diciembre de 1970 al 30 de noviembre de 1976.

Un episodio de sus actuaciones en política exterior al ser presidente estuvo directamente relacionado a Israel de manera negativa: su voto a favor de la declaración “Sionismo es racismo”.

Esta resolución, la 3379 de la Asamblea General de la ONU, aprobada el 10 de noviembre de 1975 por 72 votos a favor, 35 en contra y 32 abstenciones, y que equiparó al sionismo con el racismo en general y con el apartheid sudafricano en particular, llamó a su eliminación, entendiéndola como una forma de discriminación racial.

Como resultado de su investigación, la investigadora Ariela Katz, quien escribió el volumen Boicot: el pleito de Echeverría con Israel (Cal y Arena) descubrió que el gobierno de México sufrió grandes presiones para dirigir el sentido de su voto en la ONU.

Por una parte, el gobierno de Estados Unidos y la comunidad judía de aquel país lo presionaban para votar contra la resolución.

Mientras que, por el otro, el poderoso bloque de países árabes intentaba hacer que Echeverría votara “sí” a la propuesta que pretendía equiparar al sionismo con una forma de racismo.

En febrero del 2019, en ocasión de la presentación de su libro, Katz explicó que “finalmente, fueron estos quienes terminaron inclinando la balanza y Echeverría, cuyo discurso antiestadunidense formaba parte de su plataforma política, decidió avalar la moción”.

Entre las pretensiones del expresidente mexicano se encontraba nada más que convertirse en secretario general de la ONU. Según Katz, Echeverría pensó que votando contra Israel se granjearía el voto del bloque árabe-soviético.

El voto se realizó y, al día siguiente, 200 mil personas se reunieron en Manhattan para protestar, hecho que rebasó todas las expectativas de la comunidad judía de Estados Unidos, que había organizado la protesta en esa y otras ciudades.

Cartas de protesta dirigidas a Echeverría revelaron el sentimiento estadunidense de “injusticia y traición” de un México al que hasta entonces habían considerado amigo. De ese sentimiento surgió el boicot, afirmó Katz.

Según la historiadora, Echeverría, quien había entrado en pánico ante las posibles consecuencias del boicot (que ya no solo era impulsado por los judíos de Estados Unidos sino por muchas otras organizaciones y ciudadanos de aquel país), hizo varios intentos por congraciarse con los judíos estadounidenses, quienes lo rechazaron.

Comunidad judía en escena

En México, la comunidad obtuvo, sin embargo, una respuesta que antes Echeverría les había negado.

Según Katz, cuando el expresidente anunció que se abriría en México una oficina de la Organización para la Liberación de Palestina, la comunidad judía pidió, infructuosamente, entrevistarse con él.

Ni siquiera obtuvo una respuesta negativa. “Habían sido totalmente ignorados.”

Luego del boicot, y de los vanos esfuerzos de Echeverría por detenerlo, accedió a entrevistarse con los judíos mexicanos y desayunó con ellos en la entonces residencia oficial de Los Pinos.

Este, según Katz, fue el primer paso que llevó al empoderamiento de la Comunidad Judía de México frente al gobierno.

En esa reunión, la comunidad logró convencer a Echeverría de enviar a su canciller, Emilio Rabasa Mishkin, a entrevistarse con el gobierno israelí para explicarle que México no era un país antisemita y enmendar lo que para entonces ya Echeverría admitía como un error.

En Israel se encontraban representantes de la comunidad judía de Estados Unidos, quienes al constatar los esfuerzos del gobierno mexicano, aceptaron al fin enviar una comisión a México para escuchar los argumentos y las disculpas del presidente.

En un artículo escrito por Mario Nudelstejer en 2011, señala que “estando Emilio O. Rabasa en Israel, explicó ante el Pleno de la Knéset (Parlamento) las razones históricas que asisten a México en su apoyo a la Declaración de la ONU por la pérdida de territorios, y afirmó que de ninguna manera México era un país antisemita o de rechazo a los judíos.

“Más adelante, y en una conversación personal e informal –en un pasillo de la Knesset–, el Canciller mexicano le comentó a Itzhak Rabin (Z’L): ‘Better forget and forgive’ (mejor, perdonar y olvidar), lo cual fue escuchado furtivamente por un periodista de una agencia noticiosa, quien difundió el comentario tomándolo como una afirmación de que México había asistido a solicitar el perdón de Jerusalén, lo que enfureció al Presidente Echeverría. Y su reacción fue declarar que: ‘México no le pide perdón a nadie por sus actos soberanos’.

Entrevistada por Enlace Judío en 2019, en la presentación de su libro, Ariela Katz explicó: “Gracias a este episodio, la Comunidad Judía se empoderó y asumió una relación más equilibrada con la comunidad judía de Estados Unidos”.

Al ser cuestionada sobre cómo este episodio se relaciona con las circunstancias actuales, la historiadora dijo que “nos ayuda a entender mejor la política mexicana.

Nos ayuda, además, a entender la historia de la Comunidad Judía: cómo llegamos a ser el grupo que somos ahora, y nos enseña, por sobre todo, lo que podemos lograr cuando uno se compromete con su presente”.

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