Enlace Judío México e Israel – El mundo cambió radicalmente en pocos años y eso supuso retos para los sistemas educativos, que deben adaptarse rápidamente para facilitar el desarrollo de los niños y los jóvenes. Consciente de ello, el Colegio Hebreo Tarbut ha impulsado una transformación interna basada en alianzas estratégicas con instituciones educativas de vanguardia. 

 

Si la tecnología ya venía cambiando la forma en que funcionaba el mundo, la pandemia no hizo sino acelerar las transformaciones que tienen a casi todas las sociedades humanas en un estado de shock. La forma de trabajar, la forma de entretenerse y la forma de socializar han cambiado en los últimos años.

La educación, por lo tanto, también tiene que cambiar

Así parece haberlo entendido la comunidad que integra el Colegio Hebreo Tarbut, que este año celebra sus primeros 80 de existencia. Se trata de una institución añosa pero no vieja, pues conserva el espíritu vanguardista que la ha caracterizado siempre. Así lo explica su directora general, Hani Weizman, en entrevista con Enlace Judío.

“Siempre fuimos una escuela muy vanguardista, siempre con una alianza muy fuerte a Israel, somos muy sionistas, y era lógico que cuando empezamos a pensar en cuál es la próxima etapa, lo que queremos hacer, nos sentamos junto con alumnos, exalumnos, papás y maestros, en dos eventos de hacketón (para imaginar) cómo es la educación del futuro, cómo podemos adaptar la escuela, que ya estaba muy vanguardista, y muchas cosas que implementamos hacia el futuro…. ”

El resultado fue todo un programa de innovación educativa que tiene como ejes 5 alianzas con instituciones de Israel

“Por ejemplo, desde hace muchos años había dentro de la Tarbut programas en donde los alumnos iban a pasar un semestre en Israel. Retomamos esa alianza y ahorita mismo ya hay alumnos que están estudiando un semestre en Israel.”

La adopción de nuevos sistemas pedagógicos ha sido otra parte fundamental de esta nueva visión de la Tarbut. Uno de ellos es el Reggio Emilia, surgido en Italia, y que “significa que el niño es protagonista de su aprendizaje. Es una ideología basada en la escucha.” El éxito de este nuevo modelo ha redundado en lo que para muchas escuelas privadas, judías y no judías, sería ya en sí un sueño: “Tenemos este año 50 alumnos nuevos, únicamente en el kínder”

Otra alianza es la que establecieron con la Universidad Reichmann, también conocida como IDC, “es una universidad muy vanguardista y se enfocan en el emprendedurismo.” Una de las catedráticas de la universidad estuvo en la Tarbut para dar una serie de pláticas durante dos días “para comenzar a preparar a nuestros alumnos como emprendedores.”

Estas sesiones continuarán por Zoom mientras se incorpora algún docente de planta. “Queremos preparar a nuestros chavos para un siglo XXI muy intenso, en donde uno tiene que ser muy flexible y resiliente”, dice Wiezman, quien aclara que  pese a todas estas innovaciones, la enseñanza del hebreo “fue y será el eje central de la Tarbut”.

Enseñar a enseñar

El equipo de la Tarbut, nos cuenta Weizman, realizó una labor de búsqueda para dar con las mejores opciones educativas de Israel y traerlas a México. Así encontraron el Gordon College of Education.  “Fuimos a ver como a cuatro entidades que trabajan con educación en Israel y la decisión de tomar esta alianza fue por que se enfocan en dos cosas: en la tecnología, que está presente en nuestras vidas, pero lo más importante, en el wellbeing, en el bienestar.”

El “College” es una escuela para maestros que actualmente lidera las tendencias educativas en Israel. Su énfasis en los aspectos sociales de la educación parece ideal para darle sentido y cohesión a una sociedad, la israelí, tan disímil y fragmentada en muy diversos y a veces antagónicos grupos sociales.

El sistema se llama Aprendizaje Basado en lo Social (SBL son sus siglas en inglés) y es un método “en donde entendemos que cuando el alumno está bien consigo mismo y con sus amigos va a aprender de una mejor manera.”

 

 

Dr Avinoam Yomtovian, director de Estrategia y Desarrollo Académico y docente del Gordon College of Education, se encuentra en México para impulsar la adopción de su sistema por parte de la Tarbut.

“Vinimos aquí para trabajar con el equipo, la administración y también los alumnos de esta escuela única, sobre dos aspectos principales. Preparar a los niños para el futuro, porque el mundo está cambiando y la educación tiene que cambiar. Y hay desafíos que son únicos y que son el resultado del covid. Y esos retos contemporáneos deben enfrentarse.”

El vicepresidente del Gordon College, Eli Vinokur, nos cuenta sus impresiones tras varios días de trabajo con el equipo de la Tarbut:

Viajamos al rededor del mundo y la Tarbut es una de las mejores escuelas que hemos visto. Ya está aquí —dice mientras pone la palma de su mano en horizontal, a la altura de su cabeza— pero queremos llevarla al siguiente nivel. Hay un equipo maravilloso aquí, están muy motivados. Les han gustado todas las ideas y actividades que trajimos. Y quiero decir que un propósito mayor que tenemos es construir una mejor sociedad. Y la educación es el camino para conseguirlo.”

La escuela en un mundo post pandemia

Para Yomtovian, la pandemia ha cambiado muchas cosas. “Primero que nada, a nivel interpersonal. Hay muchos lugares en América Latina que estuvieron cerrados un año y, en algunos casos, dos años, y es gran reto para los niños estar aislados, separados… Los niños disfrutaron quedarse en casa y jugar con la computadora, dormirse tarde o a la hora que querían, o sentarse donde se sentían cómodos, pero eventualmente, eso trae efectos a nivel social y emocional para los niños, en su habilidad para administrar el tiempo y a sí mismos, para lidiar con los cambios…”

La pandemia nos dejó un mundo distinto, en el que mucha gente aprendió a trabar desde casa, lo que le permitió decidir dónde y cómo vivir. Un mundo en el que la tecnología terminó de instalarse por completo en casi cada aspecto de la vida de la gente. Para Yomtovian, la educación debe preparar a los niños para que enfrenten ese nuevo mundo, “ayudarlos a desarrollar las habilidades que necesitan para la manera en que funciona el mundo de hoy: la habilidad de trabajar juntos, la habilidad de resolver conflictos, de ser capaces de trabajar con otros, incluso encontrar el balance entre vida y trabajo…”

Estudiantes y maestros de la Tarbut

Adolescentes como zombies

Más y más adolescentes caen en la depresión y la ansiedad“, agrega Vinokur. “Van caminando por ahí como zombies, no desean nada, no hay algo que persigan; los individuos se están volviendo más y más egocéntricos, no se ven a sí mismos como parte de una comunidad o de la sociedad; cada quien está viendo por sí mismo y no por la sociedad o la comunidad. (También hemos visto) falta de empatía, incluso violencia.”

Las comunidades, dice, deben pensar cómo enfrentar estos retos para mantenerse integradas. “Según estudios recientes, sentirse solo tiene un efecto físico tan dañino como fumar cincuenta cigarrillos diarios o ser alcohólico. Y queremos que los niños tengan una conexión con un grupo significativo y con adultos significativos en sus vidas. Esto demanda trabajar con los maestros para que sean tal cosa, y con los niños, porque hay muchos retos.”

La escuela, dice Yomtovian, “es un microcosmos de la vida.”

Una clase de la Tarbut

La tecnología no es el problema

El sistema SBL es enfático en el aspecto social de la educación.  “Es bastante simple: la calidad de la educación es el resultado de la calidad de las relaciones entre todos los compañeros del proceso educativo. Los chicos son como esponjas. No absorben palabras, absorben la energía, el sentimiento, la sensación que obtienen de sus maestros, de sus padres, de la comunidad y entre sus pares“, dice Yomtovian.

“Aprender no es memorizar cosas como solía ser. Ahora, el aprendizaje debe enfocarse en desarrollar capacidades y en construir conexiones significativas con los otros, cómo puedo convertirme en un arquitecto social.”

Según la visión SBL, la misión de los maestros es construir grupos, pues para los niños, sus pares lo son todo. Este enfoque pedagógico busca que los niños formen grupos de aprendizaje más horizontales. Ya no se trata de un maestro que imparte conocimientos sino de un facilitador de un ambiente propicio para que los niños deseen aprender y lo hagan en equipo.

“La clase se convierte en un grupo; la cohorte se convierte en un grupo; los maestros se convierten en un grupo; la administración se convierte en un grupo; toda la escuela se vuelve una comunidad, y los padres se unen al proceso y construimos toda una comunidad educativa, y la comunidad educa, porque el espíritu que se desarrolla entre la comunidad es lo que el niño absorbe.”

Tras visitar escuelas en muchos países del mundo, “nos hemos sentido positivamente sorprendidos por el hambre de aprender, de mejorar, de evolucionar” que han visto en los maestros y las autoridades educativas del Colegio Hebreo Tarbut que, dice Yomtovian, puede convertirse en un faro para todas las escuelas de México y de América Latina.

De la misma forma Israel, opina Yomtovian, tiene el reto de reinventarse para volver a ser esa sociedad cohesionada que sirva como un faro para el mundo. Especialmente ahora, cuando la sociedad israelí enfrenta un estado de polarización y desigualdad que se ha acentuado a partir de la pandemia y de la intrincada situación política que vive el país desde hace al menos un lustro.

Estudiantes de la Tarbut

 

Los niños son el 30% de la sociedad actual pero el 100% de nuestro futuro

El otro aspecto relevante de este modelo educativo que está impulsando la Tarbut en México es la incorporación de la tecnología a la educación, y va más allá de tener tabletas o computadoras en el aula. Pero por otro lado, a los padres de familia que hoy en día tienen niños en casa, les preocupa la aparente pérdida de valores de sus hijos, la falta de límites en su comportamiento y se lo atribuyen la irrupción de la tecnología en cada aspecto de sus vidas.

Sobre esto, Vinokur tiene una visión muy clara: “lo primero que tenemos que entender es que no podemos volver atrás, y la tecnología no es el problema. No puedes decir que la tecnología es buena o mala, es la manera en la que la usamos. Tampoco podemos culpar a los niños. No puedes decir que esta es una generación mala porque ellos son el resultado de nosotros. Si queremos criticar algo debemos criticarnos a nosotros mismos.”

Para Yomtovian, la tecnología, los teléfonos inteligentes y las computadoras están aquí, y la solución no radica en prohibírselos a los niños sino en aprovecharlos como herramientas educativas. Si queremos construir mejores valores, coinciden ambos, es necesario educar porque “los niños son el 30% de la sociedad actual pero el 100% de nuestro futuro.”

Y así como no se puede o no es deseable apartar a los niños y los jóvenes de los dispositivos digitales, tampoco es posible cambiar su naturaleza competitiva. Los niños sienten envidia, quieren atención, desean  “ser el rey o la reina de la clase”, dice Yomtovian. Desde su perspectiva pedagógica, el arte está en como orientar esos impulsos hacia el bien común.

“Puedo envidiarte y querer que no tengas lo que tienes, que es la envidia mala; o puedo envidiarte y amarte porque el hecho de que seas mejor, me hace mejor a mí.” Enseñar a los niños a contribuir, a compartir y a colaborar puede ser, desde su perspectiva, el fondo de una enseñanza que utilice la competitividad como vehículo.

“Hagamos una competencia para ver quién ama más, quién contribuye más, quién es el mejor ejemplo para los otros.”

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío

 

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