Enlace Judío México e Israel – La aparición del Mapping Project en Boston ha generado una reacción inusual: incluso algunas de las fuerzas antiisraelíes más hostiles se han distanciado de él. Grupos como BDS Boston entienden que esta iniciativa, que señala a organizaciones y líderes judíos para su desmantelamiento, suena al peor tipo de antisemitismo, evoca los infames Protocolos de los sabios de Sion y podría fácilmente llevar a actos de violencia contra las instituciones y los líderes señalados.

Si queremos combatir la última manifestación del extremismo estadounidense, una campaña de desprestigio racista que recuerda al antisemitismo soviético, debemos abordar la generalización del antisionismo.

El rechazo de este peligroso programa debe ser bienvenido, venga de donde venga. El gobierno búlgaro es especialmente digno de elogio. Cuando la Liga Antidifamación (ADL) alertó de que —tras ser expulsado de Google— el proyecto se había trasladado a un sitio web búlgaro, el gobierno actuó rápidamente. Más problemático es el gobierno de Islandia que, hasta la fecha, no ha expulsado el proyecto del sitio islandés al que se trasladó.

Sin embargo, lo más significativo de todo este episodio, a pesar de los esfuerzos de muchas fuerzas antiisraelíes por distanciarse de él, es el inevitable vínculo entre el carácter de la actividad antiisraelí más amplia y la aparición de este peligroso programa.

Muchos elementos de este proyecto tienen sus raíces en otras actividades antiisraelíes. La descripción de la influencia y el poder excesivo de los judíos es un sello habitual de la propaganda antiisraelí. La noción de que los judíos controlan la política exterior estadounidense y, por tanto, el apoyo de Estados Unidos a Israel, es generalizada y, obviamente, ignora el hecho de que la gran mayoría del pueblo estadounidense apoya desde hace tiempo al Estado judío como realización de la autodeterminación judía en la histórica patria judía y como aliado democrático y estratégico de Estados Unidos.

La idea de que las organizaciones judías y otras que apoyan la existencia y legitimidad de un Estado judío deben ser excluidas de las coaliciones y la participación en actividades de justicia social se ha convertido en un sello distintivo de los movimientos antiisraelíes. Lo hemos visto en el movimiento de las mujeres, en ciertos grupos de defensa del colectivo LGBTQ y en muchos campus universitarios de todo el país. De hecho, a personas específicas se les ha dicho que no son bienvenidas en las actividades de coalición a causa de su apoyo al sionismo.

El movimiento de boicot, desinversión y sanciones está animado por la idea de demoler el apoyo judío a Israel. El BDS nunca ha pretendido mejorar a Israel, sino utilizar los boicots, las desinversiones y las sanciones para eliminar al Estado judío. El Mapping Project se apropia este amplio concepto y lo personaliza de una manera que es particularmente peligrosa y ofensiva.

Conectado a todo esto está el continuo esfuerzo, iniciado por la Unión Soviética en la década de 1970, de etiquetar el sionismo como racismo. La última versión de ese esfuerzo por deslegitimar al Estado judío y, por tanto, a todos aquellos que apoyan a Israel, es el uso cada vez más común del término “apartheid” para describir a Israel. Esto, por supuesto, busca vincular a Israel con el régimen racista del apartheid en Sudáfrica y así crear un camino para dar cualquiera y todos los pasos para deslegitimar al estado judío.

Lo que estos pasos ignoran es que los boicots a Sudáfrica fueron fundamentales para desmantelar el racismo, mientras que los boicots a Israel son en realidad ejemplos perfectos de promoción del racismo, es decir, del poderoso racismo del antisemitismo.

Todo ello nos lleva de regreso a la conexión entre estas actividades antiisraelíes y su consecuencia natural, el Mapping Project. Es útil que todos y cada uno lo denuncien. Sin embargo, si queremos evitar que este insidioso movimiento se extienda, debemos ir más allá de hablar del proyecto.

Debemos hablar de la inevitabilidad de tan peligrosas manifestaciones si se permite que se extienda y se legitime la viciosa actividad antiisraelí que aquí se expone y que refleja opiniones ofensivas y tendenciosas sobre el Estado y el pueblo judío.
Es esta generalización del antisionismo la que debe abordarse si queremos avanzar en la lucha contra esta nueva forma de extremismo interno.

El autor, Kenneth Jacobson, es Vicedirector Nacional de la Liga Antidifamación (@ADL_es).


 

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